La
cuenca alta del río Magdalena recibe el aporte
de varios afluentes que nacen en ambientes muy variados
de las cordilleras Central y Oriental, en los cuales se
conforman unidades ecosistémicas que van desde
las nieves perpetuas, hasta cálidos desiertos.
El Macizo Colombiano, el Nudo de los Pastos, el piedemonte
andino, el valle alto del Magdalena, el desierto de la
Tatacoa, el complejo volcánico Ruíz-Tolima
y los rápidos de Honda son los más destacados.
EL MACIZO COLOMBIANO Y EL NUDO DE LOS PASTOS
Una de las formaciones geológicas más importantes
de los Andes colombianos, que conforma una sola unidad
orográfica localizada al sur del país, entre
los departamentos de Cauca, Huila, Caquetá, Putumayo
y Nariño, comprende el Macizo Colombiano y el Nudo
de los Pastos, lugares donde se ramifica la cordillera
andina y cuyas alturas varían entre los 2.600 y
4.700 msnm.
En el Macizo Colombiano, en dirección suroccidente
nororiente, sobresalen los páramos de Cutanga,
el Letrero, Las Papas, el Apio y el Buey y los volcanes
nevados de Sotará, Huila y la sierra de Los Coconucos.
En el Nudo de los Pastos, se destacan los cerros de Bordoncillo
y Juanoy y los volcanes Galeras, Doña Juana y Petacas.
La mayor parte del área surgió durante el
Pleistoceno y corresponde a la formación Popayán,
que consta de lavas, cenizas aglomeradas, ignimbritas
—rocas derivadas de ceniza volcánica—,
tobas y depósitos fluviolacustres intercalados.
Esta formación evidencia una serie de episodios
volcánicos de gran intensidad, que tuvieron lugar
durante el tectónico y el Cuaternario —entre 5 millones
y 10.000 años— y ocupa una gran extensión
del departamento del Cauca, sobre la vertiente occidental
de la cordillera Central, que incluye la planicie de Popayán
y se prolonga por el sur hasta el departamento de Nariño.
Los depósitos de ignimbritas parecen ser anteriores
al levantamiento final de los Andes y probablemente provienen
de los volcanes de la sierra de Los Coconucos y de un
grupo de volcanes alineados en sentido noroccidente-suroriente,
que incluye el Sotará, Sucubún, San Alfredo
y el volcán del páramo del Letrero o Cutanga;
un estratovolcán deformado por acción de
una erosión de origen glacial, con una altitud
de 4.000 msnm, base de unos 15 km de diámetro y
una gran caldera ocupada por el páramo de Las Papas,
donde se encuentran la laguna de La Magdalena, el páramo
del Letrero y la laguna de Los Andes.
ESTRELLA HIDROGRÁFICA
El Macizo Colombiano y el Nudo de los Pastos constituyen
las estrellas hidrográficas más importantes
del país, un reservorio de agua que deriva su potencial
hídrico de la densa masa nubosa que impera en las
cúspides durante unos 320 días al año.
En la zona hay gran cantidad de lagunas, entre las que
se destacan las de La Cocha, Cumbal, Patascoy, La Aguada,
Angelina, Sucumbún, La Magdalena, Cuasiyaco, Santiago,
El Buey, Granacas y San Rafael; también nacen cinco
de los ríos más importantes del país,
los cuales toman tres direcciones diferentes: el Magdalena
y el Cauca van hacia el norte, a la vertiente Caribe;
el Caquetá y el Putumayo corren hacia el suroriente,
a la vertiente Amazónica y el Patía se dirige
hacia el suroccidente, a la vertiente del Pacífico.
El río Magdalena, es la corriente de agua más
importante del país; nace en el departamento del
Huila, en la laguna de La Magdalena, localizada en el
extremo suroccidental de una pequeña planicie del
páramo de Las Papas, conocida como el valle de
Las Papas o páramo de Las Letras, a 3.685 msnm.
En el área de influencia del Macizo, el Magdalena
recibe el aporte de los ríos Majuas, Blanquito,
Mazamorras, Bordones y Páez.
