
Alas vulnerables


Melanis electron. Su combinación de colores negros y rojos le sirve como una señal de advertencia a posibles predadores, indicándoles que puede ser tóxica o desagradable al gusto. Como muchas otras especies, enfrenta amenazas debido a la fragmentación de los bosques. Especie fotografiada en la Reserva El Caduceo, San Martín, Meta.
Más que bellos seres voladores y coloridos, las mariposas y polillas son cruciales para la salud de los ecosistemas: como polinizadoras, ayudan en la reproducción de muchas plantas, y a su vez, en sus diferentes fases —huevo, oruga, crisálida e imago— son fuente de alimento para otros insectos, arañas, anfibios, reptiles, aves, e incluso mamíferos como los murciélagos; sin embargo, estas «alas vulnerables» están bajo amenaza. Diversas presiones antropogénicas y naturales están causando declives significativos en sus poblaciones en todo el mundo, por lo que es necesario generar estrategias para su conservación.
Pérdida de hábitat
La deforestación de bosques nativos y la agricultura intensiva en terrenos que fueron sabanas o ecosistemas naturales están destruyendo los hábitats de las mariposas y polillas a una velocidad alarmante, pues no solo se eliminan las plantas hospederas y las fuentes de alimento necesarias para su supervivencia, sino que también se fragmentan los ecosistemas, hecho que además limita sus posibilidades de reproducción.
Estas prácticas, junto con la expansión de las áreas urbanas, han reducido drásticamente la disponibilidad de hábitats adecuados para las mariposas en muchos lugares, pues cada especie depende de una planta específica para poner sus huevos y alimentar sus orugas, y cuando esta desaparece les queda imposible completar su ciclo de vida. El deterioro del hábitat reduce la cantidad y diversidad de plantas hospederas, lo que afecta la salud de las poblaciones de mariposas y polillas.

Apareamiento de Heliconius cydno. Esta especie es conocida por su capacidad de hibridación con otras especies del mismo género, lo que le permite adaptarse a diferentes entornos y asegurar su supervivencia. En el Eje Cafetero de Colombia se han implementado estrategias para promover cultivos de café bajo sombra de árboles nativos, lo que crea corredores ecológicos que conectan fragmentos de bosques y fomentan la biodiversidad.

Bia actorion es una mariposa que se caracteriza por su camuflaje excepcional. Su coloración marrón y las marcas oculares en sus alas posteriores le permiten mimetizarse perfectamente con su entorno al simular una hoja seca o una corteza de árbol. Este camuflaje es esencial para evitar los depredadores en el bosque amazónico, en donde la supervivencia depende en gran medida de la capacidad de pasar desapercibido. Fotografía tomada en la Reserva Natural Selva Renase, Amazonas.
Fragmentación de los ecosistemas
La fragmentación de hábitats convierte grandes áreas continuas con vegetación nativa, en pequeños parches cada vez más distantes entre sí, lo que lleva al aislamiento de comunidades de mariposas y polillas, afecta su capacidad para encontrar parejas y reproducirse, y las hace más susceptibles a las enfermedades y a los cambios ambientales, debido a la disminución en el flujo genético por la falta de intercambio entre poblaciones. Este proceso también puede dificultar su movilidad y limitar su capacidad para dispersarse y colonizar nuevos espacios, lo que reduce su aptitud para adaptarse a los cambios ambientales y aumenta su propensión a extinguirse localmente. Restaurar los ecosistemas fragmentados y crear corredores ecológicos son medidas esenciales para mitigar estos efectos negativos y para fomentar la conectividad entre las poblaciones.
Cambio climático
El cambio climático está alterando los patrones de temperatura y precipitación en todo el mundo, lo que afecta significativamente los ciclos de vida de todas las especies vivas del planeta, incluidas por supuesto las mariposas y polillas. Estos insectos son extremadamente sensibles a las variaciones climáticas, pues dependen de condiciones ambientales específicas para cada etapa de su desarrollo, y cuando se presentan cambios en la temperatura y en la cantidad de lluvias habituales, se puede perder la sincronía en la disponibilidad de plantas hospederas con los requerimientos alimenticios en algunas de las etapas de su desarrollo, especialmente en estado larval, que es cuando más necesitan de una vegetación sana y frondosa.
