La
historia geológica de Colombia ha estado íntimamente
ligada a la vida oceánica. Desde que inició,
como parte de Suramérica, su largo recorrido de
deriva continental hacia el sitio privilegiado donde se
encuentra hoy, el mar ha cubierto en muchas oportunidades
la mayor parte de los 2’070.408 km2 que
conforman su territorio —1’141.748 km2
de superficie continental y 928.660 km2 de
superficie oceánica—.
La proporción entre áreas emergidas y áreas
sumergidas ha sido extremadamente variable en los últimos
200 millones de años, durante la mayoría
de los cuales permaneció bajo las aguas marinas.
En muchos de los territorios actuales se encuentran evidencias
de su pasado oceánico y su condición de
nación biodiversa se debe, precisamente, al aislamiento
en medio de la vastedad del mar.
Durante el pasado remoto, sus costas fueron bañadas
por el océano mundial de Pantalasa; luego tuvo
su litoral sobre el mar continental de Tetis, cuando Pangea
—el gran continente— se fracturó en
Laurasia y Gondwana; más adelante, gracias a la
deriva de las placas tectónicas, su territorio
contribuyó al establecimiento de los océanos
Pacífico y Atlántico.
En la actualidad, Colombia posee una enorme extensión
de aguas marinas y oceánicas —similar a la
extensión terrestre—. Sus dominios submarinos
están compuestos básicamente por un área
que va desde los 0 msnm hasta fosas de más de 6.000
m, donde hay extensas plataformas, taludes, llanuras,
desiertos, valles, cordilleras, dorsales, atolones, volcanes,
montañas, fumarolas, fosas y abismos prácticamente
desconocidos para la ciencia. En aguas colombianas se
encuentra un punto de convergencia entre tres placas tectónicas;
uno de los pocos lugares de la Tierra considerados puntos
triples —lugares donde hay contacto entre tres placas—,
donde convergen las placas Suramericana, de Nazca, y de
Cocos, hecho que ha determinado buena parte de nuestra
conformación topográfica.
Colombia recibe la influencia de dos grandes cuencas:
la del Pacífico y la del Caribe, lo cual representa
una ventaja competitiva en términos geopolíticos,
pero ante todo una gran fortaleza con respecto a las incalculables
riquezas biológicas y mineras que se encuentran
en estos mares.
MAR CRETÁCICO DE COLOMBIA
A comienzos del Mesozoico, hace 245 millones de años,
el territorio que corresponde a Colombia estaba casi en
su totalidad sumergido bajo las aguas de Panthalasa; tan
solo emergían algunos afloramientos rocosos cuarcíticos
de las formaciones más antiguas del continente
suramericano que hoy forman parte del Escudo Guyanés
—Formación Roraima— y del Escudo Brasileño.
Las serranías de la Macarena, Chiribiquete, Tunahí
afloramientos de la llanura amazónica, sobresalían
en medio de un mar somero que cubría la mayor parte
del país.
A mediados del Triásico, hace 225 millones de años,
comenzaron a surgir las primeras formaciones volcánicas
en la parte central de nuestro territorio y se generó
una gran actividad sísmica que perduró por
más de 100 millones de años. Desde aquel
entonces, los grandes reptiles que poblaban estos territorios
empezaron a mostrar características endémicas
que se acrecentaron debido al aislamiento posterior, a
comienzos del Jurásico, hace 210 millones de años,
cuando Suramérica se desprendió de Pangea,
el macrocontinente mundial.
Al inicio del Cretácico, hace 135 millones de años,
debido a la intensa actividad volcánica y a los
procesos de subducción y convergencia de tres placas,
se inició el levantamiento de la cordillera de
los Andes en la actual cordillera Central, se definieron
ciertas zonas de desiertos y llanuras y quedaron aislados
algunos lagos salados y zonas de marismas. Durante más
de 60 millones de años el mar avanzó y retrocedió
alternadamente hasta consolidar una capa muy extensa de
lodo calcáreo que se convirtió en creta
y tiza —de donde procede el nombre del período—.
Con el retroceso definitivo del agua al comienzo de la
Era Terciaria, la conformación de nuestro país,
especialmente en el centro y sur, presentaba características
físicas muy similares a las actuales. Entre el
lodo calcáreo de una vasta extensión que
coincide con los actuales departamentos de Cundinamarca,
Boyacá, Santanderes, Cesar, Guajira, Magdalena,
Atlántico, Bolívar y Sucre, aparecieron
grandes cantidades de amonites, moluscos y equínidos.
La evidencia de ese mar Cretáceo en Colombia se
observa en múltiples manifestaciones mineralógicas
y biológicas causadas por procesos de evaporación,
precipitación y transformación de componentes
que, sumados a la actividad volcánica y a una orogénesis
activa, generaron una acumulación de minerales
en esta cuenca marítima prehistórica; algunos
de estos depósitos quedaron en los valles interandinos
y en la ceja de selva cuando finalizó el levantamiento
de los Andes, otros se almacenaron en las cumbres de las
montañas o en el altiplano cundiboyacense.