Subordinado a la cuenca del Magdalena y como su principal
tributario, el río Cauca nace en el páramo
de Sotará, departamento del Cauca, a muy corta
distancia de la laguna de La Magdalena. Ha habido una
constante confusión sobre su origen; incluso en
la Colonia se llegó a creer que nacía en
la misma laguna de La Magdalena y por esta razón
la cordillera Central fue denominada La Isla. Hasta hace
poco se afirmó que su nacimiento tenía lugar
en la laguna del Buey, pero realmente nace a 3.280 msnm
al suroccidente de aquella laguna, en el flanco suroccidental
del cerro del Cubilete, en la depresión La Josefita.
Recibe afluentes importantes en la zona del Macizo, como
los ríos Negro, Vinagre y Piedras.
El río Patía se forma a partir de la unión
de los ríos Quilcacé y Timbío en
el departamento del Cauca y dentro del área de
influencia del macizo recibe afluentes importantes como
el Piedras, Esmita, Guachicono, Mayo, Juanambú
y las quebradas Cangrejo, Cazasapos y Matacea.
En el departamento del Cauca, en el cerro de Peñas
Blancas, adyacente al páramo de Las Papas, nace
el río Caquetá, en la confluencia de las
quebradas Peñas Blancas, Las Lajas y Lagunaseca,
a 3.850 msnm; el río Putumayo tiene su nacimiento
en el Nudo de los Pastos, en los cerros de Bordoncillo
y Juanoy en el departamento del Putumayo; recibe la corriente
de los ríos Guineo, Blanco-Cristales, Juisanoy,
Alguacil, San Juan y Guamués que nace en la laguna
de La Cocha y es considerado como su tributario más
importante.
Del Macizo Colombiano y del Nudo de los Pastos se desprenden
dos sistemas hídricos considerados como un macrosistema
o una gran unidad orográfica. En el Macizo nacen
cuatro ejes fluviales que se distinguen porque su régimen
de lluvia es de tipo monomodal: los meses de junio a agosto
corresponden al período húmedo, con el 40%
de la escorrentía al año, mientras que los
meses secos van de septiembre a marzo, sin que en estos
se disminuya sustancialmente su volumen de agua, gracias
a la acción de los páramos húmedos.
El segundo sistema es el del Nudo de los Pastos, donde
nacen el Putumayo y el Guaitara, que vierten sus aguas
en el Amazonas y el Pacífico respectivamente. Los
ríos que aportan al Pacífico tienen su nacimiento
en el conjunto de nevados Chiles y Cumbal y su régimen
hidrológico es similar al del sur, donde los meses
secos son agosto y septiembre y mayo es el de mayor rendimiento.
Por el costado oriental el régimen es monomodal,
semejante al que se presenta en la cuenca del río
Caquetá, donde el período húmedo
es de abril a julio y el seco de septiembre a marzo.
FLORA
La cuenca del Alto Magdalena, antes de emprender su descenso
hacia la parte alta del cálido valle, presenta
varios ecosistemas: las nieves perpetuas, el superpáramo,
el páramo y la selva húmeda del piso térmico
frío.
En el piso nival, debido a sus condiciones extremas, es
prácticamente nula la vida vegetal. Entre los 4.400
y 4.000 msnm se inicia el super páramo, cuya cobertura
es muy escasa y está caracterizada por algunos
arbustos como el palmiche, el senecio, pequeñas
hierbas y algunos musgos y líquenes.
En la franja entre los 4.000 y 3.600 msnm, se encuentran
los páramos propiamente dichos, cuya función
hidrológica se centra en la captación, recepción,
almacenamiento y regulación del agua, por lo que
de ellos depende, en buena medida, la existencia de la
cuenca. Se encuentran corredores continuos de páramos
que arrancan desde el Macizo Colombiano y se desplazan
en sentido longitudinal por todas las cúspides
de la cordillera. En este ambiente se presentan extensos
pajonales que alcanzan los 1,30 m de altura, con dominio
del género Calamagrostis, mezclados con
otras gramíneas y abundantes fraylejones de la
especie Espeletia hartwegiana, así como
con algunos chusques. En las turberas aparecen diversos
musgos, principalmente del género Sphagnum,
y algunas especies que forman almohadillas compactas o
cojines como Distichia muscoides y Azorelia
peduncuiata. Hacia las partes elevadas se encuentra
el chocho y la vegetación leñosa se reduce
a arbustos de escaso porte.
