Al
ascender a las montañas que circundan la ciudad
de Bogotá, los botánicos y naturalistas
Humboldt, Caldas y Mutis realizaron las primeras observaciones
científicas acerca del paisaje paramuno. Posteriormente,
en 1958, José Cuatrecasas consolidó en un
esquema sus observaciones sobre la vegetación colombiana
y los cambios fisionómicos que presenta, de acuerdo
con el gradiente altitudinal de las cordilleras, el clima,
la temperatura y el aspecto de la vegetación y
la flora. En dicho esquema determinó ocho formaciones
vegetales diferentes, definió los límites
del páramo y lo subdividió en tres franjas.
FORMACIONES
VEGETALES DE COLOMBIA SEGÚN JOSÉ CUATRECASAS |
A.
Formaciones de páramo
-
El Subpáramo
-
El páramo propiamente dicho
-
El superpáramo
|
B.
La selva tropical (selva lluviosa neotropical perennifolia)
-
La selva inferior
-
La selva subandina (bosque subandino)
-
La selva andina (bosque andino) |
C.
La sabana y la sabana casmófita |
D.
Formaciones xerofíticas o subxerofítas |
E.
Los manglares |
F.
Formaciones de playas y márgenes |
G.
Los prados marinos |
H.
Formaciones acuáticas |
ZONIFICACIÓN DEL PÁRAMO
A pesar de que varios botánicos y ecólogos
modernos como Cleef, Rangel, Salamanca, Sturm, Vargas
y Van der Hammen, entre otros, han realizado estudios
detallados del páramo colombiano, el esquema clásico
de Cuatrecasas, basado en criterios fisionómicos
y florísticos se mantiene vigente, salvo algunas
modificaciones que resultaron a partir del mayor conocimiento
de la ecología y de la flora paramunas. Se han
descrito 327 tipos de vegetación paramuna, entre
matorrales, frailejonales, chuscales y pastizales. Cada
una de las tres zonas —subpáramo, páramo
propiamente dicho y superpáramo—, fue subdividida
por Cleef, en 1980, en una franja alta y una baja.
Las cordilleras colombianas presentan condiciones ambientales
particulares: la cordillera Oriental cuenta con el mayor
número de páramos y es muy húmeda
debido a la influencia de los vientos continentales procedentes
de la Orinoquia y la Amazonia. La cordillera Occidental
es la más baja y húmeda debido a la influencia
de las corrientes del océano Pacífico sur.
La cordillera Central es la más alta y un poco
menos húmeda y la Sierra Nevada de Santa Marta
posee características propias debido a la influencia
del mar Caribe y a su condición de aislamiento.
EL SUBPÁRAMO
Conocido también como páramo bajo y considerado
como una zona de transición entre el límite
superior del bosque altoandino y el páramo propiamente
dicho; presenta muchos arbustos y árboles bajos
que proceden del bosque adyacente, entremezclados con
la vegetación propia del páramo.
Esta franja paramuna, que se encuentra muy bien delimitada
en la cordillera Oriental, no lo está en las cordilleras
Central y Occidental ni en la Sierra Nevada de Santa Marta,
debido a que en estos lugares no se desarrollan la mayoría
de las especies vegetales que la caracterizan.
LÍMITES Y CONDICIONES AMBIENTALES
Es difícil precisar dónde se inicia el subpáramo
o hasta dónde asciende el límite superior
del bosque altoandino, porque los factores que determinan
estos límites son muy variables. No siempre se
presenta el contacto del páramo bajo con selvas
altoandinas densas; esta transición puede ocurrir
abruptamente entre espesas formaciones arbustivas con
los pajonales–frailejonales, o en un gradiente suave
en extensas laderas de vertientes húmedas; el mayor
contraste se da en la región extremadamente seca
del cañón del Chicamocha, donde algunas
cactáceas de zonas áridas se entremezclan
con la vegetación paramuna.
Algunos investigadores han propuesto la temperatura media
anual de 10°C y la presencia de heladas, como los
principales indicadores para delimitar el subpáramo.
Según otras hipótesis de carácter
ecofisiológico, dicha franja está directamente
relacionada con la poca disponibilidad de nutrientes y
el exceso de acidez del suelo, con la alta tasa de transpiración
y las fluctuaciones constantes de temperatura, luminosidad,
radiación y el número de días con
heladas.