Domos salinos en Zipaquirá, Nemocón, Upía
y Cocuy; minas de carbón y coque en Boyacá,
Guajira y Santander; yacimientos de yeso en Sáchica;
vidrio natural de dolomita en Nemocón; mármol
traventino y amonite en Villa de Leyva; roca caliza y
cemento en Nobsa; minas de ematite, pirita y hierro en
Belencito y yacimientos de petróleo en Cusiana
y Guaduas, son algunos de los materiales que nos dejó
como legado este mar continental.
Hace 65 millones de años, al finalizar el Cretácico,
desaparecieron los dinosaurios y se reinició la
actividad sísmica y volcánica. Investigaciones
realizadas en la Universidad de California confirman que
este momento coincidió con la caída de un
enorme objeto espacial cerca de la península de
Yucatán, que desató olas de más de
150 m de altura, produjo gigantescos incendios y formó
una nube de polvo que ocultó el sol durante años;
el impacto aniquiló el 90% de los vertebrados terrestres.
Después de este episodio, se reacomodaron las placas,
se conformó la geografía definitiva de nuestro
país, surgió el istmo centroamericano y
a través de él llegaron los mamíferos
con multitud de géneros y familias biológicas,
altamente adaptables a las condiciones de este medio.
EL MAR CARIBE
Después de los desarreglos ocasionados por el impacto
del meteorito en Yucatán, se dieron múltiples
procesos de reacomodación de las placas tectónicas,
en particular en el punto triple próximo a Colombia.
A finales del Eoceno —50 millones de años
atrás—, se hundieron grandes bloques a casi
4.000 m y como consecuencia apareció la falla de
Romeral, sector Calamar–Tierra Alta, que generó
la depresión Momposina y surgió la Sierra
Nevada de Santa Marta. La falla de Romeral marcó
entonces el límite aproximado entre la plataforma
marina y la continental, por lo que buena parte del territorio
entre el golfo de Urabá y la Ciénaga Grande
de Santa Marta, volvió a quedar bajo las aguas
marinas. Entonces la corteza oceánica por el costado
noroeste —región actual entre el golfo de
Urabá y la ensenada de Tumaco— se desplazó
hacia el este y debido al peso de los sedimentos abundantes,
aportados por materiales de las recién levantadas
cordilleras, se inició un proceso de subducción
que levantó la corteza continental y modeló
las últimas formas de la cordillera Occidental.
El mar Caribe, que hoy pertenece al océano Atlántico,
anteriormente formaba parte del océano Pacífico.
La separación comenzó con el ascenso hacia
la superficie de un arco de islas de origen volcánico,
denominadas Archipiélago de las Protoantillas;
más adelante dichas islas fueron empujadas por
la placa tectónica del Pacífico hacia el
este, hasta estrellarlas con la placa del Atlántico
Norte, que al desplazarse lateralmente moldeó el
actual arco de las Antillas Mayores y Menores. El surgimiento
del istmo Centroamericano comenzó a mediados del
Terciario, hace unos 30 millones de años; cuando
la conexión terrestre entre Norte y Sudamérica
se consolidó definitivamente y las aguas del Caribe,
que formaban parte del océano Pacífico,
entraron a formar parte de las del Atlántico, quedó
eliminado el contacto entre los dos océanos. En
ese momento se iniciaron grandes intercambios biológicos
entre las especies terrestres y se dio la principal transmisión
de la información genética de primer orden
a lo largo y ancho de todo el hemisferio.
EL MAR DE LOS KARIBES
A su llegada, los españoles bautizaron como Caribe
a este mar continental que diluye sus aguas en el océano
Atlántico, por el nombre de una etnia indígena
asentada en la mayor parte de las Antillas Mayores y Menores.
Se trataba de la macrofamilia lingüística
Karib, un grupo cultural que venía de los confines
del Tapajoz y el Alto Xingu en Brasil, siguiendo los pasos
de otro grupo de aborígenes de la macrofamilia
lingüística Arawak, a los cuales perseguían
por sus mujeres y por sus requerimientos proteínicos,
ya que los Karib eran antropófagos.
LA FRONTERA IMPERIAL
La América hispana nació en el Caribe; el
descubrimiento, el mestizaje étnico y cultural,
la evangelización y la explotación de la
mano de obra aborigen se iniciaron en esta zona, donde
los españoles fundaron sus primeros asentamientos
urbanos.
Hacia fines del siglo XVI comenzó la decadencia
económica de España y surgió el poderío
de Inglaterra. El Caribe se convirtió entonces
en la frontera occidental del Imperio Español,
en su punto más vulnerable y codiciado por las
nuevas potencias, donde los corsarios ingleses, protegidos
por la Corona, y los piratas merodeaban libremente apresando
barcos y saqueando puertos.
