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CAPÍTULO 2
EVOLUCIÓN DE LOS
PÁRAMOS EN COLOMBIA
Después
de las temerarias jornadas emprendidas por un puñado
de hombres que iniciaban la conquista del interior del
continente, un mundo desconocido, maravilloso y terrible,
al final del cual esperaban encontrar El Dorado, el reino
de la riqueza que enajenó a los españoles
con el embrujo de la leyenda; después de atravesar
las densas selvas tropicales bajo un sol ardiente y atormentados
por el hambre, la fiebre y las alimañas y guiados
tan solo por la magia de un nombre y por la corriente
del río Grande de la Magdalena y de otros ríos
que los iban llevando más y más allá,
los hombres blancos que desconocían estas tierras,
pudieron observar desde las altas cumbres de los Andes,
un horizonte cuyo aspecto era similar al de la árida
meseta de Castilla, a la que denominaban entonces paramera.
Aquel término venido de tan lejos fue aplicado
a las regiones andinas más altas, heladas y sin
árboles, que se diferenciaban de los exuberantes
valles selváticos que habían dejado atrás
y aun de la plácida sabana en la que encontrarían
el lugar ideal donde inventar otro hogar y otra patria,
que fue para ellos, según Juan de Castellanos:
«¡Tierra de oro, tierra bastecida, tierra
para hacer perpetua casa, tierra con abundancia de comida,
tierra de grandes pueblos, tierra rasa, tierra donde se
ve gente vestida, y á sus tiempos no sabe mal la
brasa; tierra de bendición, clara y serena, tierra
que pone fin a nuestra pena!».
ORIGEN DEL PÁRAMO
A quellas tierras altas que les hicieron evocar la meseta
castellana a los primeros españoles, tuvieron su
origen en el levantamiento de la cordillera de los Andes,
uno de los acontecimientos más extraordinarios
de la historia geológica, el cual generó
grandes cambios en el proceso evolutivo de las especies
que habitaban esta región del planeta.
Durante el Plioceno —hace de tres a cinco millones
de años aproximadamente—, la parte norte
de la cordillera de los Andes comenzó a elevarse
lentamente, debido a la intensa actividad volcánica
causada por el choque entre las placas tectónicas;
así, a partir de una planicie tropical baja, las
montañas finalmente alcanzaron alturas entre los
5.000 y los 6.000 msnm, durante la transición del
Plioceno al Pleistoceno —hace 600.000 años—.
Este proceso coincide en el tiempo con la unión
entre América del Norte y América del Sur,
cuando el istmo de Panamá estableció un
puente ecológico que facilitó el intercambio
genético entre las especies de flora y fauna de
dos mundos cuyos procesos evolutivos estaban fuertemente
diferenciados.
El levantamiento final de los Andes y los episodios glaciales
ocurridos durante el Plio–Pleistoceno —hace
tres a cuatro millones de años—, fueron la
base de la estructuración y modelado de los hábitats
que configuraron el páramo andino. Dichos episodios,
que se prolongaron en parte hasta el Holoceno —hace
aproximadamente 10.000 años —, produjeron
un nuevo tipo de ecología en América del
Sur: el de la alta montaña tropical, caracterizado
por su régimen isotérmico —temperatura
constante durante el año—, equivalente en
ritmo al de los pisos bajos del trópico, pero diferente
de ellos por la fuerte fluctuación térmica
diaria y las bajas temperaturas; se estructuraron así,
hábitats criotérmicos tropicales y ecuatoriales.
LAS PRIMERAS EVIDENCIAS DE PÁRAMO
A comienzos del Plioceno, hace 11 millones de años,
tanto la mayoría de las montañas, que tenían
apenas 1.000 msnm, como algunos picos que llegaban a los
2.000 msnm, estaban rodeados por completo de una vegetación
de selva baja tropical. En las cimas de las montañas
se conformaba el prepáramo; desde los 1.000 msnm
se presentaba una vegetación muy similar a la de
las sabanas, que, según hipótesis de los
científicos Van der Hammen y Cleef, fue precursora
de la vegetación abierta de páramo. Hay
evidencias de que estos elementos herbáceos de
pequeño porte, ocuparon las cimas de aquellas montañas
hace cuatro o cinco millones de años; migraron
de los pisos climáticos adyacentes de menor altitud,
donde se encontraban las sabanas tropicales y de las zonas
templada y fría del sur del continente, a lo largo
de los Andes. Posteriormente, a través del istmo
de Panamá llegaron algunas especies provenientes
del norte del continente o región floral holártica.
