Las orquídeas del edén

Los bosques de niebla de la región Andina concentran la mayor riqueza de especies de orquídeas en Colombia.
Con 1 142 000 km² de territorio continental e insular —0,77 % de la superficie emergida de la Tierra—, Colombia ocupa el lugar 25 en extensión entre los 193 países; sin embargo, es considerado como el segundo más biodiverso, superado solo por Brasil, cuyo territorio es 7,5 veces más grande. Este privilegio se explica por múltiples razones, pero en esencia es el resultado de su excepcional localización geográfica, su historia geológica y climática, la complejidad de su relieve y la diversidad de sus climas.
A esa extraordinaria biodiversidad contribuyen significativamente las plantas con flores, con más de 26 000 especies pertenecientes a 296 familias, entre las que se destaca la Orchidaceae, que con 4300 especies representa el 16,5 % de las angiospermas del país, y al menos el 14 % de la diversidad vegetal nacional. La distribución de esta riqueza en el territorio es bastante heterogénea y se determina especialmente por la ubicación, el relieve y el régimen climático.
Un rincón privilegiado
Colombia está situada en la esquina noroccidental de Suramérica —en latitudes tanto ecuatoriales como intertropicales—, en donde comienza el puente terrestre que conecta Suramérica con Norteamérica y separa el mar Caribe del océano Pacífico. Su territorio es atravesado por tres ramales de la cordillera de los Andes, que se elevan por encima de los 5300 msnm y están divididos por dos grandes valles formados por los ríos Magdalena y Cauca, mientras casi la mitad de su territorio corresponde a las extensas llanuras de la Orinoquia y la Amazonia, salpicadas aquí y allá por cerros y tepuyes del Escudo Guayanés, la formación geológica más antigua del planeta.
La interacción de ese intrincado relieve con la marcada estacionalidad de las lluvias y de los vientos alisios, sumada a una sorprendente variedad de suelos, una enmarañada red hidrográfica y la presencia de dos océanos, generan una enorme oferta de ecosistemas terrestres y acuáticos.
Por su ubicación ecuatorial, dentro de la zona intertropical comprendida entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, Colombia recibe alta radiación solar durante todo el año y presenta temperaturas estables, pero variables según la altitud. Esta variación da origen a distintos pisos térmicos: el cálido (0-1000 msnm), con temperaturas superiores a los 24 °C, se manifiesta en las regiones costeras, los valles interandinos y las extensas llanuras del Orinoco y la Amazonia; el templado (1000-2000 msnm), en donde las temperaturas oscilan entre los 17 y 24 °C, es característico de las vertientes montañosas y las zonas medias de los valles interandinos; el frío (2000-3000 msnm), con temperaturas entre los 12 y 17 °C, es propio de los altiplanos y las laderas altas de las cordilleras, y por último el de páramo (por encima de los 3000 msnm), cuyas temperaturas son inferiores a los 12 °C, con frecuentes heladas nocturnas.
El territorio colombiano no presenta estacionalidad térmica, sino regímenes de lluvia que varían según la región: unimodal —una estación seca y otra lluviosa en un año— en el centro y sur de la Amazonia, y bimodal —dos estaciones secas alternadas con dos lluviosas en un año— en el resto del país. Estos patrones, más o menos marcados según la latitud, se pueden ver alterados por el relieve en ciertas zonas. Las cordilleras actúan como barreras que modifican los vientos y la distribución de las precipitaciones; es así como la cordillera Oriental intercepta la humedad amazónica, lo cual favorece la formación de bosques de niebla en su vertiente oriental. De manera similar, la cordillera Occidental y la serranía del Baudó retienen la humedad del Pacífico, lo que explica la exuberante selva del Chocó biogeográfico en el occidente, y al mismo tiempo los valles secos del oriente, como el del río Cauca.
Además, en esta compleja geografía, en los últimos 5 millones de años tuvo lugar una serie de acontecimientos geológicos y climáticos que facilitaron la dispersión, el intercambio y la diversificación de la biota.

La extensa llanura de la Amazonia colombiana es interrumpida abruptamente por cerros y serranías del Escudo Guayanés como la Serranía de Chiribiquete.

Una intrincada red de ríos y caños drena las extensas llanuras de la región Caribe colombiana. En la foto, confluencia de los ríos Magdalena y Cauca.
