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CAPÍTULO 6

OCEANOS Y MARES
DE COLOMBIA

 

La historia geológica de Colombia ha estado íntimamente ligada a la vida oceánica. Desde que inició, como parte de Suramérica, su largo recorrido de deriva continental hacia el sitio privilegiado donde se encuentra hoy, el mar ha cubierto en muchas oportunidades la mayor parte de los 2’070.408 km2 que conforman su territorio —1’141.748 km2 de superficie continental y 928.660 km2 de superficie oceánica—.

La proporción entre áreas emergidas y áreas sumergidas ha sido extremadamente variable en los últimos 200 millones de años, durante la mayoría de los cuales permaneció bajo las aguas marinas. En muchos de los territorios actuales se encuentran evidencias de su pasado oceánico y su condición de nación biodiversa se debe, precisamente, al aislamiento en medio de la vastedad del mar.

Durante el pasado remoto, sus costas fueron bañadas por el océano mundial de Pantalasa; luego tuvo su litoral sobre el mar continental de Tetis, cuando Pangea —el gran continente— se fracturó en Laurasia y Gondwana; más adelante, gracias a la deriva de las placas tectónicas, su territorio contribuyó al establecimiento de los océanos Pacífico y Atlántico.

En la actualidad, Colombia posee una enorme extensión de aguas marinas y oceánicas —similar a la extensión terrestre—. Sus dominios submarinos están compuestos básicamente por un área que va desde los 0 msnm hasta fosas de más de 6.000 m, donde hay extensas plataformas, taludes, llanuras, desiertos, valles, cordilleras, dorsales, atolones, volcanes, montañas, fumarolas, fosas y abismos prácticamente desconocidos para la ciencia. En aguas colombianas se encuentra un punto de convergencia entre tres placas tectónicas; uno de los pocos lugares de la Tierra considerados puntos triples —lugares donde hay contacto entre tres placas—, donde convergen las placas Suramericana, de Nazca, y de Cocos, hecho que ha determinado buena parte de nuestra conformación topográfica.

Colombia recibe la influencia de dos grandes cuencas: la del Pacífico y la del Caribe, lo cual representa una ventaja competitiva en términos geopolíticos, pero ante todo una gran fortaleza con respecto a las incalculables riquezas biológicas y mineras que se encuentran en estos mares.

MAR CRETÁCICO DE COLOMBIA

A comienzos del Mesozoico, hace 245 millones de años, el territorio que corresponde a Colombia estaba casi en su totalidad sumergido bajo las aguas de Panthalasa; tan solo emergían algunos afloramientos rocosos cuarcíticos de las formaciones más antiguas del continente suramericano que hoy forman parte del Escudo Guyanés —Formación Roraima— y del Escudo Brasileño. Las serranías de la Macarena, Chiribiquete, Tunahí afloramientos de la llanura amazónica, sobresalían en medio de un mar somero que cubría la mayor parte del país.

A mediados del Triásico, hace 225 millones de años, comenzaron a surgir las primeras formaciones volcánicas en la parte central de nuestro territorio y se generó una gran actividad sísmica que perduró por más de 100 millones de años. Desde aquel entonces, los grandes reptiles que poblaban estos territorios empezaron a mostrar características endémicas que se acrecentaron debido al aislamiento posterior, a comienzos del Jurásico, hace 210 millones de años, cuando Suramérica se desprendió de Pangea, el macrocontinente mundial.

Al inicio del Cretácico, hace 135 millones de años, debido a la intensa actividad volcánica y a los procesos de subducción y convergencia de tres placas, se inició el levantamiento de la cordillera de los Andes en la actual cordillera Central, se definieron ciertas zonas de desiertos y llanuras y quedaron aislados algunos lagos salados y zonas de marismas. Durante más de 60 millones de años el mar avanzó y retrocedió alternadamente hasta consolidar una capa muy extensa de lodo calcáreo que se convirtió en creta y tiza —de donde procede el nombre del período—. Con el retroceso definitivo del agua al comienzo de la Era Terciaria, la conformación de nuestro país, especialmente en el centro y sur, presentaba características físicas muy similares a las actuales. Entre el lodo calcáreo de una vasta extensión que coincide con los actuales departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santanderes, Cesar, Guajira, Magdalena, Atlántico, Bolívar y Sucre, aparecieron grandes cantidades de amonites, moluscos y equínidos.