Estas actividades de corsarios, piratas y bucaneros se
llevaron a cabo durante los siglos coloniales. Las potencias
europeas se repartieron las Pequeñas Antillas,
Inglaterra se adueñó de Jamaica y Francia
de la parte occidental de La Española, —Haití—.
Sin embargo, durante las guerras de independencia y aún
en el siglo XX, el Caribe siguió siendo una frontera
donde se disputan intereses económicos y políticos.
EL CARIBE COLOMBIANO
Colombia ejerce soberanía sobre aguas del mar Caribe
en dos zonas: el mar territorial, un área aproximada
de 39.100 km2, que se extiende las primeras
12 millas —22 km— a partir de la línea
de costa y comprende la columna de aire, el agua, el suelo
y subsuelo marinos y la zona de uso económico exclusivo,
que se extiende hasta las 200 millas a partir del límite
del mar territorial y donde, por tratados internacionales,
se excluye la columna de aire. Esta zona que limita al
sur con Panamá y Costa Rica, al oeste con Nicaragua
y República Dominicana, al norte con Haití,
Jamaica y Puerto Rico y al este con la hermana república
de Venezuela, tiene un perímetro aproximado de
4.928 km —incluidos los 1.760 km de línea
costera— y una superficie aproximada de 589.000
km2. La profundidad media de la zona colombiana
es de 2.750 m, con lo cual el volumen de aguas marinas
para uso exclusivo del país es de 1’619.500
km3.
La plataforma continental que delinea toda la zona costera
desde Castilletes en la Guajira hasta cabo Tiburón,
es extremadamente ancha en sus dos extremos y muy delgada
frente a Punta Aguja y cabo de San Agustín en el
departamento del Magdalena. Después de la plataforma
se encuentra un talud muy pronunciado, denominado el talud
de Caribana, que va desde los 300 m hasta los 3.000 m
y es el lugar donde se inician la llanura del Abanico
del Magdalena y la Planicie Colombiana, que llegan hasta
los 4.000 m de profundidad; la zona más profunda
se encuentra al frente de las costas entre Urabá
y Puerto Bolívar, a la altura de las fronteras
terrestres con Nicaragua y Honduras; se llama el Escarpe
Hess y su profundidad va de los 5.500 a los 6.500 m.
Frente a las aguas continentales de Nicaragua se encuentran
varias formaciones sobresalientes, como los atolones,
bancos y cordilleras del complejo Bolívar; compuestas
—en un sentido noreste–suroeste, paralelos
a la plataforma nicaragüense—, por la gran
Cuenca Chibcha que incluye la cordillera Bolívar,
los bancos de Turmequé, Panzenu, Roncador, Quitasueño,
Serrana, Serranilla, Alicia y Nuevo; el archipiélago
de San Andrés y Providencia y una gran cantidad
de cayos. Se destacan también los montes sumergidos
de Quimbaya, Zipa, Sue, Calima y varias depresiones como
las de los Cunas y Providencia.
Tanto la temperatura, como la salinidad de esta gran masa
marina presentan variaciones estacionales y espaciales:
en febrero la salinidad en la superficie alcanza 36 ppm
(ppm=partes por millón) y la temperatura 26 °C
y en agosto la salinidad baja a 35 ppm y la temperatura
sube a 28 °C. Se han detectado cinco tipos diferentes
de aguas: las superficiales que van desde la superficie
a los 50 m, con una temperatura media de 27 °C y salinidad
de 35,5 ppm; las subsuperficiales intermedias, entre 70
y 100 m, con una temperatura de 23,5 °C y salinidad
de 37,0 ppm; las intermedias, que se encuentran entre
los 400 y 600 m, con una temperatura media de 15°C
y salinidad de 34,5 ppm; las subantárticas intermedias,
entre 700 y 800 m, con una temperatura media de 10 °C
y salinidad de 35,3 ppm y las profundas del Atlántico
Norte, que se encuentran debajo de los 1.000 m, con una
temperatura de 4 °C y salinidad de 35 ppm.
En la cuenca se observa la presencia de dos corrientes
superficiales: la corriente del Caribe, que corre frente
a la plataforma continental de Colombia, durante casi
todo el año de este a oeste y la contracorriente
del Darién, que entra por Panamá y bordea
de oeste a este las costas colombianas y su intensidad
depende de los vientos alisios; en verano —diciembre
a abril— son fuertes y la contracorriente apenas
alcanza a estrellarse contra la plataforma de Isla Fuerte,
mientras que en el período lluvioso —abril
a julio o septiembre a noviembre— son débiles
y la contracorriente puede alcanzar la península
de La Guajira.