Un caleidoscopio de biodiversidad
La última y más significativa fase de levantamiento de los Andes, que comenzó en el Plioceno —hace unos 5 millones de años—, sumada al cerramiento definitivo del istmo centroamericano —hace entre 3 y 4 millones de años— y a las marcadas oscilaciones climáticas del Pleistoceno —hace 2,6 millones de años hasta hace 11 700 años—, generaron una serie de procesos trascendentales para la fauna y la flora del norte de Suramérica: expansiones y contracciones sucesivas de selvas, praderas, desiertos, páramos y humedales; separación de poblaciones de muchas especies, con la consecuente especiación, extinción (en especial de grandes mamíferos), migraciones forzadas o desplazamientos, y aparición de nuevos colonizadores, principalmente en los pisos templado y frío de las montañas. Entre estos últimos, algunas plantas provenían del sur del continente a través de la gran cordillera de los Andes, como la hoja de pantano (Gunnera magnifica), y otros linajes llegaron desde Norteamérica a través del istmo centroamericano, dejando como legado especies como el aliso andino (Alnus acuminata) y el roble colombiano (Quercus humboldtii).
Todos esos procesos, separadamente o en conjunto, dieron como resultado esa compleja amalgama de climas, relieves y paisajes que caracterizan al territorio colombiano y que se expresa en su asombrosa biodiversidad. Así, Colombia es un referente mundial en riqueza de especies, no solo de orquídeas, sino también de aves, anfibios, reptiles, peces de agua dulce, palmas, heliconias, bromelias y otros grupos de fauna y flora.
Fue precisamente la extraordinaria variabilidad de los paisajes, la exuberancia abrumadora de la vegetación y la deslumbrante diversidad de flora y fauna lo que cautivó a numerosos exploradores y naturalistas europeos y norteamericanos que visitaron el país durante los siglos xix y xx —Mutis, Humboldt, Goudot, Reclus, Codazzi, Schultes y Gentry—, y es la que sigue maravillando hoy a científicos y amantes de la naturaleza. José Celestino Mutis, director de la célebre Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1813), describió con acierto esta abundante variedad florística como un «tesoro de colores infinitos», un verdadero caleidoscopio de vida.
La biodiversidad del territorio colombiano suele representarse cartográficamente mediante mapas abigarrados, repletos de colores y códigos alfanuméricos; en algunos se identifican cerca de 1200 tipos de formaciones vegetales —bosques, selvas, matorrales y pastizales— y en otros se da cuenta de 86 ecosistemas generales subdivididos en unos 8000 ecosistemas específicos.
Sin embargo, a la hora de discriminar unidades biogeográficas en el territorio nacional —cuya identidad se basa en la riqueza de especies, la concentración de determinados elementos faunísticos y florísticos y la presencia de endemismos—, el esquema más adecuado, y a la vez simple y sencillo, es el de la clasificación biogeográfica de Colombia. Este sistema fue propuesto en 1992 por el insigne naturalista colombiano Jorge «el Mono» Hernández y sus colaboradores, con base en los registros históricos de especies y subespecies a lo largo y ancho del país, ajustando sus áreas de distribución al contexto climático, topográfico y ecosistémico de cada lugar. A pesar de sus 33 años, dicho sistema sigue vigente, en líneas generales.
El esquema identifica 9 unidades mayores o provincias biogeográficas terrestres en el territorio emergido de Colombia, 2 de ellas exclusivamente insulares oceánicas —el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en el Caribe, y la isla de Malpelo, en el Pacífico— y las otras 7 abarcan extensiones continentales más o menos amplias. Al aumentar la escala de detalle, cada provincia, exceptuando la de la isla de Malpelo, se subdivide en un conjunto de unidades menores o distritos biogeográficos, para un total de 98, lo cual refleja la complejidad y diversidad de la biota en el territorio colombiano. La provincia norandina, con 43 distritos, se destaca como la de mayor complejidad en cuanto a riqueza de especies y cantidad de endemismos.
Durante la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1813) se registraron cientos de especies botánicas de interés a través de ilustraciones muy detalladas. En la imagen, lámina de Stanhopea wardii.
Distribución de las orquídeas en Colombia
Al igual que ocurre con casi todos los grupos de flora y fauna, la cantidad o riqueza de especies de orquídeas varía considerablemente a lo largo del territorio colombiano. Siguiendo la tendencia de la mayoría de las familias de angiospermas, la provincia norandina concentra la mayor riqueza de orquídeas, con alrededor del 60 %, equivalente a unas 2544 especies de las más de 4270 registradas en el país. Además, 945 de estas son endémicas de Colombia, es decir el 78 % del endemismo de esta familia en el territorio nacional.
