
Atardecer en la ciénaga de Pijiño, en cercanías de Santa Cruz de Mompox.
Un entramado de tierra y agua


En los ríos Magdalena y Cauca hay dos crecientes durante el año: la mayor, entre septiembre y diciembre, y la menor, entre abril y junio. En el río San Jorge solo hay un período de creciente entre mayo y noviembre. Ciénaga Mogua en temporada de inundación.
Las depresiones geográficas son hundimientos de la corteza terrestre con respecto a la altura de los terrenos circundantes, que pueden presentar una gran variedad de formas, tamaños y orígenes: alargadas o circulares, abiertas o cerradas, y de fondo plano o irregular; así mismo, mientras algunas son apenas pequeñas hondonadas topográficas, otras cubren miles de kilómetros cuadrados. Las depresiones se originan por el movimiento de las placas tectónicas o por fenómenos naturales como la actividad volcánica, el impacto de meteoritos, el peso de los sedimentos, la erosión glaciar o fluvial, la disolución de las rocas sobre las que se encuentran, las fallas en la estructura geológica, o los cambios en los niveles de las capas de agua subterránea que hacen ceder los terrenos.
Algunas depresiones no tienen conexión con el mar, de modo que las aguas que llegan allí no encuentran salida y concentran sales y minerales. En ocasiones están bajo el nivel del mar, rodeadas de desiertos, en zonas con altas temperaturas y bajas precipitaciones; en esos casos la evaporación es muy alta y no se alcanza a compensar con los aportes de agua de los ríos que conforman la cuenca; sin embargo, algunas de estas zonas desérticas captan el agua procedente de los glaciares y las montañas y así logran mantener alguna humedad en épocas de sequía.
Las depresiones se pueden inundar ocasional o periódicamente, incluso en ambientes desérticos pueden surgir lagunas temporales si se presentan eventos climáticos como El Niño, que acarrean altas precipitaciones. En zonas tropicales, los bajos inundables retienen las aguas de la estación lluviosa, de modo que cuando llega la sequía tienen mejores condiciones que las tierras altas de los alrededores para mantener la vegetación y dar refugio a la fauna. A veces se convierten en verdaderos humedales continentales, cuyo nivel de inundación dependerá de factores como los ciclos del agua y el balance entre la intensidad de las precipitaciones; los caudales de los ríos y la cantidad de sedimentos que depositan; la capacidad de retención hídrica de los acuíferos; el grado de infiltración de los suelos, y la evacuación o escorrentía del agua.
La vegetación de estos bajos inundables está adaptada a condiciones de extrema humedad e incluye algunas especies tolerantes a las inundaciones y otras que son acuáticas y flotan sobre las aguas temporales. En cualquier caso, la dinámica de estos bajos estará relacionada con su vínculo a las tierras altas de donde vienen los ríos que las alimentan.
Génesis de una larga historia geológica
Durante el Oligoceno —hace entre 33 y 23 millones de años—, en el norte del continente suramericano hubo incursiones marinas esporádicas que alcanzaron las cuencas de la cordillera Oriental, el Magdalena Medio y los Llanos Orientales. Hace unos 25 millones de años el norte del valle del Magdalena era un humedal en donde predominaba el bosque húmedo tropical, que se extendía desde lo que hoy es Cundinamarca hasta donde se ubica actualmente la depresión Momposina. Posteriormente, hace unos 12 millones de años, el nacimiento del río se ubicó en el macizo colombiano, en la cordillera Central, y durante los últimos 5 millones de años su desembocadura se fue desplazando hacia el norte hasta llegar a los actuales departamentos de Atlántico y Bolívar. El curso sur-norte del río Magdalena estuvo determinado por el levantamiento de la cordillera Oriental de Colombia, proceso que comenzó en el Mioceno tardío y culminó en el Plioceno, de 3 a 5 millones de años atrás. Durante el último millón de años la actividad tectónica y el cambio del clima terminaron de moldear este sistema fluvial y dieron la apariencia a la actual depresión.
La depresión Momposina es el fruto de la interacción entre dos fallas que corren paralelas: la del Romeral y la de Santa Marta-Bucaramanga, que a su vez generan un sistema perpendicular de fallas, responsable de un movimiento permanente de la cuenca y del desvío de los cursos y cuerpos de agua hacia el suroccidente.