Este simple detalle puede causar cambios drásticos: si las temperaturas aumentan antes de lo previsto, las plantas hospederas pueden brotar y florecer antes de que los huevos eclosionen, lo que deja a las jóvenes orugas sin su principal fuente de alimento. Este fenómeno de desincronización puede reducir significativamente las tasas de supervivencia de las larvas y poner en riesgo a la siguiente generación, lo cual afecta a largo plazo a toda la población de algunas especies de mariposas y polillas. Además, los cambios en los patrones de precipitación pueden alterar la disponibilidad de agua, y al brotar plantas menos frondosas la salud de los hábitats se ve afectada.
Un hecho que se ha venido presentando año tras año es la alteración de los patrones migratorios de la mariposa monarca (Danaus plexippus), pues según las estadísticas la cantidad de mariposas que migran ha disminuido dramáticamente en los últimos inviernos, lo cual crea incertidumbre respecto al futuro de esta magnífica especie y la pone en riesgo de desaparecer. Sin embargo, en un giro interesante, nuevos estudios están dando luces sobre el tema y sugieren que algunas poblaciones se estarían adaptando a estos cambios.
Algo tan puntual como el aumento de la temperatura también puede forzar a las mariposas y polillas a desplazarse hacia mayores altitudes sobre el nivel del mar, o a latitudes más lejanas del norte o del sur del Ecuador, en busca de condiciones climáticas más favorables. Pero estos nuevos entornos presentan desafíos adicionales, como la falta de plantas hospederas adecuadas, la competencia con especies locales y la exposición a nuevos depredadores y enfermedades. Dada la rapidez con la que está ocurriendo el cambio climático, la capacidad de adaptación de estos insectos es limitada, y si no se toman medidas para frenarlo con una intervención adecuada, muchas especies se enfrentarán a un riesgo elevado de extinción.

La mariposa Thracides thrasea se destaca por su llamativa coloración anaranjado brillante en la cabeza, que contrasta con sus alas marrones. Como muchas mariposas, depende de hábitats específicos para su supervivencia, por eso preservar los ecosistemas es esencial para mantener la diversidad biológica. Especie documentada en la Reserva El Caduceo, San Martín (Meta).

Crisálida de Battus polydamas fotografiada en el Mariposario Pedagógico a Cielo Abierto Mauricio Babilonia, en La Mesa de Los Santos (Santander). Espacios como este les permiten a las mariposas interactuar con su entorno, y a los visitantes observar de cerca todos los ciclo de vida de estas fascinantes criaturas.
Contaminación
Los pesticidas y herbicidas utilizados en la agricultura moderna no solo eliminan las plagas, sino que además afectan a mariposas y polillas, aunque no son su objetivo. La exposición a estos químicos puede afectar su desarrollo y comportamiento, y reducir su tasa de supervivencia y reproducción. La contaminación del aire y del agua impacta negativamente sus hábitats y ciclos de vida, lo mismo que la del suelo y del agua puede alterar el desarrollo de las plantas hospederas, con lo que se menguan sus recursos alimenticios, al volverlos menos nutritivos, e incluso tóxicos.
Especies invasoras
Las invasoras alteran significativamente los ecosistemas, al desplazar a las especies locales y establecer una competencia directa por los recursos con las mariposas y polillas nativas; es entonces cuando la disponibilidad de plantas hospederas se reduce sensiblemente, y con ello las fuentes de alimento y refugio. La depredación directa por parte de especies invasoras, que no tienen competencia en este nuevo medio, también disminuye las poblaciones, y además introduce enfermedades y parásitos para los que ellas no están preparadas.

Mariposa Archaeoprepona demophon recién eclosionada en los zoocriaderos de Alas de Colombia, en La Buitrera (Palmira, Valle). Los zoocriaderos juegan un papel crucial en la conservación de las mariposas, pues criarlas en entornos controlados ayuda a reducir la presión sobre las poblaciones silvestres. Estas instalaciones están obligadas a devolver al menos el 10 % de su producción al hábitat natural de estos insectos para repoblar su entorno.