En el Caribe colombiano hay dos corrientes características
de las aguas profundas; la que entra a través de
la cordillera Beata y la cuenca del Ranchería,
a una profundidad de 700 a 800 m, compuesta por aguas
subantárticas intermedias, que hace una circulación
sobre la cuenca de Colombia y se aleja por el norte; la
otra corre por debajo de los 1.000 m y está compuesta
por aguas del Atlántico Norte que penetran al Caribe
a través del estrecho de Los Vientos, entre Cuba
y Haití y entran por el noreste a la zona colombiana
y colman todos los fondos marinos de la cuenca de Colombia.
Las mareas son irregulares a pesar de ser semidiurnas;
sólo se presentan una pleamar y una bajamar, seguidas
de un ascenso y un descenso leves del nivel de las aguas.
La amplitud de marea media no supera los 30 cm, por lo
que no tienen mucha importancia en el Caribe colombiano,
donde la altura media anual de las olas es de 150 a 180
cm y la dirección predominante del oleaje es hacia
el oeste, con oscilaciones entre los 7 y 8 segundos.
UNIDADES BIOLÓGICAS DEL CARIBE COLOMBIANO
Las islas de Providencia y Santa Catalina, que hacen parte
del archipiélago de San Andrés y Providencia,
se encuentran localizadas entre los 13° 19' a 13°
24' latitud norte y los 81° 21' a 81° 24' longitud
oeste; son de origen volcánico con topografía
escarpada, a excepción de una estrecha plataforma
litoral de naturaleza coralina. El complejo arrecifal
que allí se encuentra es el segundo en longitud
del Caribe, con un total de 20 km y va desde 1 km al suroeste
de Providencia, hasta cerca de 11 km al norte. La porción
marina que forma parte de la plataforma continental contiene
tres unidades geomorfológicas: una laguna arrecifal
somera, la cresta o barrera arrecifal y la terraza antearrecifal.
El sustrato predominante en el sector de la laguna arrecifal
está conformado por arena de origen coralino, derivada
de la erosión del coral, de especies de algas calcáreas
del género Halimeda y de excremento de
peces loro; hacia el litoral y en lugares con influencia
fluvial, el sustrato es de arena fina y fangoso. En la
laguna se encuentra una extensa y bien conservada pradera
del pasto marino, Thalassia testudinum, entremezclada
con Siringodium filiforme y algas Penicillus
capitatus, Udotea flabellum, Avrainvillea nigricans
y Halimeda spp; sobre los fondos de arena coralina
o en los parches aislados de coral se pueden observar
colonias de las algas Dyctiota spp. y Turbinaria
turbinata. La laguna presenta numerosos parches de
coral, entre los que hay varios tipos: Millepora
y Acropora palmata, localizados cerca a la cresta
arrecifal, superficiales y expuestos al oleaje y Diploria
strigosa, en aguas someras, generalmente en la terraza
lagunar.
La barrera arrecifal es de dos tipos: una continua, cuya
forma es la de una barrera maciza atravesada por surcos
de disipación de energía y otra discontinua,
formada por pináculos de aproximadamente 10 m de
altura, separados por canales de arena. La terraza antearrecifal
del lado del mar, se encuentra conformada por un plano
rocoso suavemente inclinado que llega hasta donde se inicia
el talud externo de la plataforma insular. En esta terraza
se presentan principalmente los corales gorgonáceas
y Acropora palmata, Montastrea annularis y Diploria
strigosa.
Todo el complejo arrecifal permite la presencia de una
gran variedad de especies de invertebrados que buscan
refugio en las oquedades del arrecife, como esponjas incrustantes,
poliquetos, moluscos, y crustáceos comestibles
como la langosta, el cangrejo rey, el cangrejo del coral,
las actinias y el erizo. Entre los vertebrados se destacan
los peces arrecifales de gran colorido como cardenales,
carajuelos o squirrelfish, chernas y meros o groupers,
pargos o snappers, roncos o grunts, chubs, peces ángel
o angelfish, loros o parrotfish, cirujanos o doctorfish
y ballesta o old wife, entre otros. Se encuentran otras
especies de carácter pelágico como la barracuda,
los jureles o jacks y los tiburones de los géneros
Carcharhinus y Negaprion. En el sector
se encuentran cuatro especies de tortugas marinas Chelonia
mydas, Caretta caretta, Eretmochelys imbricata y Dermochelys
coriacea, las cuales se alimentan en las praderas submarinas.
Otra unidad biológica importante del Caribe colombiano
se encuentra en las aguas tranquilas de la zona del litoral,
hacia el este de Santa Marta, donde protegidos de los
vientos, los arrecifes de coral y las praderas de fanerógamas
se reparten el fondo marino y proporcionan sustento y
refugio a multitud de seres vivos. La fascinante formación
de corales, semejante en algunos casos a arbustos de huesos,
juega un importante papel en el funcionamiento del mundo
submarino, que en este sitio está representado
por más de 50 especies. Allí, el coral Acropora
palmata forma fuertes barreras para proteger vastas
zonas del impacto de las olas y conforma lagunas someras
donde se desarrollan algunos peces. Abunda también
el coral de fuego, Millepora spp, que desempeña
un papel importante como refugio de numerosas especies
de peces.