La franja de subpáramo tiene una temperatura media
mensual de 10,2°C, con una máxima de 17,3°C
y una mínima de 3,1°C. La humedad relativa
promedio es de 85% y la evaporación mensual de
82 mm; su precipitación promedio anual es de 1.716
mm, con una distribución unimodal o biestacional,
cuyo período lluvioso va de abril a noviembre y
el mes más húmedo es julio, con 192 mm;
el período seco se presenta entre diciembre y marzo;
enero es el mes más seco, con 57,7 mm.
Debido al disturbio antrópico y a otros factores
como fuertes pendientes y suelos superficiales, en la
cordillera Oriental es frecuente observar zonas paramizadas
a 2.800 msnm; sin embargo, es común en esta cordillera
que el límite inferior del subpáramo se
ubique entre los 3.000 y los 3.200 msnm y el superior
a 3.500 msnm, lugar donde ya hay evidencia, desde el punto
de vista vegetacional y climático, de la existencia
del páramo propiamente dicho; allí los arbustos
son mucho más escasos y la vegetación está
dominada por el pajonal–frailejonal. En las cordilleras
Central y Occidental, por factores topográficos
y de humedad, el subpáramo se inicia a mayor altitud,
aproximadamente entre los 3.700 y los 3.900 msnm y llega
hasta cerca de los 4.000 msnm, por lo cual conforma una
franja mucho más estrecha.
La altitud donde se presenta la zona de transición
entre el bosque y el subpáramo es muy variable
y en muchos casos la actividad del hombre la ha transformado
mediante la adaptación de terrenos para el cultivo
de papa y el establecimiento de pastizales para la ganadería.
También la deforestación del bosque altoandino
y los incendios han conducido a un proceso que favorece
la extensión del subpáramo hacia abajo mediante
el avance de una flora compuesta por arbustos de ericáceas,
especialmente de uvos de monte y reventaderas y algunos
tipos de vegetación graminoide como las cortaderas;
se observa frecuentemente el avance de frailejones típicos
del páramo bajo como Espeletiopsis corymbosa,
Paramiflos glandulosus y Espeletia argentea,
entre otros.
TIPOS DE VEGETACIÓN
En la franja subparamuna se presentan cerca de 112 comunidades
vegetales, como resultado de una gran heterogeneidad de
condiciones ambientales y fisiográficas, en muchos
casos determinadas por factores locales de temperatura,
humedad, suelos, precipitación y contacto con el
bosque altoandino; entre ellas se destacan algunos árboles
propios de los bosques enanos, densos matorrales compuestos
principalmente por ericáceas, varios tipos de chuscales
y algunos frailejones.
LOS BOSQUES ENANOS
El rodamonte —pequeño árbol de tallos
bajos y retorcidos—, forma parches de vegetación
de bosques enanos en hábitats muy húmedos
o en fondos de cañadas; en algunos casos se entremezcla
con encenillos del bosque andino y chusques o bambúes;
cuando crece en contacto con el bosque alcanza alturas
que superan los 8 m, mientras que su crecimiento en áreas
abiertas de páramo es más limitado, —de
1 a 2 m— y su forma se torna aparasolada.
Los bordes de los suelos permanentemente pantanosos son
el hábitat propicio para los bosques enanos de
romero de páramo, arbusto con copas en forma de
globo de color verde oscuro, que crece en medio de los
pajonales de cortaderas y juncos. Su utilización
con fines medicinales y como leña, hacen de ésta,
una especie en peligro de extinción.
Hace más de 20.000 años el coloradito formó
extensos bosques en las zonas de páramo y en las
punas
y se constituyó en un buen refugio para las aves.
Desde entonces ha logrado una especial adaptación
a este hábitat de altura. Al cambiar el clima,
su población quedó reducida a pequeños
fragmentos de bosque en laderas y taludes con grandes
bloques de rocas, los cuales le proporcionaron condiciones
microambientales más favorables. Actualmente se
presenta a partir de los 3.000 msnm, aunque en páramos
como el del Cocuy, se observan pequeñas islas a
4.000 msnm. Su madera es muy utilizada para leña
y cercas.