Polilla del género Patalene (familia Geometridae) en el Jardín Botánico Alejandro von Humboldt de la Universidad del Tolima. Además de ser refugios para especies vegetales, los jardines botánicos son espacios esenciales para la investigación y conservación de la fauna, incluidos los insectos. También desempeñan un papel fundamental en la educación ambiental y en la preservación de especies nativas.
Importancia de la conservación
Las noticias mundiales sobre la pérdida de especies, la devastación de los bosques y la contaminación de los mares, humedales y ríos son cada vez más frecuentes, con lo que se confirma que el equilibrio de la naturaleza se encuentra en riesgo grave. Las mariposas y polillas, que tienen una relación estrecha con los ecosistemas, se ven muy afectadas por estas situaciones, por lo que su existencia está cada vez más amenazada.
A lo largo de la historia del planeta se han extinguido muchas plantas y animales, dejando para muchos ecosistemas un enorme vacío, que crece a medida que un mayor número de especies biológicas desaparece. Uno de los casos más documentados de extinción permanente de mariposas es el de la Xerces azul (Glaucopsyche xerces), de la familia Lycaenidae, que desapareció en la década de 1940 porque la planta hospedera de la que dependía se eliminó durante la urbanización de la bahía de San Francisco. Recientemente el genoma de esta mariposa ha sido develado y se encuentra en la lista de especies con potencial para ser traídas de vuelta a la vida con ayuda de la ciencia.
Las mayores amenazas para las mariposas han sido: la pérdida de hábitats generada por la agricultura, la minería, la urbanización y la ganadería; el cambio climático; y la contaminación tanto del aire, el suelo y el agua, como la causada por la iluminación nocturna de centros poblados. Además, algunas especies han sido sobreexplotadas por cacería para tráfico de fauna. Y aunque dichas actividades ayudan a mantener el desarrollo y progreso de la sociedad, es el momento de replantear e implementar acciones urgentes para mitigar la pérdida de biodiversidad.
Todos podemos aportar. Actualmente existen múltiples opciones para contribuir a la conservación de la naturaleza, imprescindible para la subsis- tencia de la vida.
Estrategias para la conservación de las mariposas
La acción principal para preservar las mariposas y polillas es frenar la pérdida de su hábitat natural. Se deben generar nuevas estrategias de desarrollo que no solo sean compatibles con la biodiversidad, sino que además garanticen su bienestar. En el mundo se ha optado por la «declaratoria de áreas protegidas», dirigida a conservar zonas representativas de diversos ambientes, en las que se alberguen distintas especies de flora y fauna, incluyendo estos insectos alados. A una escala menor, en los lugares afectados por el desarrollo industrial, agropecuario o urbano es fundamental mantener zonas verdes con vegetación nativa y con restricciones al uso de pesticidas. Esto, sumado a la posibilidad de restaurar hábitats degradados, permitiría generar espacios que vuelvan a ser aptos para los lepidópteros, lo cual trae consigo a las aves y a un sinnúmero de especies que proveen servicios ecosistémicos.
Ante la degradación de los ecosistemas existe otra estrategia para la conservación de las mariposas: la restauración ecológica de los hábitats, que consiste en aplicar principios ambientales para reparar daños que aún son reversibles y generar las condiciones adecuadas para la subsistencia de especies propias del lugar. Así se han recuperado espacios propicios para la mariposa monarca a lo largo de su ruta migratoria desde Canadá hasta México, y además se ha impulsado un vasto programa de repoblamiento de las plantas hospederas necesarias para el desarrollo de la especie de mariposa más emblemática de Norteamérica, para lo cual se ha contado con el apoyo de la comunidad, la empresa privada y los diferentes Gobiernos, que han comprendido la importancia de la biodiversidad en la vida, la cultura y el bienestar humanos.
Se ha comprobado que las acciones de restauración y rehabilitación de hábitats se pueden generar tanto en zonas verdes urbanas, patios, jardines y terrazas de nuestros hogares, como en sitios de trabajo, instituciones educativas o de salud; incluso estas últimas, ante la creciente evidencia de los beneficios de la naturaleza para el bienestar de los pacientes, han optado por establecer áreas verdes en sus instalaciones.