Algunos invertebrados que sobresalen entre los arrecifes
de coral por su abundancia y colorido son los gusanos
sedentarios, Spirobranchus giganteus y Sabellastarte
magnifica, que semejan flores, o los gusanos de fuego,
Hermodice carunculata y el erizo negro Diadema antiilarum.
También hay gran cantidad de anémonas o
flores de mar y de caracoles, bivalvos, camarones, cangrejos,
estrellas de mar y langostas. Entre los peces de zonas
rocosas y coralinas abundan los pargos, los meros, las
isabelitas, las morenas y los loros.
En las playas poco profundas se extienden apacibles praderas
marinas de Thalassia testudinum, que se mezclan
con corales como Manicina areolata o con el coral
esférico rodante Siderastrea radians y
con la Diploria clivosa que semeja un cerebro;
algunas especies menos abundantes que se encuentran en
forma aislada, son Porites spp. y Millepora
spp.
Otro refugio de vida importante del Caribe se encuentra
en los archipiélagos de San Bernardo y El Rosario,
considerados como un complejo compuesto por arrecifes
costeros, barras, atolones, islas, canales, manglares
y ciénagas que pertenecen a la misma área
sedimentológica. Los procesos geológicos
más importantes de la región se iniciaron
posiblemente hace 35 millones de años durante el
Terciario, a partir del Oligoceno. Estos procesos fueron
afectados por factores estructurales y climáticos
que produjeron en el fondo del mar acumulación
y compactación de detritus biótico, crecimiento
de arrecifes, plegamientos de la corteza por tectónica
reciente, levantamiento de islas y cambio del nivel medio
del mar.
Las depresiones generadas entre los montículos
arrecifales a causa de los descensos del nivel del mar,
se convirtieron en las llamadas Ciénagas del Parque.
Estos cuerpos de agua se encuentran generalmente encerrados
por islas o dentro de algunas de éstas; sólo
se comunican con el mar a través de pequeñas
bocas por donde fluye y refluye la marea.
Las comunidades de praderas marinas presentan una compleja
estructura física y altas tasas de producción
primaria, lo cual las convierte en un base de subsistencia
para diversas especies; sin embargo, muy pocas se alimentan
directamente de los pastos marinos. Algunas se adhieren
a sus hojas o raíces, otras colocan allí
sus huevecillos que al desarrollarse producen larvas que
crecen en ellas durante las primeras etapas de su vida
y muchos peces, crustáceos y moluscos buscan allí
su alimento. Por otra parte, estas plantas protegen la
línea de costa contra la erosión marina,
al disminuir la fuerza del oleaje y al capturar sedimentos
en sus raíces.
Dentro de las comunidades de praderas marinas se desarrolla
una gran variedad de algas —algunas de tamaño
microscópico— en las que el depósito
de carbonato de calcio es básico para el crecimiento
de los arrecifes coralinos, porque a través de
sus ciclos biológicos aportan la estructura y los
materiales que los consolidan; entre estas algas sobresalen
las verdes Penicillus sp., Halimeda
sp. y Udotes sp.
Los arrecifes coralinos son morada de una gran diversidad
de organismos que buscan refugio en ellos; son fuente
de alimento y lugares de reproducción; entre los
invertebrados se han determinado 135 especies de diatomeas
y dinoflagelados —plancton—; 516 de foraminíferos
que viven especialmente en el fondo marino; 27 de antozoarios
e hidroides; 26 poliquetos como los gusanos de fuego;
72 de moluscos, entre los que sobresale el Strombus
gigas o caracol pala, importante recurso pesquero;
50 de ostrácodos; 114 de decápodos y 24
de equinodermos. Los peces comprenden 300 especies dentro
de las cuales se destaca el tiburón gato que se
alimenta de crustáceos, moluscos y equinodermos;
es un pez inofensivo que puede alcanzar los 4 m de longitud.
El tiburón amarillo, otra de las especies frecuentes
en el área, puede ser muy agresivo y al igual que
el anterior sólo se alimenta de invertebrados y
de algunos peces. Además, sobresalen en los arrecifes,
por su vistoso colorido y diseño, numerosos peces
como los de los géneros Chaetodon, Eupomacentrus,
Chromis, Thalassoma, Scarus, Sparisoma y Balistes;
otros vertebrados abundantes son el delfín y la
tortuga carey.