Otros elementos importantes en la evolución de
la flora del prepáramo, fueron algunos especímenes
arborescentes y ramificados que crecieron en el límite
superior del bosque andino y que posteriormente dieron
origen a los frailejones, una de las formas de vida más
sorprendentes del norte de los Andes.
EL PÁRAMO TOMA FORMA
A l final del Plioceno las montañas alcanzaron
una altura de 3.000 a 3.200 msnm; surgió entonces,
a partir de los 2.500 msnm, un protopáramo que
comparado con el páramo actual era florísticamente
pobre y tenía abundantes formas de pastos del tipo
de las gramíneas y las ciperáceas; entre
otras se destacaban especies como Valeriana, Plantago,
Aragoa y Eugenia. También apareció
un pequeño árbol, que en algunas épocas
muy frías fue abundante en el límite superior
del bosque; se trata del coloradito, actualmente presente
en áreas muy reducidas del páramo.
CONSOLIDACIÓN DEL BIOMA PÁRAMO
L a conformación de la vegetación del páramo
se inicia en el bajo Pleistoceno, hace dos millones de
años; a partir de entonces, el resultado combinado
de adaptación de elementos endémicos e introducidos,
jugó un papel importante en la evolución
y extinción de muchas especies.
Los estudios de los granos de polen en los sedimentos
que se encuentran entre los 500 m de profundidad y el
actual nivel de la altiplanicie de la Sabana de Bogotá,
demuestran que, en forma intermitente, ocurrieron de 15
a 20 períodos glaciales, seguidos por un número
igual de ciclos interglaciales. El límite altitudinal
entre el bosque y el páramo cambió muchas
veces durante el Cuaternario —600.000 a 10.000 años
antes del presente— y su rango de variación
de aproximadamente 1.200 a 1.500 m, dependió del
lugar donde se encontrara la temperatura media anual de
6 a 7 °C. Durante el período más frío
de los eventos glaciales, buena parte de lo que es el
páramo actual se hallaba bajo el hielo o en la
zona de superpáramo, mientras el propio páramo
se hallaba aproximadamente entre los 2.000 y los 3.500
msnm y ocupaba una superficie varias veces mayor que la
del actual páramo.
Los glaciares alcanzaron su mayor extensión en
el período comprendido entre los 45.000 y los 25.000
años antes del presente, cuando el clima era húmedo
y relativamente frío; durante este tiempo el bosque
pudo ubicarse en lugares cuya altitud estaba 800 a 1.000m
más abajo de donde se encuentra actualmente. En
este período, los glaciares y el bosque pudieron
estar en contacto en las elevaciones localizadas entre
los 2.200 y los 2.700 msnm, pues la franja de páramo,
donde se presentaban abundantes bosques de coloradito,
posiblemente era muy reducida y húmeda.
Posteriormente, entre los 21.000 y los 14.000 años
antes del presente, época que se caracterizó
por ser un período muy frío y seco, la extensión
de los glaciares fue mucho menor, el límite del
bosque bajó y el clima seco produjo una franja
de páramo mucho más extensa, la mayor en
la historia de los páramos; regiones paramunas
que antes se encontraban aisladas quedaron unidas y el
límite entre el bosque y el páramo descendió
cerca de 1.400 m. Durante la fase más fría
y seca de este período glacial, la vegetación
paramuna cubrió la mayoría de los lugares
que se encontraban por encima de los 2.000 msnm: la cordillera
de Mérida en Venezuela; en Colombia la cordillera
Oriental y la Central hasta Ecuador, otras tres áreas
menores en la cordillera Occidental y la siempre aislada
Sierra Nevada de Santa Marta.
Durante las fases glaciales tuvo lugar el mayor intercambio
florístico entre especies que se encontraban en
áreas templadas y en el sur de la puna, con la
zona de páramo; lo mismo sucedió entre especies
de las grandes islas paramunas. Los períodos interglaciales,
como el actual, fueron y son períodos de mínima
migración; en ellos se presenta el máximo
aislamiento entre muchas de las zonas pequeñas
de páramo.
