Aunque
muchos especialistas la consideran una prolongación
de la
cordillera Central, la serranía de San Lucas se define
como una unidad biológicamente diferente, por el
carácter de aislamiento que presenta respecto de
los Andes.
Pese a estar localizada entre las dos arterias fluviales
más importantes del país, esta formación,
ubicada entre los departamentos de Bolívar y Antioquia,
se puede considerar como una de las montañas más
desconocidas de Colombia.
La serranía de San Lucas se prolonga en sentido norte–sur,
más o menos paralela a la sierra de Ocaña,
en la cordillera Occidental, en la otra orilla del río
Magdalena; tiene una longitud superior a los 200 km, un
ancho promedio de 40 y sus máximas alturas superan
los 2.000 msnm.
Limita por el norte con las poblaciones de Barranco de Loba,
San Martín de Loba, El Banco, Tamalameque, La Gloria
y sus estribaciones más septentrionales se incrustan
en el complejo cenagoso de La Mojana, que contiene más
de un centenar de pequeñas ciénagas y una
docena de espejos de agua de gran tamaño, como la
ciénaga de Zapatosa, la ciénaga de la Chilloa
y la ciénaga de Loba. Sobre estas primeras estribaciones,
que alcanzan los 500 msnm, se encuentran los cerros Malanoche,
el Tangal, las Iglesias, Playitas y La Mojana.
GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA
La serranía está compuesta por rocas igneometamórficas
con un alto grado de cobertura sedimentaria; aunque en la
actualidad esté disectada por el cauce del río
Cauca, tiene una clara influencia de las estribaciones de
la cordillera Central andina, de la cual se desprende.
A pesar de su metamorfismo, esta geoforma fue determinada
por dos sistemas orogénicos: el sistema Palestina–Cimitarra
en su porción sur y el sistema San Lucas al norte.
Las partes más altas se caracterizan por tener vertientes
largas y empinadas, mientras que en las estribaciones el
relieve está compuesto por colinas y ondulaciones
suaves. Su paisaje es el de montaña de clima medio
muy húmedo, con lomas profundamente disectadas, que
presentan pendientes con inclinaciones entre 25 y 75%.
El origen de sus suelos se da a partir de rocas plutónicas-volcánicas
y sedimentos coluvio–aluviales; en la vertiente occidental
son frecuentes los del tipo Troporthens, Dystropepts y Humitropepts,
con una fertilidad natural de moderada a baja, mientras
que en la vertiente oriental, además de los anteriores,
se encuentran Tropofluvents y Eutropetps con fertilidad
entre moderada y alta.
El sistema orográfico es bastante complejo y está
determinado por los cauces de los ríos Magdalena,
Cauca, San Jorge y Sinú, además del sistema
de humedales del Brazo de Loba y de la Depresión
Momposina.
CLIMA
Sobre la vertiente occidental, donde la humedad relativa
es mayor, el clima está altamente influido por el
de la Depresión Momposina; la temperatura varía
entre 18 y 24 °C y la precipitación entre 1.500
y 3.500 mm; la distribución de las lluvias se efectúa
entre marzo y noviembre. Sobre el flanco oriental la temperatura
está sobre los 24°C y la precipitación,
que varía entre 1.500 y 3.000 mm, es de tipo monomodal,
determinada por las riberas del río Magdalena entre
El Banco y Mompós.
El brillo solar es de 2.300 horas año en las partes
bajas y de 1.800 en las altas, con insolación media
entre 60 y 40%, respectivamente. La evapotranspiración
en la zona cenagosa es alta y se calcula superior a los
1.700 mm en el flanco de la Depresión Momposina y
de 1.400 mm en Majagual; la humedad relativa, por lo tanto,
también es alta, entre 75 y 80%, con una máxima
entre mayo y noviembre.
FLORA
En términos generales, sabemos que la vegetación
está compuesta por una selva basal en las partes
más bajas de la serranía y una selva subandina
en las partes altas. Sin embargo, aún no existen
inventarios ni investigaciones que nos permitan mayores
consideraciones acerca de su composición y grado
de endemismo.
La selva basal está compuesta principalmente por
bosque húmedo tropical con gran abundancia de elementos
florísticos diversos. Así, por ejemplo, en
la región próxima a los ríos Opón
y Carare se presentan dos estratos, uno con alturas hasta
de 20 m y otro con árboles emergentes que alcanzan
hasta los 35 m; se trata de selvas muy heterogéneas
con predominio de anón, almendrillo, escobillo, lecheperra
y morino. Estas selvas son consideradas de tipo relictual,
debido al intenso proceso de destrucción a que han
estado sometidas las selvas del valle del Magdalena, cuyas
tasas de deforestación son superiores a las 100.000
hectáreas anuales.
En las selvas subandinas posiblemente se encuentran algunos
elementos como las lauráceas y los robledales, mezclados
con especies de las tierras bajas; predominan algunos géneros
como Miconia, Clusia, Dialyanthera y Cedrella.
A este tipo de bosque, uno de los más afectados en
el país, se le denomina también «bosque
cultural», por encontrarse sobre la franja correspondiente
a los cultivos de café —1.200 a 1.880 msnm—;
es probable que debido a los agudos procesos de colonización
que se han dado en la serranía en los últimos
años, este cultivo haya empezado a desplazar los
bosques originales.
UNIDADES BIOGEOGRÁFICAS
La serranía de San Lucas es un distrito biogeográfico
en sí; adscrito a la Provincia Norandina con 45 distritos,
lo cual hace de ella una de las más diversas y complejas
del país.