EL OCÉANO PACÍFICO
El área del Pacífico que corresponde a Colombia
hace parte de la gran cuenca de Panamá y comprende
la plataforma continental del Chocó, el talud del
Baudó, la gran fosa colombiana, la dorsal de Malpelo,
la cordillera del mismo nombre y la de Yuruparí
y las depresiones Omagua y Maquina.
En la zona hay varias placas tectónicas que presentan
movimientos relativos entre sí: las placas de Nazca
y Cocos se dividen a partir de una zona de generación
de corteza oceánica, que se encuentra en los valles
centrales de dos cordilleras sumergidas, que se denominan
dorsal de las Galápagos y dorsal del Pacífico
oriental; a lo largo de esta zona, los magmas provenientes
del manto alcanzan el fondo marino, se enfrían
y llegan a constituir las masas rocosas rígidas
y móviles de la corteza oceánica de ambas
placas. La placa de Cocos se desplaza hacia el nororeste,
choca y se hunde bajo la placa Suramericana y la placa
de Nazca se mueve hacia el este y también se hunde
bajo la placa Suramericana, a lo largo de una franja oceánica
profunda, conocida como fosa de subducción entre
Chile y Perú; estos movimientos generan los esfuerzos
responsables de los maremotos, a consecuencia de los cuales
surgen los tsunamis, muy frecuentes en nuestras costas.
EL MAR DEL SUR
Las corrientes humanas migratorias que poblaron el continente
suramericano, probablemente vinieron de Australia, a través
de la Antártida y de Asia, cuando los melanesios,
hábiles marinos que descubieron la mayoría
de las islas del Pacífico, pudieron haber atravesado
el océano hasta llegar a las costas de América
del Sur.
A comienzos del siglo XVI, algunos españoles comenzaron
a salir de la zona caribe, en busca de los países
del oro de que hablaban las leyendas. Guiado por un indígena
y después de andar durante muchas semanas por entre
las selvas y pantanos de la región del Darién,
Vasco Núñez de Balboa divisó desde
una loma, en el istmo del actual Panamá, el océano
que llamó Mar del Sur, el 25 de septiembre de 1513.
A partir de ese momento la Corona comprendió totalmente
la magnitud del continente descubierto por Colón
y se abrió la ruta hacia el Imperio Incaico, que
culminaría con la conquista del Perú.
EL PACÍFICO COLOMBIANO
Colombia ejerce soberanía sobre aguas del océano
Pacífico en dos zonas: el mar territorial, un área
aproximada de de 29.000 km2 que se extiende
las primeras 12 millas a partir de la línea de
costa y comprende la columna de aire, el agua, el suelo
y subsuelo marino y la zona de uso económico exclusivo,
que va hasta las 200 millas a partir del mar territorial
y donde, por tratados internacionales, se excluye la columna
de aire. La zona de uso económico exclusivo limita
al sur con Ecuador, al oeste con aguas internacionales
del Pacífico, al norte con Panamá y Costa
Rica y al este con el litoral costero, formando un perímetro
aproximado de 3.200 km —incluidos los 1.300 km de
línea costera—. Este perímetro encierra
una superficie aproximada de 339.500 km2 y
si tenemos en cuenta que la profundidad media del Pacífico
en la zona colombiana es de 3.125 m, el volumen de aguas
marinas con las que cuenta el país para su uso
exclusivo es de 1’060.000 km3.
El litoral en la parte norte del Pacífico colombiano,
que va desde el límite con Panamá hasta
Cabo Corrientes, está conformado por acantilados
que hacen parte de la margen occidental de la serranía
del Baudó. La parte sur, desde cabo Corrientes
hasta la frontera con el Ecuador, está formada
en su mayoría por planos aluviales, aunque también
se observan algunos sustratos rocosos en cercanías
de Tumaco, las bahías de Buenaventura y Málaga.
La isla de Gorgona y la ensenada de Utría presentan
pequeñas playas de arena blanca producidas por
la erosión de los corales, mientras que los fondos
marinos y el resto de las playas del Pacífico colombiano
están constituidos en un 95% por sedimentos lodosos
de origen terrígeno aportados por ríos;
el restante 5% es producido por la erosión costera.
La plataforma continental no es muy ancha y alcanza su
mayor extensión —50 km—, en la zona
comprendida entre la población de El Choncho, cerca
de bahía Málaga, hasta punta Guascama, cerca
de la población de Mosquera en el departamento
de Nariño.