En la zona de transición hacia el bosque andino
empiezan a aparecer los achupallales, nombre con el cual
se conoce a las bromelias terrestres, principalmente del
género Puya, las cuales se encuentran
en elevaciones de 3.600 a 3.400 msnm, en sitios encharcados.
Hacia los 3.000 msnm aparece un bosque de pequeño
porte con profusión de orquídeas terrestres
y epífitas.
El bosque húmedo de piso frío y el andino
se caracterizan por presentar una gran diversidad de especies,
entre las cuales se destacan el laurel de cera, el cucharo,
el arrayán, el guayabo, el mortiño, el guamo,
el hojecueche, el pino colombiano, el azuceno, la quina,
el manzano o manzanito, el cubo, la nasua, el candelo,
el higuerón, la palma de cera, el palmiche, el
corozo, el calabacillo, el estoraque, el motilón,
el macos y el mandure.
La selva húmeda del piso frío se extiende
desde los 3.000 hasta unos 2.600 msnm. Ésta, también
llamada bosque andino, tiene un dosel promedio de 15 a
20 m, que decrece con la altitud; en los parajes más
escarpados se encuentran bosques achaparrados de porte
pequeño, que aparecen dispersos en el paisaje,
como manchas.
FAUNA
Entre la fauna más destacada del Macizo Colombiano
se encuentra el oso de anteojos; este es uno de los pocos
lugares donde subsiste una población importante
de este gigantesco mamífero que tiene hábitos
básicamente vegetarianos. Se observan también
la chucha o raposa y cuatro especies de primates —mono
churuco, mono cotudo, maicero y mico nocturno o tutamono—,
que habitan en las partes más bajas de los bosques.
En la variada fauna de la zona se destacan los lobos,
comadrejas, chucuríes, cusumbos, pumas, tigrillos,
conejos de páramo, ratones silvestres, venados,
venados conejo —el venado más pequeño
del mundo, muy primitivo—, danta lanuda, negra o
de páramo —especie de tapir en vía
de extinción— y varias especies de murciélagos.
En la región hay más de 150 especies de
aves; en las partes más altas del macizo se encuentran
patos, —sobresale el pato de los torrentes—,
el cóndor, el águila de copete, el curuquinga
—ave carroñera de páramo— y
las pavas andinas. Una de las aves más bellas de
la región es sin lugar a dudas el gallito de roca
o tunquí, que comparte su hábitat con cucaracheros,
chiguacos, alondras, carpinteros, yátaros, colibríes
y azulejos, entre muchos otros.
Abundan también en los ambientes húmedos
los anfibios anuros —ranas o sapos— entre
los que vale la pena destacar el Atelopus ebenoides,
especie endémica. Tal vez el único pez nativo
es el pescado negro, endémico de los ríos
de las montañas de la cuenca del alto Cauca.
EL HOMBRE
En medio de montañas, protegida por desfiladeros
y por los cañones que forman la cuenca alta del
Magdalena, conocida por los pobladores prehispánicos
como Huancayo o Guancayo —río de las Tumbas
en lengua Yanacona— se encuentran algunas de las
manifestaciones más refinadas y originales de América,
testimonio de grupos humanos que alcanzaron un alto grado
de civilización. La cultura más destacada
que se estableció en esta zona fue la de San Agustín;
muy poco se sabe acerca de los orígenes de este
pueblo de extraordinarios artífices, que habitó
un área de aproximadamente 500 km2,
cuyas altitudes varían entre los 1.500 y 2.000
msnm, en los actuales municipios de San Agustín,
San José de Isnos y Saladoblanco, en el departamento
del Huila. Este pueblo, que habitó la región
entre el 545 a. C. hasta el siglo XII de nuestra Era,
desapareció sin dejar evidencia alguna de su forma
de vida, aunque se supone que fueron agricultores —cultivaban
yuca, maíz, maní y frutas— y su vida
se desarrollaba bajo un estricto orden jerárquico
militar y religioso.
Alcanzaron un sorprendente grado de desarrollo técnico
que se manifestó en su impresionante estatuaria:
adoratorios, santuarios y sarcófagos monolíticos
ligados siempre al culto a los dioses y a los muertos
y a una mitología que conformó un universo
coherente de creencias, rituales y prácticas religiosas.