La actividad tectónica explica por qué la depresión Momposina está conformada por microbloques con distintos niveles de hundimiento o subsidencia y con diferentes características en la geomorfología, los suelos y los patrones de drenaje. Los bloques que están al norte —donde se encuentran Mompox y San Fernando— son los más altos, y los que están al sur y al occidente —entre el brazo de Loba y los ríos Cauca y San Jorge— son los más bajos, por lo cual sus terrenos están inundados casi permanentemente; los que tienen una posición y una elevación intermedia albergan ciénagas parcialmente colmatadas.
El paso del último glaciar, del Pleistoceno al Holoceno, hace 10 000 años, también explica el paisaje actual de la depresión, pues durante ese período hubo intensos procesos erosivos que acarrearon grandes volúmenes de sedimentos a la región. Los estudios adelantados en 1986 por el investigador holandés Thomas van der Hammen y por el profesor de geografía Derald G. Smith, de la Universidad de Calgary, concluyeron que, durante los últimos 8000 años, la velocidad de la subsidencia fue similar a la de la sedimentación: 3,8 mm anuales, lo que quiere decir que entre el hundimiento de la fosa y la acumulación de sedimentos existe un equilibrio dinámico.
Luisa Fernanda Herrera y otros científicos continuaron las investigaciones sobre los procesos de sedimentación ocurridos desde finales del Pleistoceno hasta la actualidad, a través de la excavación de un pozo estratigráfico entre Magangué y Mompox. Esto les permitió identificar tres momentos: el primero, hace 21 000 años, durante el Último Máximo Glacial, cuando había llanuras bajas y canales trenzados; el segundo, durante el paso del Pleistoceno al Holoceno, hace 10 000 años, cuando se interrumpió la sedimentación, y la que se había depositado se transformó en un suelo rojo tropical; y el tercero, a partir de esa fecha, cuando se acumuló una sedimentación semejante a la que todavía existe. Sin embargo, durante este último período las condiciones ecológicas y climáticas no fueron uniformes: hubo momentos en que el área estuvo bajo la influencia de un sistema fluvial de alta energía, y otros en que el drenaje local estuvo más desconectado del sistema fluvial principal. Esos cambios se combinaron con períodos de más o menos inundaciones, de humedad y de sequía, de incremento de los bosques de galería o de la vegetación abierta propia de la sabana. La presencia de altos valores de fósforo en la parte alta del pozo estratigráfico indica que allí se asentó una población prehispánica hace unos 2000 años.

Cuando el nivel de las ciénagas está bajando, el agua sale por los caños hacia los ríos; los espejos de agua se reducen y extensas áreas de playones quedan al descubierto. Ciénaga de Zapatosa.

El Magdalena es uno de los ríos tropicales que arrastra mayor cantidad de sedimentos al mar Caribe. Su descarga es similar a la de afluentes como el Amazonas, el Paraná y el Orinoco, que tienen áreas de drenaje mucho más grandes.
Un gran abanico fluvial
La depresión Momposina quedó entonces localizada en las llanuras aluviales del Caribe colombiano y actualmente está alimentada por cuatro sistemas fluviales: el del río Magdalena —que es el que aporta mayor cantidad de agua—; el del río Cauca y las ciénagas del sur; el del río San Jorge y las ciénagas del suroccidente, y el de los ríos Ariguaní y Cesar, con la ciénaga de Zapatosa (tabla 1). La depresión está rodeada, al norte, por las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta; al oriente, por la serranía del Perijá; al suroriente, por la serranía de San Lucas; al sur, por la serranía de Ayapel, y al noroccidente por la Serranía de San Jacinto.
Tiene más de 2 465 000 hectáreas, de las cuales la mitad permanece inundada parcial o totalmente entre 7 y 8 meses al año. Las grandes ciénagas conservan agua todo el año, pero sus niveles aumentan o disminuyen dependiendo del caudal de los ríos: cuando estos están altos, nutren las ciénagas a través de los caños, y cuando están bajos, son las ciénagas las que escurren hacia los ríos, contribuyendo así a mantener su flujo.
En términos geográficos, la depresión Momposina se puede entender como una zona de la cuenca del Magdalena con baja pendiente y poca energía, en donde los sedimentos originados por procesos erosivos en la zona andina son arrastrados lentamente y en parte son depositados en las planicies adyacentes, donde forman una capa que alcanza entre 40 y 50 m de espesor. Este delta interior del río Magdalena es uno de los abanicos fluviales inundables más grandes de Suramérica.