El relieve del fondo marino del Pacífico colombiano
se caracteriza por la presencia de la dorsal de Malpelo,
una cordillera submarina ubicada en el centro de la zona
colombiana, cuya máxima elevación es la
isla de Malpelo, localizada a 330 km al frente del puerto
de Buenaventura. Otras cordilleras, o tramos de éstas,
como las de Cornegie, Cocos y Galápagos, también
surcan el Pacífico colombiano, donde además
se observan restos de una cuarta cordillera de los Andes,
que por procesos de subducción se sumergió
en el océano Pacífico y formó una
extensa depresión donde se acumularon sedimentos
durante un largo período; estos se plegaron por
procesos de orogénesis y dieron lugar a dicha cordillera
de 1.400 km, que va del golfo de Urabá al golfo
de Guayaquil en Ecuador y de la cual quedan algunos vestigios
como las islas de Gorgona, Gorgonilla y el Peñol
del Viudo, la serranía de los Cuchillos al norte
y posiblemente algo de la serranía del Baudó.
La máxima profundidad que se observa en el Pacífico
colombiano es una fosa con más de 6.000 m de profundidad,
ubicada al frente a la isla Malpelo.
Las aguas del Pacífico colombiano son menos saladas
que las del Caribe, debido a la influencia de un gran
número de ríos cortos, pero de gran caudal
que surcan la costa. Las masas de agua que se presentan
en la zona son de cinco tipos: la superficial ecuatorial
tropical oriental, que va de 0 a 45 m, tiene una salinidad
de 31,5 a 32,5 partes por mil (ppm) y una temperatura
de 27,4 a 26,5 °C; la subsuperficial subtropical y
ecuatorial tropical, que va de 50 a 200 m, tiene una salinidad
de 35 ppm y una temperatura de 26,5 a 16 °C; una capa
de transición térmica o termoclina que se
mueve influenciada por la corriente subsuperficial y se
desplaza paralela a la corriente cálida ecuatorial,
entre los 150 y 300 m; la de aguas del Pacífico
ecuatorial, entre los 200 y 1.000 m, cuya salinidad es
de 34,6 a 35 ppm y la temperatura de 16 a 4 °C; el
comportamiento de esta masa, formada por las aguas subárticas,
es muy uniforme; finalmente, una masa de aguas profundas
procedentes del Antártico, que va de los 1.000
m en adelante; su salinidad es de 35 ppm y la temperatura
es de 4 a 1 °C. En buena parte del Pacífico
norte ocurre un fuerte afloramiento de aguas profundas,
sobre todo de mayo a diciembre, con temperatura media
de 20,5 °C y salinidad 33,2 ppm; en los meses de enero
a abril este afloramiento se desplaza fuera de la ensenada
de Panamá y disminuye el nivel de las aguas en
la parte costera de Colombia.
Las corrientes superficiales dependen de los vientos que
son determinados por el desplazamiento de la zona de convergencia
intertropical; la corriente ecuatorial del norte se forma
en la ensenada de Panamá y luego se desplaza rumbo
al oeste, a lo largo del paralelo 12° norte; la contracorriente
ecuatorial se origina en la parte central del océano
Pacífico y se desplaza al este, entre los paralelos
5° y 7° norte, hasta llegar al meridiano 85°
oeste, en donde integra sus aguas al sistema de circulación
de la ensenada de Panamá y al de la corriente de
Costa Rica; la corriente del golfo de Panamá es
ciclónica y después de cruzar sobre la plataforma
del Pacífico colombiano con dirección al
sur, termina uniéndose en el oeste con la corriente
ecuatorial del sur; la corriente de Humboldt o corriente
del Perú, que recorre de sur a norte las costas
de Chile, Perú y parte de Ecuador, gira al oeste
para formar la corriente ecuatorial del sur y una rama
continúa bordeando las costas de Ecuador y Colombia
para formar, desde Cabo Manglares en límites con
Ecuador, la corriente de Colombia, que llega hasta Punta
Cocos con dirección predominante hacia el noreste.
En general, el Pacífico se caracteriza por la presencia
de afloramientos de aguas ricas en nutrientes generados
por la divergencia de corrientes; las mayores concentraciones
de nutrientes se encuentran en proximidades de la isla
Gorgona, en la zona costera del golfo de Panamá
y en Cabo Marzo, pero estas condiciones son eventualmente
alteradas por el fenómeno del Niño.
El oleaje tiene dirección predominante hacia el
noreste y se inclina lentamente hacia al norte a medida
que se adentra en aguas oceánicas; la altura media
de las olas es de 150 cm en la plataforma
continental y la zona costera y de 180 cm en las aguas
oceánicas; el período del oleaje —tiempo
entre dos crestas— aumenta a medida que se acerca
a la costa y en general oscila entre 9 y 12 segundos.
Las mareas de la costa Pacífica colombiana son
regulares; se presentan dos pleamares
y dos bajamares
completas en un día. La amplitud media de la marea
es de 2,95 m y puede llegar hasta los 5 m, variación
que le confiere al litoral características que
influyen directamente sobre los ecosistemas costeros.
UNIDADES BIOLÓGICAS DEL PACÍFICO
COLOMBIANO
Entre los accidentes y las unidades ecológicas
más importantes del Pacífico están
las islas continentales de Gorgona, Gorgonilla y la isla
de tipo volcánico de Malpelo.