Fabricaban cuchillos, buriles y raspadores con piedra
dura y obsidiana, para tallar grandes bloques de piedra
volcánica, como la Fuente Sagrada de Lavapatas,
labrada en el lecho de un río, que representa serpientes,
lagartos, salamandras, monos y figuras humanas.
Muchos de los grandes bloques de piedra fueron arrastrados
hasta los lugares donde se celebraban sus actos rituales
y los principales temas de sus obras eran dioses masculinos
y femeninos asociados al culto del sol, la luna y las
fuerzas de la naturaleza; dioses tutelares, deidades de
la fecundidad y de la creación; sacerdotes, shamanes,
guerreros y grandes dignatarios, todos asociados a animales
ancestrales y simbólicos, que como el jaguar, tenían
poderes y atributos intrínsecos. Una de las expresiones
de mayor valor arquitectónico eran los templetes
funerarios, complejos levantados en piedra y cubiertos
con tierra en forma de montículo, con tumbas dolménicas
—con forma de mesa de piedra—; las lajas que
las cubrían estaban sostenidas por postes o figuras
escultóricas.
La cultura de Tierradentro, localizada en los actuales
municipios de Inzá y Belalcázar y en especial
en los alrededores de San Andrés de Pisimbalá,
fue descubierta por soldados de la expedición de
Sebastián de Belalcázar a comienzos del
siglo XVI. La zona fue ocupada sucesivamente por diversos
grupos humanos que a pesar de sus diferencias debieron
de estar unidos por elementos culturales comunes; fueron
pueblos agricultores que habitaron las sierras y los valles
de la cordillera Central, entre el volcán Puracé
y el nevado del Huila. La región más importante
desde el punto de vista arqueológico, es la parte
oriental, habitada en la actualidad por los indígenas
paeces.
La expresión más importante de esta zona,
desde el punto de vista arqueológico y artístico,
fueron los hipogeos o recintos funerarios subterráneos
de grandes dimensiones y decorados totalmente en su interior,
donde se hacían los entierros secundarios. Estas
tumbas, únicas en América, se excavaban
en los filos de las montañas; los más importantes
descubiertos hasta hoy, están en las cercanías
de San Andrés de Pisimbalá.
La cámara del hipogeo, en general de forma oval
con cubierta abovedada, se sostiene en dos o tres columnas
y los muros pueden tener nichos. En los hipogeos, decorados
con líneas rectas y rombos y figuras antropomorfas
y de animales, guardaban el ajuar funerario que acompañaba
a los muertos en su viaje al más allá.
La expedición de Sebastián de Belalcázar,
Pedro de Añasco y Juan de Ampudia, llegó
desde Pasto a la región del Macizo Colombiano y
en diciembre de 1536 Belalcázar fundó la
ciudad de Popayán. En 1537 Francisco García
de Tovar partió de esta ciudad, pasó por
el valle de Coconuco a lsnos y descubrió el alto
valle del Magdalena. En ese momento la vertiente occidental
del Macizo estaba ocupada por varias tribus: los guambianos,
también llamados silvianos, que actualmente se
encuentran en la población de Silvia, los colindares,
los puracés de familia lingüística
Chibcha, en la región de Puracé; los coconucos
en el valle del Coconuco; los popayán, en el valle
del mismo nombre y los papallatas, que ocupaban el valle
y el páramo de Las Papas y la loma de Los Humos.
En la vertiente oriental habitaban los paeces, que ocupaban
la región de Tierradentro, desde las estribaciones
del nevado del Huila y el valle del río Páez,
hasta el curso medio y bajo del río La Plata; los
guanacos en la región del páramo de Guanacas;
los yalcones en el alto río La Plata; los cambis,
otongos, ohocos, oporapas y mayas —designaciones
que aún conservan dos tributarios de la margen
izquierda del río Magdalena—, en las serranías
de los ríos La Plata y Magdalena; los moscopanes
e itopoes, en el oriente del páramo de Las Papas;
los quinchanas, en la margen derecha del tramo inicial
del Magdalena y los mulanes y culata —posiblemente
los mismos mulales que hicieron parte del conjunto de
tribus que recibió el nombre de Andaquíes—,
en el río Mulale.
