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Maestras de la adaptación

Las orquídeas producen frutos en forma de cápsula o vaina, que albergan decenas de miles de semillas diminutas. En la foto, Epidendrum sp.

Viajeras diminutas

El ciclo de vida de las orquídeas no difiere significativamente del de las demás angiospermas, o plantas con flor, pero su ritmo es mucho más lento. Para completar todo el ciclo, desde la germinación de la semilla hasta que producen fruto, algunas especies necesitan años.

En la mayoría de las orquídeas los frutos son dehiscentes: una vez maduran, se abren a lo largo de una a seis ranuras longitudinales y liberan diminutas y numerosas semillas membranosas o aladas que son dispersadas por el viento.

Después de su germinación, con la ayuda nutritiva de un hongo micorrícico, la semilla se hincha y da lugar a una estructura en forma de tumor llamada protocormo.

Una alianza ganadora

Hacia la independencia y la etapa adulta

Las raíces de las orquídeas epífitas suelen estar recubiertas por un tejido esponjoso de color blanco llamado velamen, que absorbe rápidamente la humedad de la neblina.

Los keikis son plántulas que brotan de los nodos del tallo floral de muchas orquídeas; son clones genéticos de la planta madre y constituyen una forma de reproducción asexual.

Adaptarse es la clave del éxito

Un estilo de vida por todo lo alto

Para una germinación exitosa, las orquídeas epífitas deben encontrar en el forófito, o árbol hospedero, un sustrato en el que esté presente el hongo micorrícico específico, y un microclima adecuado.

En zonas secas, o en donde el sustrato carece de capacidad de retención de agua, muchas orquídeas desarrollan pseudobulbos y hojas suculentas recubiertas de ceras protectoras.

Crecer sobre las rocas

Con los pies en la tierra

Aproximadamente una de cada cinco especies de orquídea es terrestre o utiliza el suelo como sustrato; la mayoría de ellas se encuentran en regiones templadas y frías, alejadas de la franja tropical. En la foto, Cranichis wageneri.

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