EL CLIMA INESTABLE DEL PÁRAMO
L os períodos glaciales e interglaciales que mejor
registro tienen en los diagramas polínicos —registros
del polen de las plantas durante diferentes épocas—,
presentan una visión cada vez más clara
de los cambios climáticos que afectaron la alta
montaña. Durante los últimos 30 mil años
ocurrieron grandes modificaciones en los cinturones de
vegetación en la cordillera Oriental, relacionados
con los avances o retrocesos de las masas glaciares, según
el clima se tornara más frío o cálido,
húmedo o seco. Aun en tiempos relativamente recientes,
en el Holoceno, hace 10.000 años, las condiciones
climáticas habían mejorado notoriamente
y presentaban una relativa estabilidad; las temperaturas
medias anuales eran aproximadamente 2°C más
altas que las de ahora, por lo cual el área de
páramo se redujo a pequeñas zonas en las
cimas de las montañas andinas.
Sin embargo, el Holoceno no fue un período de completa
estabilidad climática. De acuerdo con los científicos
Van der Hammen y Cleef, los cambios entre las condiciones
de máximas glaciaciones e interglaciaciones, ocurridos
durante el último período glacial, tuvieron
las siguientes secuencias:
Interestadial de Susacá: racha fría de
corta duración ocurrida hace 14.000 a 13.000
años.
Estadial Ciega: hace 13.000 a 12.400 años.
Interestadial Guantiva: período templado lluvioso
y húmedo con predominio de bosques, hace 12.400
a 11.000 años.
Estadial El Abra: el último estadial frío
de la última glaciación, ocurrió
hace 11.000 a 10.000 años. El bosque desapareció
parcialmente otra vez y fue reemplazado por vegetación
arbustiva de subpáramo
10.000 a 3.000 años —Holoceno temprano
y medio—: hace 5.000 años el clima se hizo
más seco y el promedio anual de temperatura subió,
3.000
años al presente —Holoceno tardío—:
el clima se tornó ligeramente más frío
y aumentaron las precipitaciones.
Hace 3.000 años el clima se tornó algo más
frío y húmedo —condiciones que aparentemente
continúan hasta hoy—, aunque al analizar material
de polen depositado en los sedimentos de una pequeña
laguna glacial a 4.760 msnm en la Sierra Nevada de Santa
Marta, se han detectado nuevos cambios en la vegetación
y en el clima ocurridos durante los últimos siglos;
esto indica que el glacial retrocedió alrededor del
año 1.700, debido a un mejoramiento del clima, hacia
finales de la «pequeña edad de hielo».
Grandes áreas de vegetación fueron destruidas
por cambios bruscos en el clima, hasta que se estableció
otro tipo de vegetación forestal o de pastizales
abiertos del tipo páramo, que se adaptaron a las
condiciones extremas de frío. Los suelos erodados
fueron colonizados por el arbusto hayuelo Dodonea
y por arbustos endémicos, como Aragoa, que
tuvieron su origen en el páramo.
Las primeras plantas que colonizaron el medio fueron pequeñas
hierbas de juncos de las familias ciperáceas y ciertas
compuestas que ocuparon lo que anteriormente había
sido dominado por glaciares y superpáramos con suelos
minerales; luego apareció Plantago, Lycopodio,
las Crucíferas —Draba—, Escrofulariáceas
y Cariofiláceas. Otro elemento como Myrica,
un arbusto leñoso conocido como laurel, se localiza
en zonas más secas y bien drenadas.
Los grandes mamíferos como osos, pumas, venados,
dantas y zorros, empezaron a utilizar estos espacios como
corredores de migración; las aves procedentes de
pisos más bajos y de otras regiones, actuaron como
dispersoras de semillas a larga distancia y los artrópodos
encontraron nuevos nichos en la materia orgánica
y la hojarasca, que debido a las bajas temperaturas permanecen
casi intactas durante largo tiempo; también algunos
dípteros e himenópteros como moscas, avispas
y abejorros, encontraron en el páramo nuevos recursos
de alimento, gracias a una vegetación cada vez más
diversa y con largos períodos de floración.
Un importante aspecto en la evolución del ecosistema
de páramo durante el Holoceno es el gradual desarrollo
de suelos, pantanos y turberas; principalmente en los páramos
más húmedos aparecieron musgos que generaron
suelos a partir de las rocas y las plantas en forma de cojín,
las cuales se desarrollaron hace unos 5.000 años.
El actual páramo se estableció hace aproximadamente
10.000 años, luego de sufrir cambios severos de clima
que incidieron en la organización vertical de los
cinturones de vegetación; dichos cambios constituyeron
fuertes retos para la subsistencia de las plantas que evolucionaron
hacia nuevas especies y formas de vida mejor adaptadas a
las condiciones de la alta montaña tropical, donde
el clima, la humedad y la temperatura se habían tornado
extremos.
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