Durante la Conquista y la Colonia, se fueron despoblando
vastos sectores debido a la usurpación gradual
de las tierras cultivables por parte de los españoles,
lo que condujo al repliegue de los indígenas hacia
los bosques y los páramos. En la actualidad subsisten
varios resguardos indígenas como el de los paeces,
localizado en los alrededores del volcán Puracé
y el de los guambianos, en la población de Silvia,
entremezclados con los colonos, que al introducir nuevas
formas de vida y crear nuevas necesidades, han contribuido
a la aculturación de estas etnias.
ÁREAS PROTEGIDAS
En el Macizo Colombiano se localizan varias áreas
protegidas y unidades de conservación, como el
Parque Nacional Natural Puracé, el Parque Nacional
Natural Nevado del Huila, el Parque Nacional Natural Cueva
de los Guácharos y los parques arqueológicos
de San Agustín y Tierradentro.
El Parque Nacional Natural Puracé tiene una extensión
de 83.000 ha y comprende el área del Macizo de
Almaguer o Macizo Colombiano y la Sierra de Los Coconucos.
La existencia de más de 50 lagunas, así
como el nacimiento de cuatro de los principales ríos
del país el desierto de la Tatacoa. —Magdalena,
Caquetá, Cauca y Patía—, le dan el
calificativo de Estrella Hidrográfica Colombiana.
Comprende los municipios de Almaguer, Puracé, San
Sebastián y Sotará en el departamento del
Cauca y La Argentina, La Plata, San José de Isnos,
Salado blanco y San Agustín, en el departamento
del Huila. Sus alturas están entre los 2.600 a
los 5.000 msnm.
El Nevado del Huila en el Parque Nacional que lleva su
nombre se considera una de las formaciones más
altas de Colombia —5.365 msnm—; su casquete
glacial, que es al mismo tiempo un volcán, tiene
un área de 158.000 ha y forma parte de los municipios
de Páez, Toribío y Corinto en el Cauca;
Ataco y Ríoblanco en el Tolima y Teruel, Iquira,
Palermo y Neiva en el Huila. La reserva posee alturas
entre los 2.600 y los 5.500 msnm.
El Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos
abarca 29.000 ha, localizadas en el extremo sureste del
departamento del Huila, en jurisdicción del municipio
de Acevedo y sobre la vertiente occidental de la cordillera
Oriental. Esta área constituye la primera reserva
erigida como Parque Nacional Natural, con el propósito
de conservar un conjunto de cuevas de gran valor geológico
y faunístico, pues en ellas se encuentra el hábitat
propio del guácharo. El Parque se enmarca en la
parte alta del valle del río Suaza, tributario
del Magdalena.
DEL VALLE AL DESIERTO DE LA TATACOA
Al bajar de las altas montañas el río se
introduce en la vasta planicie aluvial que enmarcan las
cordilleras Central y Oriental. Desde Neiva, hasta Honda,
sus características se modifican ligeramente al
pasar por ecosistemas que varían entre secos, húmedos
y cálidos. En este segmento de la cuenca alta sobresale
el desierto de La Tatacoa, por ser único en su
género dentro de los refugios secos del país,
pero especialmente por ser uno de los pocos lugares donde
se puede observar la más extraordinaria cantidad
de fósiles paleontológicos, los cuales registran
antiguos períodos geológicos y permiten
que se pueda leer la historia de las más antiguas
manifestaciones faunísticas y florísticas
del país.
Este refugio árido localizado en el municipio de
Villavieja, a 38 km de Neiva, permite ver cómo,
al finalizar el Cretáceo —hace 65 millones
de años—, en una fase inicial del ciclo tectónico
andino, se produjo el levantamiento de la cordillera Central
y el consecuente alejamiento de los mares, para generar
el territorio que ocupa el actual valle del Magdalena.