LOS MATORRALES
Se componen de plantas arbustivas de tallos de poca altura
—de 1 a 5 m— muy ramificados desde la base,
hojas reducidas y coriáceas y flores de colores
intensos. En páramos con tendencia seca, los matorrales
conforman una densa cobertura conocida como cinturón
de ericáceas, pero en los páramos húmedos
se encuentran dispersos. Entre las especies que los conforman
se encuentran uvos de monte, agraces o uvas caimaronas
y reventaderas, así como rosetas de helechos con
tallos cortos; en los lugares bien drenados y expuestos
al viento se entremezclan con comunidades del frailejón
Espeletiopsis corymbosa. En ambientes mal drenados
abundan el amargoso y el chusque.
LOS FRAILEJONALES
Una de las formas de vida mejor adaptadas a las condiciones
de la alta montaña tropical, es quizás el
frailejón; algunas especies tienen un amplio rango
de distribución y otras, en ocasiones, conforman
densas poblaciones que se acomodan mejor en el páramo
bajo, hábitat que comparten con ericáceas
y chusques. Cleef y Rangel encontraron en la Sierra Nevada
de Santa Marta bosques paramunos con frailejones ramificados
del género Libanothamnus, asociados con pequeños
arbustos. En el subpáramo del Parque Nacional Natural
Chingaza, a 3.100 msnm, se puede observar una reducida
población endémica de frailejones no ramificados
de Espeletia uribei, que alcanzan hasta 18 m de altura;
sus tallos desprovistos de hojas están en contacto
con las copas de los árboles del borde del bosque
altoandino.
LOS CHUSCALES
En la parte baja de los páramos húmedos,
como Chingaza, diferentes especies de bambú del
género Chusquea, están presentes
en el límite superior del bosque y hacen parte
de las zonas donde el deslizamiento de suelos es frecuente;
forman densas coberturas en los claros del bosque o cañadas
muy húmedas con luz abundante. El chusque forma
con los frailejones un conjunto de chuscal–frailejonal
en áreas abiertas de páramos húmedos.
En los páramos de suelos profundos y húmedos
domina otra especie de bambú denominado cañuela,
que en la franja del subpáramo alcanza gran porte
—hasta de 4 m de altura— y forma extensas
coberturas; en su interior se destaca la presencia de
algunas hierbas y un estrato rasante con gran diversidad
de musgos. Esta gramínea monocárpica, que
en su ciclo de vida fructifica una vez y muere, es el
elemento más importante en los páramos de
Costa Rica; también se encuentra en los mal denominados
«páramos templados» de los
Andes australes.
VEGETACIÓN ARVENSE Y ANTRÓPICA
De la actividad antrópica se deriva una vegetación
arvense
secundaria, de plantas colonizadoras tolerantes a la alteración
del medio, compuesta por pequeños arbustos conocidos
como chite o cargarrocío, los cuales están
asociados con algunas hierbas en forma de roseta que se
entremezclan con pastos exóticos introducidos al
país, como el pasto oloroso y la falsa poa. A los
tres años de descanso de la tierra de cultivo,
estos arbustos forman parches de matorrales bastante homogéneos.
EL PÁRAMO
De las tres franjas de páramo, es la más
extensa y la mejor consolidada ecológicamente.
En ella imperan condiciones extremas de temperatura y
clima, el paisaje es aparentemente uniforme y tranquilo;
allí el verdadero amo es el viento.
Entre los 3.000 y los 3.800 msnm existe un piso que se
caracteriza por el modelado heredado de la glaciación
pleistocénica.
Este modelado glaciar, compuesto por cubetas de socavamiento
ocupadas por lagunas, turberas
o pantanos, valles glaciares, morrenas laterales, frontales
o de fondo y abundantes bloques y afloramientos rocosos
arrastrados por los glaciares, se manifiesta en una topografía
suave y ondulada que permite clasificarlo como el más
estable y consolidado de los pisos del páramo.
Los suelos tienen un cobertura densa, que impide la erosión
hídrica superficial.
En la vertiente occidental de la cordillera Occidental
la franja paramuna abarca desde los 2.900 hasta los 3.800
msnm; en el flanco oriental sólo es nítida
entre los 3.300 y los 3.800 msnm. En la cordillera Central,
vertiente occidental, se encuentra entre 3.400 y 4.000
msnm; en la Oriental va de 3.200 a 3.900 msnm. En la cordillera
Oriental la mayor extensión se presenta en su flanco
occidental, donde el límite inferior se ubica a
los 3.000 msnm y el superior a los 3.800; en el costado
oriental, el límite inferior se observa a los 3.300
msnm.