Las islas continentales constan esencialmente de rocas
básicas volcánicas —basaltos y gabros—,
sobre las cuales existen depósitos sedimentarios
plegados, de edad terciaria. Dentro de los ambientes marinos
sobresalen los ecosistemas coralinos, con bancos dominantes,
en un 75% del género Pocillopora, con seis especies;
el límite occidental de distribución actual
de estos corales, que existen desde el mar Rojo, el océano
Pacífico y el Índico, está en Gorgona.
Además, se encuentran otras siete especies de corales
masivos de los géneros Gardineroseris, Porites
y Pavona, que predominan en profundidades de
6 m y tienen un crecimiento más lento.
Existen no menos de 237 especies de moluscos marinos —161
caracoles o gasterópodos y 76 bivalvos— y
46 especies de gusanos marinos del grupo de los anélidos
poliquetos; dos de ellos son especies endémicas:
Nothria gorgonensis y Maldane gorgonensis.
Los crustáceos decápodos y macruros están
representados por cinco especies y los braquiuros por
70.
Las aguas que circundan Gorgona son frecuentadas por delfines,
marsopas, cachalotes o calderones, además de la
ballena conocida como yubarta o ballena de gibas. Se han
observado también lobos marinos que probablemente
sean Arctocephatus australis galapagoensis, cuya
área de reproducción corresponde al archipiélago
de Galápagos. No menos singulares resultan los
pingüinos que llegan del sur, seguramente por corrientes
frías, en algunas épocas del año.
Los tiburones encuentran en las aguas de la Gorgona un
hábitat propicio. Se han registrado una decena
de especies pertenecientes a tres familias.
Malpelo es una isla localizada a los 3° 51’
07” N y 81° 35’ 40” W, que constituye
la posición más occidental de Colombia.
Se encuentra ubicada sobre la Dorsal de Malpelo, que se
eleva cerca de 4.000 m desde fondos abisales
y tiene un área de 3,5 km2; está
conformada por una isla principal y cerca de diez islotes
y pequeñas rocas distribuidas en una extensión
cercana a los 2,5 km. La isla es un hito aislado de tipo
volcánico, perteneciente a una formación
volcánica submarina que se estabilizó en
el Mioceno, hace unos 20 millones de años ; tiene
pendientes pronunciadas y presenta tres picos entre los
cuales el más alto alcanza 390 msnm. En su perímetro
se forman cavernas moldeadas y erosionadas por la acción
de las olas. La separan de América Central enormes
profundidades y nunca ha estado conectada con el continente.
La profundidad desciende abruptamente hasta cerca de los
120 m, donde parece haber una meseta formada durante el
Pleistoceno, un millón de años atrás;
allí aparecen nuevamente acantilados que se extienden
hasta los 4.800 m de profundidad.
En la zona somera hasta cerca de los 6 m, las paredes
rocosas están habitadas por Balanus peninsularis,
Tetraclita stalactifera, el erizo perforador Echinometra
vanbrunti, y esponjas del género Polyfibrospongia
acompañadas de algas pardas del género Lobophora.
A una profundidad que está entre los 6 y 23 m se
encuentran abundantes algas coralinas incrustantes, corales
y octocorales de varios géneros, como Pacifigorgia
y Lophogorgia. Si bien, los corales hermatípicos
no alcanzan a formar estructuras arrecifales por las altas
pendientes, presentan una adaptación de crecimiento
en forma de tejas, que le dan una apariencia especial
al paisaje marino. Las comunidades coralinas presentan
una zonificación acorde con la profundidad; en
aguas someras hasta los 9 m, se encuentra el género
Pocillopora, de ahí hasta cerca de los
20 m, los géneros Pavona y Porites
y a mayores profundidades el género Gardineroseris.
De este punto hacia abajo, se encuentran algas filamentosas,
pequeñas esponjas incrustantes, ostras del género
Ostrea y el hidrocoral ramificado Errinopora
pourtalessi.
Son abundantes los tiburones martillo, los toyos del género
Carcharinus y Mustelus, el espectacular
tiburón ballena que alcanza longitudes hasta de
15 m y el pez diablo. Hay gran cantidad de cardúmenes
de jureles, pargos, meros, chernas y atunes, de extraordinarias
dimensiones.
Igualmente se encuentran grandes cantidades de esponjas,
briozoos y ascidias. Dentro de los moluscos resaltan,
Cypraea albuginosa, C. isabellamexicana, C. cervinetta
y C. teres, entre otras especies y caracoles
del género Conus. Los crustáceos
están representados por la familia Palaeomonidae;
los camarones por las familias Gnathophillidae y Alpheidae,
entre otras. Hay además cangrejos del género
Lismata, la langosta espinosa y finalmente otros
cangrejos de las familias Xanthidae y Majidae.