La vegetación predominante es del tipo herbáceo
y arbustivo y las familias más destacadas son las
cactáceas, conocidas localmente como arepo, cardón,
pitahaya roja y cabecenegro. Este enclave de piso cálido
se caracteriza por tener gran afinidad con otros refugios
secos de la Gran Cuenca del Magdalena, como Sogamoso,
la Candelaria, Villa de Leyva, el cañón
del río Chicamocha y otras zonas áridas
del país, como los cañones de los ríos
Dagua, Juanambú y Patía. Su flora muestra
claras afinidades con la del cinturón árido
pericaribeño, así como con áreas
desérticas de México y Ecuador, valles interandinos
de Perú y Bolivia, el noroccidente argentino e
incluso con parte de Uruguay y el sur del Brasil. Es muy
probable que muchos elementos de esta flora lograran una
vasta dispersión cuando se dieron condiciones climáticas
considerablemente más secas que las actuales, donde
la humedad relativa del aire es de 60 al 65%, la elevación
promedio es de 440 msnm y las estaciones lluviosas se
presentan de abril a mayo y de octubre a noviembre y la
estación seca, de julio a septiembre.
Esta zona árida se ha mantenido a través
del tiempo; el hallazgo de amonites —fósiles
de moluscos cefalópodos— permite establecer
su período de formación hace 340 millones
de años, mientras que el descubrimiento de Toxodon,
Coprolites, Deinoterios, Notoungulata, Astropotherildae
e Interatherildae, evidencia su existencia
durante el Triásico, el Jurásico y el Cretáceo
—hace entre 225 y 70 millones de años—
y la presencia de desdentados como el megaterio —perezoso
gigante— y el gliptodonte —armadillo gigante—
revela su permanencia durante el Pleistoceno,
hace 600 mil años.
El sitio de mayor interés paleontológico
está localizado sobre la microcuenca de la quebrada
La Venta un afluente de Las Lajas. Los contenidos litológicos
de los sedimentos encontrados, evidencian que se originaron
en zonas montañosas del sur y el occidente y luego
fueron arrastrados hacia allí.
EL COMPLEJO VOLCÁNICO TOLIMA-RUIZ
En el corazón de Colombia, sobre el eje de la cordillera
Central, se presentan cinco cumbres nevadas que llegan
a más de 5.000 msnm y sirven como divorcio de aguas
entre las cuencas del Cauca y el Magdalena. Este eje volcánico
ha sido desde hace mucho tiempo uno de los mayores contribuyentes
al caudal de las cuencas medias de los dos ríos,
así como proveedor de nutrientes y minerales, generados
a través de la escorrentía propia de sus
empinadas laderas.
El nevado del Ruíz o Mesa de Herveo, la principal
geoforma del complejo, cuya altitud sobrepasa los 5.300
msnm, es un volcán de tipo escudo que cubre unos
200 km2; su cráter principal es el Arenas,
que tiene 760 m de diámetro y 200 de profundidad
y posee dos cráteres adventicios, La Olleta y el
Alto de la Piraña. Durante los últimos siglos
el volcán ha hecho erupción en varias oportunidades;
las más catastróficas fueron la del 12 de
marzo de 1595, relatada por el cronista Fray Pedro Simón;
la del 19 de febrero de 1845, cuando un alud de hielo
y lodo bajó por los valles de Lagunilla y Santo
Domingo y llegó hasta Ambalema y la del 13 de noviembre
de 1985 cuya avalancha sepultó la población
de Armero.
Al sur del Ruíz se encuentran el nevado de Santa
Isabel —4.950 msnm— y el Paramillo de Santa
Rosa —4.600 msnm—, volcanes inactivos; el
nevado del Cisne —4.700 msnm—, que presenta
un domo basáltico y andesítico y el nevado
del Tolima —5.200 msnm—, que tiene un cono
simétrico, compuesto por capas de lava y roca que
permanecen cubiertas por nieves perpetuas desde los 4.700
msnm. Este volcán que tiene una forma simétrica
perfecta y sus laderas tienen una pendiente del 38%, presentó
actividad en 1825, 1826 y 1943. Los indígenas pijaos
y panches le dieron el nombre de Tolima, que en lengua
Karib significa nieve suprema.
Durante el Pleistoceno el nivel de los glaciares descendió
hasta los 3.000 msnm y alcanzó a cubrir unos 860
km2, su máximo desarrollo. Hace 14.000
años empezaron a intercalarse períodos cálidos
y fríos que ocasionaron retrocesos y avances de
las nieves y a partir de 1845 han sufrido un deshielo
continuo; actualmente sólo conservan casquetes
permanentes el Ruíz, el Santa Isabel y el Tolima,
con un total de 36 km2.