El Magdalena, con un área de drenaje de 257 000 km², es uno de los grandes sistemas fluviales del planeta, el más importante del norte de la cordillera de los Andes y el más largo de Colombia. Al atravesar el país de sur a norte, primero se abre paso por estrechos y profundos cañones en la cordillera Central y luego discurre por el valle que separa las cordilleras Central y Oriental de los Andes, hasta llegar al municipio de El Banco, en donde se aproxima a las llanuras del Caribe, gira 90° hacia el occidente y entra en la depresión Momposina dividido en dos brazos principales: el de Mompox y el de Loba. Al salir de la depresión, a la altura del corregimiento de Tacaloa, en el municipio de Magangué, el río retoma su rumbo hacia el norte en un monocanal, hasta llegar a sus desembocaduras en el mar Caribe.
El río Magdalena cuyo cauce discurre sinuoso por su valle se transforma en la depresión Momposina, en lo que se conoce como un sistema anastomosado, en el cual el flujo del agua queda dividido en canales separados por islotes de material aluvial que pueden desaparecer bajo las aguas durante las crecientes. En realidad se trata de un enmarañado sistema de canales, diques, terrazas, playones y ciénagas, en donde el agua se expande o contrae al ritmo de los ciclos estacionales cambiando continuamente el paisaje.
En el interior de la depresión Momposina se distinguen 3 subregiones: la ciénaga de Zapatosa, donde desemboca el río Cesar; la Isla Margarita, formada durante los últimos 150 años por el antiguo brazo de Mompox y el más reciente brazo de Loba; y La Mojana, con 1 086 926 ha, un área limitada al oriente por el río Cauca, al occidente por el río San Jorge, al nororiente por el brazo de Loba y al sur por las tierras altas de Caucasia y la serranía de Ayapel.
El Magdalena es uno de los ríos tropicales del mundo que arrastra mayor cantidad de sedimentos al océano. Uno de los investigadores que ha estudiado el fenómeno es el profesor Juan Darío Restrepo Ángel, de la Universidad eafit, quien con sus colegas ha calculado que su cuenca produce 710 ton/km²/año de sedimentos, lo que equivale a un aporte al océano de 184 millones de toneladas al año. Eso hace que la descarga del Magdalena sea similar a la de ríos suramericanos como el Amazonas, el Paraná y el Orinoco, aunque estos tienen áreas de drenaje mucho más grandes. Alrededor del 14 % de esos sedimentos se acumulan en la depresión Momposina y el resto se vierte al mar Caribe por Bocas de Ceniza (Barranquilla) y por el canal del Dique, un brazo artificial de 115 km que se empezó a construir en el siglo xvi para conectar a Cartagena con el río Magdalena a la altura de Calamar y que conduce parte de los sedimentos del río a las bahías de Cartagena y Barbacoas, lo que ha generado consecuencias negativas para los arrecifes coralinos de Barú y las islas del Rosario. A diferencia del Magdalena, el San Jorge transporta pocas cantidades de sedimentos, y por eso, en su curso bajo, las tasas de subsidencia o hundimiento del terreno son mayores que las de sedimentación, lo que provoca mayor conectividad entre el río y la llanura aluvial y genera inundaciones más extensas y de mayor duración.
La profundidad de la depresión Momposina varía y es más acentuada hacia el suroccidente: mientras Magangué está a 49 msnm y Mompox a 33, Achí, Ayapel y San Benito Abad están apenas a 20 msnm. La mayor parte de las ciénagas son someras, a tal punto que en verano el agua puede incluso dificultar el paso de botes motorizados; en los momentos de mayor sequía pierden la conectividad con el río y quedan aisladas temporalmente, lo cual afecta la calidad del agua y provoca la mortandad de muchos peces.
La depresión Momposina está distribuida por 6 departamentos —Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena y Cesar— y 33 municipios (tabla 2).
La geomorfología
La mayor parte de las geomorformas de la depresión Momposina han adquirido sus características actuales gracias a la dinámica de los ríos y al desborde de sedimentos sobre las planicies aluviales. Entre las principales unidades geomorfológicas están las vegas de divagación, los cauces abandonados, los canales menores de los grandes ríos y las planicies aluviales con sus ciénagas, caños, playones, napas, cubetas y diques. Otras geoformas, como las colinas y lomas de las estribaciones de la Serranía de San Lucas son el resultado de eventos magmáticos, metamórficos y sedimentarios.
