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CAPÍTULO 12

SERRANÍA DE SAN LUCAS

 

Aunque muchos especialistas la consideran una prolongación de la
cordillera Central, la serranía de San Lucas se define como una unidad biológicamente diferente, por el carácter de aislamiento que presenta respecto de los Andes.

Pese a estar localizada entre las dos arterias fluviales más importantes del país, esta formación, ubicada entre los departamentos de Bolívar y Antioquia, se puede considerar como una de las montañas más desconocidas de Colombia.

La serranía de San Lucas se prolonga en sentido norte–sur, más o menos paralela a la sierra de Ocaña, en la cordillera Occidental, en la otra orilla del río Magdalena; tiene una longitud superior a los 200 km, un ancho promedio de 40 y sus máximas alturas superan los 2.000 msnm.

Limita por el norte con las poblaciones de Barranco de Loba, San Martín de Loba, El Banco, Tamalameque, La Gloria y sus estribaciones más septentrionales se incrustan en el complejo cenagoso de La Mojana, que contiene más de un centenar de pequeñas ciénagas y una docena de espejos de agua de gran tamaño, como la ciénaga de Zapatosa, la ciénaga de la Chilloa y la ciénaga de Loba. Sobre estas primeras estribaciones, que alcanzan los 500 msnm, se encuentran los cerros Malanoche, el Tangal, las Iglesias, Playitas y La Mojana.

GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA


La serranía está compuesta por rocas igneometamórficas con un alto grado de cobertura sedimentaria; aunque en la actualidad esté disectada por el cauce del río Cauca, tiene una clara influencia de las estribaciones de la cordillera Central andina, de la cual se desprende.

A pesar de su metamorfismo, esta geoforma fue determinada por dos sistemas orogénicos: el sistema Palestina–Cimitarra en su porción sur y el sistema San Lucas al norte. Las partes más altas se caracterizan por tener vertientes largas y empinadas, mientras que en las estribaciones el relieve está compuesto por colinas y ondulaciones suaves. Su paisaje es el de montaña de clima medio muy húmedo, con lomas profundamente disectadas, que presentan pendientes con inclinaciones entre 25 y 75%.

El origen de sus suelos se da a partir de rocas plutónicas-volcánicas y sedimentos coluvio–aluviales; en la vertiente occidental son frecuentes los del tipo Troporthens, Dystropepts y Humitropepts, con una fertilidad natural de moderada a baja, mientras que en la vertiente oriental, además de los anteriores, se encuentran Tropofluvents y Eutropetps con fertilidad entre moderada y alta.

El sistema orográfico es bastante complejo y está determinado por los cauces de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y Sinú, además del sistema de humedales del Brazo de Loba y de la Depresión Momposina.

CLIMA

Sobre la vertiente occidental, donde la humedad relativa es mayor, el clima está altamente influido por el de la Depresión Momposina; la temperatura varía entre 18 y 24 °C y la precipitación entre 1.500 y 3.500 mm; la distribución de las lluvias se efectúa entre marzo y noviembre. Sobre el flanco oriental la temperatura está sobre los 24°C y la precipitación, que varía entre 1.500 y 3.000 mm, es de tipo monomodal, determinada por las riberas del río Magdalena entre El Banco y Mompós.

El brillo solar es de 2.300 horas año en las partes bajas y de 1.800 en las altas, con insolación media entre 60 y 40%, respectivamente. La evapotranspiración en la zona cenagosa es alta y se calcula superior a los 1.700 mm en el flanco de la Depresión Momposina y de 1.400 mm en Majagual; la humedad relativa, por lo tanto, también es alta, entre 75 y 80%, con una máxima entre mayo y noviembre.

FLORA

En términos generales, sabemos que la vegetación está compuesta por una selva basal en las partes más bajas de la serranía y una selva subandina en las partes altas. Sin embargo, aún no existen inventarios ni investigaciones que nos permitan mayores consideraciones acerca de su composición y grado de endemismo.

La selva basal está compuesta principalmente por bosque húmedo tropical con gran abundancia de elementos florísticos diversos. Así, por ejemplo, en la región próxima a los ríos Opón y Carare se presentan dos estratos, uno con alturas hasta de 20 m y otro con árboles emergentes que alcanzan hasta los 35 m; se trata de selvas muy heterogéneas con predominio de anón, almendrillo, escobillo, lecheperra y morino. Estas selvas son consideradas de tipo relictual, debido al intenso proceso de destrucción a que han estado sometidas las selvas del valle del Magdalena, cuyas tasas de deforestación son superiores a las 100.000 hectáreas anuales.

En las selvas subandinas posiblemente se encuentran algunos elementos como las lauráceas y los robledales, mezclados con especies de las tierras bajas; predominan algunos géneros como Miconia, Clusia, Dialyanthera y Cedrella. A este tipo de bosque, uno de los más afectados en el país, se le denomina también «bosque cultural», por encontrarse sobre la franja correspondiente a los cultivos de café —1.200 a 1.880 msnm—; es probable que debido a los agudos procesos de colonización que se han dado en la serranía en los últimos años, este cultivo haya empezado a desplazar los bosques originales.

UNIDADES BIOGEOGRÁFICAS

La serranía de San Lucas es un distrito biogeográfico en sí; adscrito a la Provincia Norandina con 45 distritos, lo cual hace de ella una de las más diversas y complejas del país.