LÍMITES Y CONDICIONES AMBIENTALES
En esta franja paramuna las temperaturas tienen fluctuaciones
entre 10 y -2°C; tales variaciones se hacen mucho
más intensas durante los veranos —diciembre
a febrero—, debido a que, por la ausencia de nubes,
los rayos del sol inciden más directamente sobre
la superficie y durante las noches despejadas el calor
se escapa con mayor facilidad.
En la franja de páramo se registra una precipitación
promedio mensual de 137 mm y un régimen pluviométrico
unimodal o biestacional. El período lluvioso se
presenta entre abril y octubre; el mes más húmedo
es mayo con 186 mm. El período seco comprende los
meses de noviembre a marzo y enero es el mes más
seco, con 60 mm.
TIPOS DE VEGETACIÓN
La principal característica del páramo,
desde el punto de vista de la vegetación, con 146
comunidades vegetales, es el dominio del pajonal–frailejonal
y de los pastizales. Los pajonales se componen de gramíneas
en forma de macolla,
de hojas agudas y duras como la paja ratona y generalmente
se encuentran asociados con frailejones.
En la cordillera Oriental, la matriz principal del paisaje
paramuno se compone de extensas áreas cubiertas
de pajonales del género Calamagrostis
y de otros pastos y plantas graminoides del género
Festuca, en general asociados con más
de 20 especies de frailejones; su máximo límite
de distribución altitudinal se sitúa aproximadamente
a los 4.700 msnm. Debido a procesos de dispersión,
ocurridos durante miles de años, en la cordillera
Central se destaca la presencia de extensos pajonales
de Calamagrostis recta asociado con una especie de frailejón
—Espeletia hartwegiana—; son los
pajonales de mayor tamaño, que en algunos casos
alcanzan hasta 1,30 m de altura.
Los frailejones como Espeletia barclayana, Espeletia
jaramilloi, Espeletia congestiflora y Espeletia
argentea, se localizan en la parte inferior del páramo,
mientras que Espeletia grandiflora tiene un amplio
rango de distribución y abarca casi toda la franja;
los frailejones Espeletia lutescens y Espeletia
timotensis, en Venezuela, por estar especialmente
adaptados a condiciones extremas de temperatura, prefieren
las zonas sobre los 4.000 m de altitud.
Entre otros elementos propios de la flora del páramo
de la cordillera Oriental se destacan los chuscales de
varios géneros, especialmente de Chusquea tesselata,
normalmente entremezclados con los pajonales; en el macizo
volcánico Ruiz–Tolima de la cordillera Central,
hay una ausencia casi total de chusques.
Los pastizales están compuestos por gramíneas
de porte bajo, de hojas anchas y suaves que se encuentran
en ambientes abiertos donde se entremezclan con otras
especies de hierbas de reducido tamaño.
LOS MATORRALES
Debido a las limitadas condiciones ambientales de esta
franja de páramo, los matorrales son escasos y
están conformados por vegetación con hojas
menudas, densas, superpuestas o con forma de aguja y con
flores de colores brillantes, amarillas principalmente.
La especie más difundida es el chite, que se encuentra
en los páramos desde Venezuela hasta el Perú;
en Colombia abundan diferentes comunidades con arbustal–pajonal.
Uno de los arbustos que crece en la parte superior del
páramo y forma pequeños parches es la cola
de pavo, del género Loricaria, de hojas reducidas,
comprimidas y dispuestas verticalmente en un solo plano,
como una estrategia para protegerse de la intensidad de
los rayos solares al exponer una superficie menor.
LAS TURBERAS
En el páramo hay grandes extensiones de turberas
con abundante flora, las cuales constituyen ambientes
permanentemente saturados de agua; debido al aporte de
materia orgánica producida por su propia vegetación
y por el ingreso de sedimentos acarreados por la lluvia
y los riachuelos, generan suelos turbosos y negros que
sirven como filtro al retener la materia orgánica
y liberar agua limpia.
En su origen fueron pequeñas cubetas lacustres
y actualmente se encuentran en proceso de sedimentación,
con una tendencia natural a desaparecer, que en algunos
casos se ha acelerado por la elaboración de drenajes
para crear zonas de pastoreo.