Unidades geomorfológicas en la depresión Momposina
Canales y caños. La forma y los patrones de drenaje de los canales principales y secundarios varían en los microbloques que resultaron de los procesos tectónicos. En algunas zonas son meándricos y en otras rectilíneos o angulares. A partir de La Victoria, en el brazo de Loba, se forma un delta interno con tres brazos mayores que desagua a través de las ciénagas que rodean el río Chicagua. Al salir de la depresión, el Magdalena toma la forma de un río trenzado de baja sinuosidad.
Ciénagas. Las ciénagas suelen ser poco profundas y en época de lluvias se conectan con los ríos permitiendo la renovación de sus aguas y el intercambio de la biota. Estos cuerpos de agua amortiguan las inundaciones y actúan como depósitos de sedimentos, por lo que las aguas del Magdalena bajan más limpias en dirección al norte. Sus límites son cambiantes, pues se expanden o se contraen según la estación y los patrones de drenaje. El buen estado de las ciénagas es definitivo para el equilibrio ecosistémico del sistema fluvial.
Diques naturales altos y bajos. Estas crestas paralelas al cauce fluvial —llamadas también albardones— se forman con los materiales depositados por el exceso de carga durante el desborde de las corrientes, y durante las crecientes se pueden convertir en islotes. Los diques naturales permiten que en los períodos de lluvias las ciénagas se llenen antes de que el río suba su nivel, y que en períodos secos suceda lo contrario. En ellos todavía crecen individuos de la vegetación arbórea original.
Napas y cubetas. Las napas son depósitos sedimentarios en los planos de desborde más profundos del río cuyos suelos, arcillosos y limosos, tienen un drenaje lento o muy lento, por lo cual están inundadas durante la estación de lluvias; sus tierras cubiertas por vegetación hidrófila, en especial herbáceas, solo se usan en verano para el pastoreo extensivo. Por su parte, las cubetas son depresiones con un contorno cerrado.
Terrazas antiguas. Estas superficies planas o ligeramente inclinadas se elevan entre 4 y 8 m por encima de los cuerpos de agua. Sus suelos se formaron por sedimentos aluviales pleistocénicos sobre los que se desarrollaron otros suelos con arcillas. Constituyen el asiento de la mayor parte de los poblados y de las vías terrestres, y se usan mayoritariamente para la ganadería, aunque también hay cultivos pequeños y algunos parches de bosque seco tropical.
Cauces abandonados. Entre los brazos de Mompox y de Loba existen depresiones que antiguamente estuvieron ocupadas por el Magdalena. Sus suelos son arenosos, arcillosos, y a veces con limo. En La Mojana se puede apreciar el antiguo curso del río San Jorge.
Playones. Durante los períodos de estiaje, los cauces de los ríos y los fondos de las ciénagas quedan parcialmente expuestos y son utilizados para el pastoreo o para cultivos de ciclo corto como los de patilla y arroz; su textura limo arenosa y la humedad que mantienen permiten sostener estos cultivos.
Glacis, colinas bajas y lomas. Los glacis son terrenos planos u ondulaciones con inclinaciones suaves, mientras las colinas y las lomas poseen un relieve quebrado con laderas cortas. En algunos lugares albergan relictos de bosque natural. El uso del suelo está limitado por la baja fertilidad, la acidez, la erosión y la escasez de lluvias durante la mitad del año. Sin embargo, estas tierras se usan en pastos, rastrojos y pequeños cultivos.

Los canales principales de los ríos forman meandros que pueden quedar cubiertos de agua durante la creciente. En épocas secas suelen quedar aislados, y si estos períodos se prolongan, pueden convertirse en madreviejas, que son canales abandonados y sedimentados.
Madrevieja del brazo de Mompox en la isla Margarita.

El clima local está influenciado por las precipitaciones que se presentan en la zona andina, las cuales, aguas abajo, se sienten con un mes de retraso por la influencia de El Niño Oscilación del Sur, por las lluvias provenientes del océano Índico y por los sistemas de convección que se originan en las cordilleras y los valles interandinos.
El clima: condición para la alta disponibilidad hídrica
El clima de la depresión Momposina es tropical húmedo-seco, con precipitaciones medias anuales que aumentan hacia el sur y hacia el occidente. En Magangué están por debajo de los 1000 mm/año mientras que en San Marcos llegan a alrededor de los 2200 mm y en Ayapel superan los 2400 mm. Esas precipitaciones presentan un pico en mayo y otro más pronunciado en octubre. Entre enero y marzo oscilan entre los 0 y los 200 mm al mes en casi todas las estaciones meteorológicas, y en los demás meses varían entre 200 y 800 mm, aunque estos últimos han sido escasos en los registros y rara vez superan los 1000 mm/mes.