En esta unidad ecológica existe una confluencia muy marcada de elementos andinos, pero también de algunos elementos del Pacífico y de la Amazonia, los cuales se encuentran particularmente en las zonas bajas.

La serranía de San Lucas, junto con el complejo Nechí, es considerada como uno de los Refugios Plesitocénicos húmedos más importantes, relacionado con el refugio Sinú–San Jorge, aunque algunos autores incluyen estos dos en uno solo. Sin embargo, existe un elemento muy claro para comprobar la separación entre los dos: se trata de las áreas de dispersión de dos especies alopáticas de primates del género Saguinus, que parecen estar determinadas por el río Cauca. Así, en el refugio Nechí–San Lucas se encuentra Saguinus leucopus y en el Sinu–San Jorge Saguinus oedipus.

El refugio de Nechí–San Lucas se extiende por la margen derecha del bajo río Cauca, incluyendo los valles del río Nechí; circunda las estribaciones de la serranía de San Lucas y se prolonga hacia el sur por el valle del río Magdalena, en las estribaciones centrales de la cordillera Central en el departamento de Antioquia.

FAUNA

La fauna silvestre constituye uno de los elementos fundamentales en el funcionamiento de este gran ecosistema que, como unidad biogeográfica, no puede ser separado del complejo lagunar cenagoso, ni de los sectores fluviales del Cauca y del Magdalena, donde la serranía es simplemente un ápice del interfluvio. Por tal motivo y dada la cercanía de estos subsistemas, San Lucas presenta unas características muy especiales dentro del contexto del país.

La fauna de esta serranía es una de las más desconocidas del territorio nacional ya que los inventarios realizados, se limitan a las partes bajas. La diversidad de hábitats en la región del río Magdalena —ciénagas, playones, pantanos, caños, terrazas inundables, colinas y serranías—, da albergue una fauna extremadamente rica y diversa; la avifauna está altamente influida por especies migratorias que llegan desde Norteamérica en el período de invierno. En las zonas altas de la serranía hay una buena cantidad de endemismos.

Entre las aves más características del sector, encontramos el gavilán cenizo, la garza azul, la real y la blanca, la tórtola azul, el garrapatero, el cardenal, el periquito, la gallina de monte, la chorola petirroja, el cucarachero, el colibrí ermitaño y el pespirito copete gris.
En la partes bajas abundan los reptiles como el caimán agujo y las babillas, además de las tortugas tapaculo, las iguanas de gran porte y gran cantidad de serpientes como la taya X, la cuatro narices, la boa, la rabo de ají y la cascabel.

Entre los mamíferos encontramos varias especies de murciélagos, algunos de ellos habitantes del dosel selvático, de hábitos alimenticios pescadores; gran variedad de primates como el mico colorado, el tití cabeza blanca, el tití piel roja, el mico capuchino y la marimonda. Se encuentran también el zorro de monte, la comadreja, la taira, la ardilla roja, el guatín o ñeque, el conejo cariblanco, el perro de agua y todos los felinos propios del país, como el jaguar, el ocelote, el tigrillo, el gato colorado y el puma; el venado de páramo o coliblanco, el chigüiro, el oso hormiguero el cusumbo y las tres especies de dantas completan esta prodigiosa diversidad.

CULTURA

Durante sobrevuelos realizados hace pocos años, se divisaron algunas malocas grandes en medio del tupido follaje de la selva, en las partes medias de la serranía. Sin embargo, hasta el momento no existe ningún estudio o reporte que dé cuenta de la presencia de comunidades indígenas en el área.

Esta serranía ha sido considerada un sitio inaccesible, pues se había convertido en el refugio de muchas de las poblaciones indígenas aguerridas, pertenecientes a la familia macrolingüística Karib, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Antropófagos y belicosos por excelencia, iniciaron su actividad de asalto y emboscada a las naves españolas que transportaban mercancías entre Cartagena y Honda, utilizando toda clase de argucias para conducir los bergantines a la orilla del río Magdalena y asaltarlos. Este fue uno de los mayores problemas que debió enfrentar la Corona Española, pues mucho tiempo después de haber pacificado al resto de comunidades indígenas del país, estos grupos, asentados entre Puerto Mosquito y Puerto Carare, continuaban levantados en armas. San Lucas se convirtió en su refugio y posiblemente allí continúen sus huellas y vestigios.

EL DETERIORO DE UN MUNDO AÚN NO CONOCIDO


A pesar de que se conoce muy poco acerca de los valores extraordinarios de San Lucas, este ha sido un lugar altamente impactado por el hombre, especialmente durante los últimos diez años. Sabemos que a pesar de los serios problemas de orden público que existen en el área, la serranía empezó a ser invadida por miles de mineros artesanales que extraen grandes cantidades de material aurífero de muy buena ley. Se estima que no son menos de 30.000 las familias que han iniciado un proceso masivo de deforestación y extracción de las maderas finas, prácticamente inexistentes en el resto del país y en los valles interandinos. No debemos olvidar que el departamento de Bolívar es hoy el primer productor de oro en el ámbito nacional: pasó de una producción de 3.000 onzas troy en 1989 a más de 300.000 en la actualidad, lo cual comprueba el papel que puede estar teniendo la serranía en este proceso, no solo en cuanto al crecimiento productivo, sino también al deterioro ambiental.

 
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