Fruto de la urgencia global de proteger abejas, mariposas, aves, murciélagos y demás animales que transportan el polen de una planta a otra, en el mundo han surgido unas iniciativas fascinantes conocidas como «jardines para polinizadores», espacios en los que se siembran plantas, preferente- mente nativas de cada región, que les proveen alimento y refugio a estos seres. En el caso de las mariposas es prioritario sembrar las que son alimento para los estados inmaduros y las que proveen néctar. En general, un jardín colorido, libre de agrotóxicos, con ambientes sombreados y gran variedad de flores, colabora decididamente con el cuidado de las mariposas.
Una de las causantes del declive de las polillas es la iluminación nocturna, que cambia los ritmos de su actividad, pues al estar fatalmente atraídas por las luminarias artificiales quedan condenadas a una muerte segura, ya sea por pérdida de energía, por ser presas fáciles para sus depredadores, o porque no logran encontrar pareja para dejar descendencia. La contaminación lumínica afecta no solo a los lepidópteros sino a otros grupos biológicos, lo que nos lleva a pensar que se deben diseñar opciones más amigables con la biodiversidad.

La mariposa Eurybia unxia exhibe en sus alas patrones oculares que imitan los ojos de un animal más grande. Este ejemplar se documentó en la Reserva Natural Selva Renase, en Amazonas. Estos espacios proporcionan un hábitat seguro para muchas especies y garantizan la conservación de la biodiversidad en regiones vitales como la Amazonia.

La especie Pierella lucia, conocida por sus característicos ocelos en las alas posteriores, es un ejemplo de la biodiversidad que se encuentra en las selvas tropicales. Fotografía tomada en un sendero de la Reserva Natural Selva Renase, un espacio crucial para la protección de muchas especies de mariposas y polillas.
Estrategias en Colombia
Además de la preservación de algunos de los hábitats naturales que les brindan a las mariposas los recursos necesarios para completar su ciclo vital, en Colombia también se impulsan los jardines para polinizadores, y en muchas regiones se han establecido mariposarios y zoocriaderos que cumplen una función como guardianes de las especies más importantes y representativas de cada zona; además realizan una importante labor didáctica para crear conciencia sobre la importancia ecológica de estos maravillosos insectos y fomentan el turismo ecológico, que es muy apreciado entre los admiradores de los lepidópteros.
Mariposarios: los tradicionales tienen la ventaja de que permiten disfrutar de las mariposas durante todo el año, ya que funcionan bajo condiciones controladas en sitios confinados que las protegen de los animales que pueden ser enemigos naturales —como aves, reptiles y arañas—, y al permanecer en un ambiente controlado se garantiza que siempre habrá un buen número de ellas, independientemente de la época del año. Por eso los visitantes pueden conocer de primera mano todos los ciclos de vida de las mariposas, desde los huevos, las larvas y las pupas, hasta finalmente los adultos.
Como desempeñan un papel educativo, los mariposarios son espacios en donde el público puede aprender sobre la biología y ecología de las mariposas de manera interactiva; tanto es así, que muchas instituciones organizan visitas escolares para que los estudiantes, además de conocer el fascinante ciclo de vida de las mariposas, entiendan la importancia de conservar los hábitats naturales de estos insectos.
También contribuyen a la investigación, pues allí los científicos estudian el comportamiento, la reproducción y las interacciones ecológicas de las mariposas para desarrollar estrategias efectivas de conservación y manejo de especies en peligro de extinción.
Casi todas las grandes ciudades de Colombia cuentan con un mariposario que vale la pena visitar. Se destacan, entre otros, los del Jardín Botánico de Bogotá; el Parque Monarca en Tenjo y Zoonatura en Villeta, ambos en Cundinamarca; la Casa de las Mariposas del Jardín Botánico de Medellín; los mariposarios Andoke y del Zoológico, en Cali; Amaranta de Colombia en Pereira, y Paway en Mocoa, Putumayo. Un ejemplo destacado es el Mariposario del Jardín Botánico del Quindío, en Calarcá, uno de los más grandes y visitados de Colombia, que desde 1979 alberga una importante colección que hoy supera las 1500 mariposas de diferentes especies, en un ambiente que recrea las condiciones naturales de los bosques tropicales. En todos estos espacios ecológicos los visitantes pueden observar de cerca el proceso de la metamorfosis y aprender sobre la diversidad de mariposas del país.