La evidencia de ese mar Cretáceo en Colombia se observa en múltiples manifestaciones mineralógicas y biológicas causadas por procesos de evaporación, precipitación y transformación de componentes que, sumados a la actividad volcánica y a una orogénesis activa, generaron una acumulación de minerales en esta cuenca marítima prehistórica; algunos de estos depósitos quedaron en los valles interandinos y en la ceja de selva cuando finalizó el levantamiento de los Andes, otros se almacenaron en las cumbres de las montañas o en el altiplano cundiboyacense.

Domos salinos en Zipaquirá, Nemocón, Upía y Cocuy; minas de carbón y coque en Boyacá, Guajira y Santander; yacimientos de yeso en Sáchica; vidrio natural de dolomita en Nemocón; mármol traventino y amonite en Villa de Leyva; roca caliza y cemento en Nobsa; minas de ematite, pirita y hierro en Belencito y yacimientos de petróleo en Cusiana y Guaduas, son algunos de los materiales que nos dejó como legado este mar continental.

Hace 65 millones de años, al finalizar el Cretácico, desaparecieron los dinosaurios y se reinició la actividad sísmica y volcánica. Investigaciones realizadas en la Universidad de California confirman que este momento coincidió con la caída de un enorme objeto espacial cerca de la península de Yucatán, que desató olas de más de 150 m de altura, produjo gigantescos incendios y formó una nube de polvo que ocultó el sol durante años; el impacto aniquiló el 90% de los vertebrados terrestres. Después de este episodio, se reacomodaron las placas, se conformó la geografía definitiva de nuestro país, surgió el istmo centroamericano y a través de él llegaron los mamíferos con multitud de géneros y familias biológicas, altamente adaptables a las condiciones de este medio.

EL MAR CARIBE

Después de los desarreglos ocasionados por el impacto del meteorito en Yucatán, se dieron múltiples procesos de reacomodación de las placas tectónicas, en particular en el punto triple próximo a Colombia.

A finales del Eoceno —50 millones de años atrás—, se hundieron grandes bloques a casi 4.000 m y como consecuencia apareció la falla de Romeral, sector Calamar–Tierra Alta, que generó la depresión Momposina y surgió la Sierra Nevada de Santa Marta. La falla de Romeral marcó entonces el límite aproximado entre la plataforma marina y la continental, por lo que buena parte del territorio entre el golfo de Urabá y la Ciénaga Grande de Santa Marta, volvió a quedar bajo las aguas marinas. Entonces la corteza oceánica por el costado noroeste —región actual entre el golfo de Urabá y la ensenada de Tumaco— se desplazó hacia el este y debido al peso de los sedimentos abundantes, aportados por materiales de las recién levantadas cordilleras, se inició un proceso de subducción que levantó la corteza continental y modeló las últimas formas de la cordillera Occidental.

El mar Caribe, que hoy pertenece al océano Atlántico, anteriormente formaba parte del océano Pacífico. La separación comenzó con el ascenso hacia la superficie de un arco de islas de origen volcánico, denominadas Archipiélago de las Protoantillas; más adelante dichas islas fueron empujadas por la placa tectónica del Pacífico hacia el este, hasta estrellarlas con la placa del Atlántico Norte, que al desplazarse lateralmente moldeó el actual arco de las Antillas Mayores y Menores. El surgimiento del istmo Centroamericano comenzó a mediados del Terciario, hace unos 30 millones de años; cuando la conexión terrestre entre Norte y Sudamérica se consolidó definitivamente y las aguas del Caribe, que formaban parte del océano Pacífico, entraron a formar parte de las del Atlántico, quedó eliminado el contacto entre los dos océanos. En ese momento se iniciaron grandes intercambios biológicos entre las especies terrestres y se dio la principal transmisión de la información genética de primer orden a lo largo y ancho de todo el hemisferio.