En los valles y laderas de la vertiente del Magdalena,
aún subsisten entre los 2.500 y 3.200 msnm, bosques
andinos con abundancia de especies entre las que sobresale
la Palma de Cera, árbol emblemático de Colombia
y la palma más alta del mundo, que alcanza alturas
hasta de 60 m. Entre la fauna característica de
este ecosistema se destacan las aves y en especial el
perico, el colibrí o chivito de páramo,
el loro de fuertes, la cotorra o loro de Branicki, la
cotorra de palmeras y los tominejos. En el complejo volcánico
hay una reserva natural: el Parque Nacional Natural Los
Nevados, que tiene un área de 38.000 ha localizadas
en los municipios de ViIlamaría, Caldas; Salento,
Quindío; Pereira y Santa Rosa de Cabal, Risaralda
y Casa Blanca, Villahermosa, Líbano e Ibagué,
Tolima. El Parque ocupa la parte más alta de la
cordillera Central —la más elevada de las
tres cadenas andinas de Colombia— y en su territorio
se encuentran cinco cráteres o cuellos volcánicos,
en su mayoría inactivos, varias lagunas, como la
Verde y la del Otún, algunas fuentes termales y
muchas zonas de páramo.
LOS RAUDALES DE HONDA
En Honda, a 600 km de su nacimiento, el río llega
a una altitud de 450 msnm y presenta un escalonamiento
pronunciado, con una pendiente de más del 5%, que
marca el final de la cuenca alta. Con su llegada a este
punto, la turbulencia del Magdalena aumenta y las aguas
tienen que sobrepasar y evadir las grandes rocas que forman
un gran peldaño insuperable para la navegación;
este raudal llamado el Salto Negro, que también
recibe las aguas frescas del río Gualí,
nacidas en el complejo volcánico del Ruíz,
ha hecho imposible la continuidad de la navegación
y prácticamente ha dividido la geografía
y la historia del país en dos.
La fundación de Honda se hizo teniendo muy en cuenta
los requerimientos de la conquista, en el mejor lugar
para conectar a Cartagena de Indias con Santa Fe de Bogotá;
se buscaba hacer la mayor parte del recorrido por el río,
para unir por el camino más corto, remontando los
Andes, la capital con el resto del mundo. El raudal dejó
entonces detenidas en el tiempo al resto de poblaciones
situadas hacia el sur, que eran bañadas por el
río.
Esta barrera hidrogeológica solo es superada por
muchas de las especies de peces que remontan el río
para desovar durante los tres primeros meses del año
— subienda— y luego inician su descenso durante
abril y mayo, para buscar nuevamente las aguas cálidas
del Caribe y de las ciénagas de la vasta llanura
de la parte baja del río —bajanza—.
Cuando crece el caudal del río y empieza a anegar
los espejos de agua que encuentra a lo largo de su curso
medio y bajo, se movilizan las poblaciones estacionales
de peces, que de una u otra forma inician ciclos de procreación,
crianza y migración. Entre las especies más
características de esta porción de la cuenca
hay peces cartilaginosos y óseos; algunos se encuentran
en otras cuencas como las del Sinú, el San Jorge
y hasta el Atrato y otros son endémicos.
La ictiofauna suramericana es las más diversa y
rica a nivel mundial, con más de 4.000 especies
y 60 familias. Colombia posee cerca de 3.500 especies
de peces, de las cuales más de 380 son aprovechadas
económicamente. En el Magdalena se han registrado
146 especies de peces y 98 moluscos; el río se
caracteriza por la abundancia de barbos —peces de
la familia de los bagres, o peces bigotudos como el capitán—.
Durante las capturas de la subienda, en los rápidos
de Honda aparecen rayas, cacheguas, bagres cazones, bagres
gallegos, pejesapos, guabinas, rengues, capaces, capitanes,
doncellas, bobos, sanguijuelas, sangraderas, raspa canoas,
cuchos, corroncorros, matacaimanes, capaníes, vizcaínos,
patalós, bocachicos, cofuntas, moínos, sabaletas,
tolombas, juanviejos, dentones, caloches, caballos, sábalos,
saltones, curbinatas, mojarras y cochejas, entre otros.