En esta unidad ecológica existe una confluencia muy
marcada de elementos andinos, pero también de algunos
elementos del Pacífico y de la Amazonia, los cuales
se encuentran particularmente en las zonas bajas.
La serranía de San Lucas, junto con el complejo Nechí,
es considerada como uno de los Refugios Plesitocénicos
húmedos más importantes, relacionado con el
refugio Sinú–San Jorge, aunque algunos autores
incluyen estos dos en uno solo. Sin embargo, existe un elemento
muy claro para comprobar la separación entre los
dos: se trata de las áreas de dispersión de
dos especies alopáticas de primates del género
Saguinus, que parecen estar determinadas por el
río Cauca. Así, en el refugio Nechí–San
Lucas se encuentra Saguinus leucopus y en el Sinu–San
Jorge Saguinus oedipus.
El refugio de Nechí–San Lucas se extiende por
la margen derecha del bajo río Cauca, incluyendo
los valles del río Nechí; circunda las estribaciones
de la serranía de San Lucas y se prolonga hacia el
sur por el valle del río Magdalena, en las estribaciones
centrales de la cordillera Central en el departamento de
Antioquia.
FAUNA
La fauna silvestre constituye uno de los elementos fundamentales
en el funcionamiento de este gran ecosistema que, como unidad
biogeográfica, no puede ser separado del complejo
lagunar cenagoso, ni de los sectores fluviales del Cauca
y del Magdalena, donde la serranía es simplemente
un ápice del interfluvio. Por tal motivo y dada la
cercanía de estos subsistemas, San Lucas presenta
unas características muy especiales dentro del contexto
del país.
La fauna de esta serranía es una de las más
desconocidas del territorio nacional ya que los inventarios
realizados, se limitan a las partes bajas. La diversidad
de hábitats en la región del río Magdalena
—ciénagas, playones, pantanos, caños,
terrazas inundables, colinas y serranías—,
da albergue una fauna extremadamente rica y diversa; la
avifauna está altamente influida por especies migratorias
que llegan desde Norteamérica en el período
de invierno. En las zonas altas de la serranía hay
una buena cantidad de endemismos.
Entre las aves más características del sector,
encontramos el gavilán cenizo, la garza azul, la
real y la blanca, la tórtola azul, el garrapatero,
el cardenal, el periquito, la gallina de monte, la chorola
petirroja, el cucarachero, el colibrí ermitaño
y el pespirito copete gris.
En la partes bajas abundan los reptiles como el caimán
agujo y las babillas, además de las tortugas tapaculo,
las iguanas de gran porte y gran cantidad de serpientes
como la taya X, la cuatro narices, la boa, la rabo de ají
y la cascabel.
Entre los mamíferos encontramos varias especies de
murciélagos, algunos de ellos habitantes del dosel
selvático, de hábitos alimenticios pescadores;
gran variedad de primates como el mico colorado, el tití
cabeza blanca, el tití piel roja, el mico capuchino
y la marimonda. Se encuentran también el zorro de
monte, la comadreja, la taira, la ardilla roja, el guatín
o ñeque, el conejo cariblanco, el perro de agua y
todos los felinos propios del país, como el jaguar,
el ocelote, el tigrillo, el gato colorado y el puma; el
venado de páramo o coliblanco, el chigüiro,
el oso hormiguero el cusumbo y las tres especies de dantas
completan esta prodigiosa diversidad.
CULTURA
Durante sobrevuelos realizados hace pocos años, se
divisaron algunas malocas grandes en medio del tupido follaje
de la selva, en las partes medias de la serranía.
Sin embargo, hasta el momento no existe ningún estudio
o reporte que dé cuenta de la presencia de comunidades
indígenas en el área.
Esta serranía ha sido considerada un sitio inaccesible,
pues se había convertido en el refugio de muchas
de las poblaciones indígenas aguerridas, pertenecientes
a la familia macrolingüística Karib, durante
los siglos XVI, XVII y XVIII. Antropófagos y belicosos
por excelencia, iniciaron su actividad de asalto y emboscada
a las naves españolas que transportaban mercancías
entre Cartagena y Honda, utilizando toda clase de argucias
para conducir los bergantines a la orilla del río
Magdalena y asaltarlos. Este fue uno de los mayores problemas
que debió enfrentar la Corona Española, pues
mucho tiempo después de haber pacificado al resto
de comunidades indígenas del país, estos grupos,
asentados entre Puerto Mosquito y Puerto Carare, continuaban
levantados en armas. San Lucas se convirtió en su
refugio y posiblemente allí continúen sus
huellas y vestigios.
EL DETERIORO DE UN MUNDO AÚN NO CONOCIDO
A pesar de que se conoce muy poco acerca de los valores
extraordinarios de San Lucas, este ha sido un lugar altamente
impactado por el hombre, especialmente durante los últimos
diez años. Sabemos que a pesar de los serios problemas
de orden público que existen en el área, la
serranía empezó a ser invadida por miles de
mineros artesanales que extraen grandes cantidades de material
aurífero de muy buena ley. Se estima que no son menos
de 30.000 las familias que han iniciado un proceso masivo
de deforestación y extracción de las maderas
finas, prácticamente inexistentes en el resto del
país y en los valles interandinos. No debemos olvidar
que el departamento de Bolívar es hoy el primer productor
de oro en el ámbito nacional: pasó de una
producción de 3.000 onzas troy en 1989 a más
de 300.000 en la actualidad, lo cual comprueba el papel
que puede estar teniendo la serranía en este proceso,
no solo en cuanto al crecimiento productivo, sino también
al deterioro ambiental.