Mariposarios a cielo abierto: proyectos de conservación como el Mariposario del Tolima y el Mauricio Babilonia en Mesa de Los Santos (Santander) ofrecen una experiencia completamente diferente. Allí las mariposas son libres, no están confinadas y no se ven obligadas a permanecer en un lugar específico. Esta libertad permite una experiencia más inmersiva, y los insectos pueden interactuar con otros y con el entorno de una forma más natural.
La clave de su éxito radica en proporcionarles a las mariposas las plantas hospederas que necesitan para todas las etapas de su desarrollo, pues para la oviposición (donde las mariposas ponen sus huevos) y para alimentar a las larvas (orugas) se requieren plantas específicas; además, muchas veces las que alimentan a las orugas no son las mismas que alimentan a los adultos, por lo que es crucial conocer y proporcionar las que son adecuadas para cada etapa.
En estos espacios las mariposas están presentes en todas sus fases: huevos, larvas, pupas y adultos, y los visitantes tienen la oportunidad de observar y comprender de manera integral el ciclo de vida completo, desde los diminutos huevos adheridos a las hojas, pasando por las voraces orugas que devoran la vegetación, hasta las crisálidas y finalmente las bellas mariposas adultas alzando vuelo.
Zoocriaderos: estos representan otra estrategia valiosa de conservación, especialmente cuando involucran a las comunidades locales. Estas iniciativas contribuyen a conservar la naturaleza, generan ingresos para las familias rurales y proyectan una imagen positiva de Colombia ante el mundo.
Un ejemplo destacado es la empresa Alas de Colombia, mariposas nativas Ltda., que ha desarrollado un proceso de biocomercio sostenible a partir de la cría de mariposas nativas. En 2001 estableció la producción de 40 especies diurnas en la comunidad de El Arenillo, en Palmira (Valle del Cauca), y gracias a este esfuerzo en 2004 Colombia ingresó a la industria de las mariposas con exportaciones regulares a Europa. Se estima que en un zoocriadero alrededor del 80 % de las larvas alcanzan el estado adulto, mientras que en la naturaleza solo el 5 % lo logra, y además tienen la ventaja de que periódicamente el 10 % de la producción se libera al medioambiente para ayudar a conservar las especies locales.
Así mismo, los zoocriaderos permiten una interacción única con las mariposas. Las personas pueden comprar pupas listas para eclosionar, observar el nacimiento de nuevas mariposas en casa, y finalmente liberarlas al entorno. Esta experiencia fomenta un sentido de responsabilidad y contribuye a la conservación de las especies.
Es fundamental entender que las orugas y los huevos son tan importantes como las mariposas adultas. Cada etapa del ciclo de vida es crucial para la supervivencia y continuidad de la especie: los huevos son el inicio de una nueva generación, las orugas no solo se alimentan para crecer, sino que además acumulan la energía necesaria para el cambio a crisálida o pupa, el puente hacia la transformación final. Interrumpir cualquier etapa impide que las mariposas lleguen a la adultez, lo que tendría un impacto devastador en la población de su especie.
El conocimiento fomenta un profundo respeto y responsabilidad hacia la conservación de las mariposas y sus hábitats. Cuando los visitantes entienden la complejidad y la fragilidad de estos insectos se convierten en defensores informados y comprometidos con su protección. La educación y la concientización son herramientas poderosas en la lucha por la preservación de la biodiversidad.
Lepidoptera Colombiana: otra estrategia innovadora y exitosa de conservación de mariposas es Lepidoptera Colombiana, iniciativa que nació en 2012 con el propósito de divulgar publicaciones científicas sobre mariposas y polillas neotropicales a través de las redes sociales, pero que con el tiempo se ha transformado en una plataforma integral que exalta la importancia de los lepidópteros mediante la investigación, la divulgación científica, la ciencia comunitaria, el arte y el turismo de observación de mariposas, conocido como lepiturismo.
Desde sus inicios Lepidoptera Colombiana ha ofrecido publicaciones y recursos educativos asequibles para una amplia audiencia, labor que le ha permitido sensibilizar al público sobre la importancia ecológica y la diversidad de los lepidópteros en Colombia y en el Neotrópico. Una de sus vertientes más destacadas es «Ciencia comunitaria», iniciativa que busca involucrar a las comunidades locales en la observación y el estudio de mariposas y polillas, lo cual no solo promueve la conservación local, sino que además empodera a las comunidades y les da herramientas y conocimientos para proteger su entorno.