Las especies más espectaculares de estos ambientes
son las plantas en forma de cojines, que al agruparse
forman grandes masas verdes semejantes a archipiélagos
dentro de las lagunas. Estos hábitats, denominados
tremedales y tembladerales por estar apoyados sobre un
sustrato blando y de consistencia gelatinosa, pueden soportar
el peso de un hombre.
LA VEGETEACIÓN ARVENSE Y ANTRÓPICA
Está representada principalmente por prados rasantes
de una pequeña hierba de hojas orbiculares —Lachaemilla—,
que domina en lugares de suelos húmedos, donde
se ha compactado el suelo por el continuo pisoteo del
ganado; generalmente crece asociada con otros pastos bajos
del género Agrostis. El uso frecuente
del fuego termina por eliminar los frailejones y arbustos
y sólo queda un pajonal incipiente.
EL SUPERPÁRAMO
Los limites de esta estrecha franja paramuna no son estrictos;
el inferior se sitúa entre los 4.100 y los 4.300
msnm en las cordilleras Central y Oriental y unos 200
metros más alto en el sur de la Sierra Nevada de
Santa Marta y el superior llega casi hasta los 5.200 msnm,
donde comienzan las nieves perpetuas; contiene la vegetación
que se desarrolla a mayor altitud en las altas montañas
de los Andes tropicales.
El superpáramo es el espacio más recientemente
abandonado por el hielo; desde el Holoceno
temprano —hace 10.000 años—, cuando
los glaciares descendían hasta los 3.900 msnm aproximadamente,
los espacios liberados por las nieves perpetuas se han
ido integrando al superpáramo o piso periglaciar.
En las depresiones dejadas por la excavación glaciar
o entre los arcos modelados por las morrenas, se formaron
pequeñas lagunas que lentamente fueron colonizadas
por la biota acuática y terrestre.
En el superpáramo ocurren heladas durante todas
las noches del año y la temperatura media fluctúa
entre los 0 y los 6°C, con fuertes oscilaciones térmicas
que pueden alcanzar los 25°C durante los días
soleados y temperaturas mínimas de -2°C. Estas
características climáticas han sido estudiadas
en detalle por Maximina Monasterio, quien registró
una temperatura media anual de 2,8°C a 4.118 msnm,
precipitaciones de 798,2 mm y variaciones de 11 a 13°C
en la temperatura del aire entre el día y la noche,
con una mínima de -5°C. También registró
un calentamiento rápido de la superficie del suelo
desnudo que llega hasta los 50°C y desciende a -10°C.
Esto indica que en esta franja paramuna hay un estrés
térmico permanente.
El viento es frecuente y fuerte, especialmente entre junio
y agosto; alcanza velocidades de hasta 40 o 50 km, lo
cual produce deflacción —levantamiento de
partículas finas—. Por esto es común
que la cobertura del suelo esté conformada por
gravilla que el viento no puede transportar.
UN ARCHIPIÉLAGO EN LA CIMA DE LAS ALTAS
MONTAÑAS
Durante la mayor parte de su evolución los superpáramos
han permanecido aislados. En la actualidad ocupan las
partes más altas de la cordillera de los Andes
y conforman pequeñas islas, separadas entre sí
por las depresiones dejadas por los valles interandinos
y por las montañas más bajas; esta característica
ha influido en el desarrollo de una vegetación
muy particular, entre la que se encuentran varios endemismos
muy especializados en su propio hábitat.
UN SUELO MÓVIL EN UN «DESIERTO FRÍO»
Otra de las grandes limitantes para el desarrollo de comunidades
vegetales en el superpáramo, es la existencia de
un suelo móvil e inestable debido a la solifluxión
—congelamiento y descongelamiento diarios—.
En esta franja son frecuentes las nevadas, la congelación
del agua en las madrugadas y su fusión que ocurre
el mismo día o al siguiente; se forman así
estalactitas de hielo en las cornizas de las rocas —carámbanos—
y se congelan las pequeñas corrientes de agua.
El agua que se acumula entre los materiales finos del
piso, forma agujas de hielo que levantan pequeñas
partículas de suelo algunos milímetros y
al fundirse al día siguiente generan suelos rizados
o estriados. Esta zona de arenales sujeta a la movilidad
del suelo por constante solifluxión,
ha sido definida como la mobiledeserta; una región
de transición entre el páramo propiamente
dicho y el «desierto frío» de la región
periglaciar.