Las temperaturas también aumentan hacia el sur y hacia el occidente. En los meses de lluvia —como octubre y noviembre— la media está entre 27 y 28 °C, pero en los meses secos —entre enero y abril— sube hasta los 31 o 32 °C. La humedad relativa promedio es de 74 %, pero en octubre llega a subir al 85 %.
La alta disponibilidad hídrica de la depresión Momposina se debe no solo al clima local sino también a las condiciones climáticas generales de toda la cuenca de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge, Ariguaní y Cesar —sometidos a la influencia de los flujos de vapor de agua y de lluvias de otras cuencas del Caribe, el Orinoco, el Amazonas y el Pacífico—; a la influencia de El Niño Oscilación del Sur (enos), que viene del Pacífico y que en Colombia produce condiciones secas durante la fase de El Niño y condiciones de humedad en la de La Niña; a las lluvias provenientes del océano Índico (Oscilación Madden-Julian), y a los sistemas de convección que se originan en las cordilleras y valles interandinos.
Las crecientes y sus efectos ecológicos
Aunque el Magdalena y el Cauca presentan dos crecientes al año, estas no reflejan el clima local sino el régimen bimodal de lluvias en las partes altas de sus cuencas: un primer período que va de abril a principios de junio, y otro más fuerte que va de agosto a diciembre. Los efectos de estas lluvias se sienten con un mes de retraso aguas abajo, pues la creciente más importante se produce en septiembre y alcanza su máximo a principios de diciembre, y la creciente menor inicia a finales de abril y termina a finales de junio. A diferencia de los ríos Magdalena y Cauca, el San Jorge presenta un solo período de creciente durante el ciclo anual, entre mayo y noviembre.
El Magdalena es el río que aporta mayor caudal a la depresión, seguido por el Cauca —que es su principal tributario—, el San Jorge y el Cesar. Esos caudales presentan variaciones extremas durante los años de El Niño y los de La Niña, que hacen disminuir o aumentar los niveles de los ríos, lo que es muy importante porque de esto depende tanto la conectividad con las llanuras aluviales como el número de meses del año que el terreno permanecerá inundado.
La conectividad hidrológica tiene varias fases. En invierno los ríos se recargan y se conectan con los cuerpos de agua de la planicie, aportan materia orgánica y minerales del suelo y producen inundaciones. En verano, la conexión se da a través de canales por donde las aguas de las ciénagas drenan hacia los ríos hasta que paulatinamente van quedando aisladas o se extinguen temporalmente. Ese intercambio periódico de agua es el generador de la riqueza y diversidad biótica de este ecosistema, y de este dependen prácticamente todas las actividades económicas de la región.
Los ríos de la depresión Momposina no se pueden entender sin analizar el efecto de la intensidad, la amplitud y la temporalidad de los pulsos de inundación y de sequía —potamofase y limnofase— sobre los procesos ecológicos de la planicie aluvial. Según la época del año, las planicies pueden estar en una de estas 4 fases: llenado de agua, aguas altas, vaciado y aguas bajas, y presenta diferentes dinámicas, entre las que se destacan: transporte, depósito o exposición de sedimentos; erosión o estabilidad de bancos y orillares; abandono o reactivación de paleocauces; conexión, desconexión o extinción de cuerpos de agua; aumento o disminución en la temperatura del agua y en los niveles de carbono orgánico y oxígeno de los ríos; disminución o concentración de nutrientes y productividad primaria de las ciénagas; retorno o migración de los peces; expansión del espejo de agua o contracción para dar paso al crecimiento de vegetación leñosa y herbácea sobre los playones de las ciénagas; alejamiento o acercamiento de herbívoros y sus depredadores; instalación o abandono de cultivos y construcciones como viviendas y corrales, entre otros. En realidad, se trata de un macrosistema fluvial con conexiones complejas con la planicie, establecidas a partir de interacciones entre elementos bióticos, abióticos y culturales. Respetar y comprender los ciclos naturales del agua resulta indispensable para convivir armoniosamente con este entorno siempre cambiante.

Durante los veranos el agua que se ha almacenado en la cubetas va quedando aislada, se calienta y los peces residentes mueren; finalmente se seca y es cuando estos terrenos se utilizan para el pastoreo del ganado.