Otra herramienta fundamental para Lepidoptera Colombiana es el arte, que se inspira en las mariposas y polillas para sus diversas expresiones. Además, el lepiturismo les ofrece a los entusiastas de la naturaleza la oportunidad de explorar los hábitats de estos insectos y fomenta un turismo sostenible que beneficia tanto la conservación de los ecosistemas como las economías locales.
Uno de los proyectos más significativos de Lepidoptera Colombiana es el LepiFest, un festival que celebra la diversidad y belleza de los lepidópteros; allí se realizan las «lepimaratones», eventos de ciencia participativa que invitan a la comunidad a conocer y apreciar el mundo de los lepidópteros, especialmente en ciudades y zonas rurales afectadas por el conflicto armado. Estas actividades no solo educan a la población sobre la importancia de estos insectos, sino que además promueven la paz y la reconstrucción del tejido social a través de la apreciación de la naturaleza.
La iniciativa, que se ha consolidado como un referente en la conservación de mariposas y polillas en el país, combina ciencia, comunidad, arte y cultura, y ha creado un modelo de conservación que puede ser replicado en otras regiones.
Jardines funcionales urbanos
Son una estrategia innovadora y efectiva para conservar mariposas en entornos urbanos. Estos jardines, además de embellecer las ciudades, son espacios verdes diseñados específicamente para crear hábitats favorables para las mariposas y otros polinizadores, ya que incorporan plantas nativas que les sirven a estos insectos como fuente de alimento y lugar de reproducción.
Los jardines funcionales urbanos requieren los siguientes elementos clave:
• Seleccionar plantas nativas, esenciales porque las mariposas han evolucionado junto a ellas.
• Plantar especies vegetales hospederas específicas: unas donde las mariposas ponen sus huevos, y otras de las que se alimentan las orugas.
• Sembrar plantas nectaríferas como verbena, lantana, albahaca y girasol, que son las que les proporcionan alimento a las mariposas adultas.
• Incluir una variedad de plantas que florezcan en diferentes épocas del año para asegurar una fuente continua de néctar; además se debe pensar en incorporar estructuras verticales como enrejados y pérgolas, que les permitan a las plantas trepadoras crecer y proporcionar refugio adicional.
• Incorporar fuentes de agua y prácticas de riego eficientes y sostenibles para mantener las plantas saludables, y evitar el uso de pesticidas y herbicidas, que son perjudiciales para las mariposas y otros polinizadores.
Es clave involucrar a la comunidad en el diseño, la siembra y el mantenimiento de los jardines, y además realizar talleres y actividades educativas para concientizar a los residentes acerca de la importancia de los polinizadores y sobre cómo pueden ayudar a su conservación.
Entre los beneficios de los jardines funcionales urbanos está el aumento de la biodiversidad, ya que proporcionan hábitats esenciales para las mariposas y otros insectos polinizadores; además estos jardines les ofrecen a los residentes una oportunidad para conectarse con la naturaleza y aprender sobre los ecosistemas locales, y ayudan a reducir la contaminación del aire, mejoran la calidad del suelo y proporcionan sombra, lo que puede reducir la temperatura urbana.
Los jardines urbanos han sido experiencias exitosas en ciudades como Londres, Río de Janeiro, Ciudad de México y Medellín; de ahí que sea impor- tante impulsar este tipo de iniciativas en los centros urbanos de Colombia, ya que las mariposas y polillas enfrentan múltiples amenazas que ponen en peligro su supervivencia. Es esencial que todos, desde los Gobiernos y las organizaciones no gubernamentales hasta los individuos, trabajemos unidos para proteger estas «alas vulnerables» y garantizar que sigan volando en nuestros cielos.

Una Mechanitis polymnia despliega sus alas con sus escamas androconiales (mechones) para liberar feromonas, en preparación para el apareamiento. Esta especie desarrolla complejas interacciones, puesto que en su etapa de oruga se alimenta de plantas tóxicas, para obtener defensas químicas. Fotografía tomada en el Parque Corazón de Pance (Cali), un espacio urbano diseñado para contribuir a la preservación de especies vulnerables.