También se destaca la provincia biogeográfica del Chocó-Magdalena, que alberga 533 especies, 98 de las cuales son endémicas de Colombia. Con menos de 300 especies cada una y cantidades ostensiblemente menores de endemismos, le siguen las provincias de la Guayana, la Amazonia, el cinturón árido pericaribeño, el macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Orinoquia y los territorios insulares oceánicos caribeños. La isla de Malpelo es la única provincia biogeográfica en donde no se registra presencia de orquídeas.
En cuanto a la altitud, la mayor concentración de especies se encuentra en el piso térmico cálido, entre el nivel del mar y los 250 msnm. En el piso térmico templado de las vertientes húmedas de las cordilleras, especialmente entre los 1700 y 2000 msnm, donde predominan los bosques nubosos o de niebla, también existe una cantidad notable de especies, muchas de ellas endémicas.
De los 258 géneros de orquídeas registrados en Colombia, los mejor representados son Epidendrum (527 especies), Lepanthes (361), Stelis (276), Pleurothallis (236) y Masdevallia (182). Estos 5 géneros concentran el 37 % de las especies conocidas en el país. Considerando el endemismo por género, estos mismos siguen ocupando los primeros lugares, aunque con un cambio en el orden: Lepanthes tiene 239 endémicas (66 % de sus especies), seguido por Epidendrum con 186 (35 %), Stelis con 114 (41 %), Pleurothallis con 106 (45 %) y Masdevallia con 99 (54 %). En el extremo opuesto existen 71 géneros que solo tienen una especie.
Al analizar la distribución de la riqueza de orquídeas por divisiones político-administrativas o departamentos, es evidente que aquellos que incluyen total o parcialmente áreas de la provincia norandina presentan las cifras más altas. A nivel de género, el primer lugar lo ocupa Antioquia con 170 (66 % de los registrados en Colombia), seguido por Cauca, Chocó, Cundinamarca, Santander y Valle del Cauca, con un promedio de 130 géneros cada uno; los departamentos con menor cantidad son aquellos ubicados exclusivamente en el cinturón árido pericaribeño (Sucre, Atlántico) y el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
En cuanto al número de especies, la distribución por departamentos sigue un patrón similar, con las regiones norandinas a la cabeza. Con 1355 especies registradas, Antioquia vuelve a ocupar el primer puesto, seguido por Cundinamarca (825), Valle del Cauca (715), Cauca (677) y Chocó (624). Los departamentos con menos especies coinciden con los que presentan menos géneros. Esta misma tendencia se mantiene al analizar la distribución de los endemismos por departamento.
El panorama descrito sobre la distribución geográfica de la diversidad de orquídeas en Colombia es coherente con los contextos regionales, desde el punto de vista orográfico, climático y biogeográfico. No resulta sorprendente que Antioquia, Chocó, Valle del Cauca y Cauca sean los departamentos con mayor riqueza orquideológica del país. Aunque no son los de mayor extensión, estos 4 departamentos abarcan los 4 pisos térmicos y áreas que pertenecen a más de una provincia biogeográfica. Antioquia, Chocó y Valle del Cauca incluyen sectores de las provincias norandina y Chocó-Magdalena. El caso del Cauca es aún más notable, pues además de estas dos provincias, también se extiende hasta el piedemonte andino de la Amazonia.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la distribución geográfica de los inventarios botánicos —fuente principal de los registros de orquídeas— no es homogénea. La mayor cantidad de registros se concentra cerca de las principales ciudades del país (Bogotá, Medellín y Cali), situadas en la provincia norandina, que aglutina las universidades, instituciones de investigación, jardines botánicos y asociaciones orquideológicas colombianas más importantes. Inevitablemente esta situación genera sesgos geográficos en los registros, y señala las áreas que requieren mayor atención investigativa para completar el conocimiento sobre la riqueza de esta familia de plantas en el país. Departamentos como Putumayo, Nariño, Guainía y Guaviare, por ejemplo, probablemente guardan numerosas riquezas por descubrir respecto a su diversidad de orquídeas.
Provincias biogeográficas terrestres de Colombia. (Mapa modificado de Hernández et al., 1992).
TOC: territorios insulares oceánicos caribeños.
TOP: territorios insulares
oceánicos del Pacífico.
CAP: cinturón árido pericaribeño.
MSNSM: macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta.
PBCh-M: provincia biogeográfica del Chocó-Magdalena.
PBO: provincia biogeográfica de la Orinoquia.
PBG: provincia biogeográfica de la Guayana.
PBA: provincia biogeográfica de la Amazonia.
PBN: provincia biogeográfica norandina.

El bosque de niebla andino es uno de los ecosistemas más ricos en especies de orquídeas. En la foto, vista posterior de Pleurothallis sp.