TIPOS DE VEGETACIÓN DEL SUPERPÁRAMO
Este hábitat, con 69 tipos de comunidades vegetales
conocidas, tiene una escasa cobertura vegetal del suelo,
que está ocupado principalmente por musgos y otras
plantas criptógamas, entre las cuales llama particularmente
la atención el liquen errante del género
Tamnolia.
Algunas gramíneas y juncáceas crecen sobre
la arena y el cascajo; sin embargo las especies más
características del superpáramo son las
del género Senecio, que generalmente están
cubiertas por una densa capa de pelos blancos muy finos;
varias de sus especies de hojas blancas o grisáceas,
como el Senecio niveoaureus en la cordillera
Oriental y el Senecio latiflorus en la Central,
son endémicas.
En la Sierra Nevada del Cocuy es sorprendente el número
de endemismos con varias especies de pequeñas hierbas
en forma de roseta, como el Senecio cocuyanus
y el lítamo real, muy utilizado en la medicina
tradicional de la región, lo que prácticamente
lo ha llevado al borde de la extinción.
Entre las plantas que subsisten a mayor altitud se encuentran
los frailejones Espeletia hartwegiana, Espeletia pycnophilla,
Espeletia lopezii, Espeletia frontinoensis, que llegan
a más de 4.000 m de altitud.
En el superpáramo alto, la vegetación crece
dispersa y aislada sobre un suelo incipiente de arenas
y gravas de origen reciente, o entre las fisuras y oquedades
de las rocas que acumulan la materia orgánica de
musgos, líquenes y arenas derivadas de la erosión
del sustrato rocoso. Son muy escasos los frailejones y
el pajonal es discontinuo sobre grandes superficies de
suelo desnudo; en cambio los tapetes de mus gos y las
plantas en cojín son abundantes.
MATORRALES
Están integrados por pequeños arbustos de
la familia de las compuestas que no sobrepasan los 1,50
m de altura; se encuentran dispersos en los escarpes rocosos,
formando fajas angostas. En las zonas más húmedas
del superpáramo alto de la cordillera Central hay
comunidades de Pentacalia gelida y de Loricaria
colombiana. En el páramo de Sumapaz y en la
Sierra Nevada del Cocuy, los matorrales de Loricaria complanata,
acompañados de Jamesonia goudotii y Lachemilla
nivalis, cubren los suelos bien drenados y arenosos,
desde los 4.000 hasta los 4.400 msnm.
PRADOS DE PASTIZAL AZUL
Esta comunidad vegetal se encuentra más extendida
en las dos vertientes del volcán Santa Isabel y
en el de Santa Rosa, en la cordillera Central. Está
constituida por una agrupación de gramíneas
de porte medio y coloración azulosa, entre las
que predominan Agrostis araucana y Festuca
breviaristata. Poa y Agrostis dominan
entre los pastos. Es notoria la ausencia de estos prados
en la cordillera Oriental y en la Sierra Nevada de Santa
Marta.
VEGETACIÓN PIONERA
Este tipo de vegetación se especializa en colonizar
los espacios que dejan los deshielos, es la que se desarrolla
en la parte más alta del superpáramo, entre
los arenales en proceso de estabilización y en
los suelos incipientes poco evolucionados. Su aspecto
es xeromórfico
y su cobertura discontinua. Algunas de las especies que
ocupan estos suelos en las cordilleras Central y Oriental
son Valeriana plantaginea, Senecio canescens, Lachemilla
nivalis, Hypochoeris sessiliflora, Pernettya prostrata,
Lycopodium crassum, Calandrinia acaulis, Lupinus alopecuroides,
Eringeron chionophilus.
Vegetación acuática o de pantano
Una de las características del paisaje de alta
montaña es la presencia de numerosas lagunas dispuestas
una tras otra en un mismo valle a causa del modelado de
los glaciares, que en sus avances y retrocesos les dio
forma. Se pueden citar, entre otras, la laguna de Chingaza,
en la cordillera Oriental y la laguna del Otún
en la Central. Estas lagunas presentan una vegetación
característica con grandes juncos y plantas sumergidas
en un medio de aguas oligotróficas.
En otros casos, por su reducido tamaño y profundidad,
presentan tapetes de musgos y plantas en forma de cojín;
estos hábitats actúan como «filtros»
al retener los sedimentos transportados desde su periferia
y constituyen un nicho importante para la fauna paramuna.