EL MAR DE LOS KARIBES

A su llegada, los españoles bautizaron como Caribe a este mar continental que diluye sus aguas en el océano Atlántico, por el nombre de una etnia indígena asentada en la mayor parte de las Antillas Mayores y Menores. Se trataba de la macrofamilia lingüística Karib, un grupo cultural que venía de los confines del Tapajoz y el Alto Xingu en Brasil, siguiendo los pasos de otro grupo de aborígenes de la macrofamilia lingüística Arawak, a los cuales perseguían por sus mujeres y por sus requerimientos proteínicos, ya que los Karib eran antropófagos.

LA FRONTERA IMPERIAL

La América hispana nació en el Caribe; el descubrimiento, el mestizaje étnico y cultural, la evangelización y la explotación de la mano de obra aborigen se iniciaron en esta zona, donde los españoles fundaron sus primeros asentamientos urbanos.

Hacia fines del siglo XVI comenzó la decadencia económica de España y surgió el poderío de Inglaterra. El Caribe se convirtió entonces en la frontera occidental del Imperio Español, en su punto más vulnerable y codiciado por las nuevas potencias, donde los corsarios ingleses, protegidos por la Corona, y los piratas merodeaban libremente apresando barcos y saqueando puertos.

Estas actividades de corsarios, piratas y bucaneros se llevaron a cabo durante los siglos coloniales. Las potencias europeas se repartieron las Pequeñas Antillas, Inglaterra se adueñó de Jamaica y Francia de la parte occidental de La Española, —Haití—. Sin embargo, durante las guerras de independencia y aún en el siglo XX, el Caribe siguió siendo una frontera donde se disputan intereses económicos y políticos.

EL CARIBE COLOMBIANO

Colombia ejerce soberanía sobre aguas del mar Caribe en dos zonas: el mar territorial, un área aproximada de 39.100 km2, que se extiende las primeras 12 millas —22 km— a partir de la línea de costa y comprende la columna de aire, el agua, el suelo y subsuelo marinos y la zona de uso económico exclusivo, que se extiende hasta las 200 millas a partir del límite del mar territorial y donde, por tratados internacionales, se excluye la columna de aire. Esta zona que limita al sur con Panamá y Costa Rica, al oeste con Nicaragua y República Dominicana, al norte con Haití, Jamaica y Puerto Rico y al este con la hermana república de Venezuela, tiene un perímetro aproximado de 4.928 km —incluidos los 1.760 km de línea costera— y una superficie aproximada de 589.000 km2. La profundidad media de la zona colombiana es de 2.750 m, con lo cual el volumen de aguas marinas para uso exclusivo del país es de 1’619.500 km3.

La plataforma continental que delinea toda la zona costera desde Castilletes en la Guajira hasta cabo Tiburón, es extremadamente ancha en sus dos extremos y muy delgada frente a Punta Aguja y cabo de San Agustín en el departamento del Magdalena. Después de la plataforma se encuentra un talud muy pronunciado, denominado el talud de Caribana, que va desde los 300 m hasta los 3.000 m y es el lugar donde se inician la llanura del Abanico del Magdalena y la Planicie Colombiana, que llegan hasta los 4.000 m de profundidad; la zona más profunda se encuentra al frente de las costas entre Urabá y Puerto Bolívar, a la altura de las fronteras terrestres con Nicaragua y Honduras; se llama el Escarpe Hess y su profundidad va de los 5.500 a los 6.500 m.

Frente a las aguas continentales de Nicaragua se encuentran varias formaciones sobresalientes, como los atolones, bancos y cordilleras del complejo Bolívar; compuestas —en un sentido noreste–suroeste, paralelos a la plataforma nicaragüense—, por la gran Cuenca Chibcha que incluye la cordillera Bolívar, los bancos de Turmequé, Panzenu, Roncador, Quitasueño, Serrana, Serranilla, Alicia y Nuevo; el archipiélago de San Andrés y Providencia y una gran cantidad de cayos. Se destacan también los montes sumergidos de Quimbaya, Zipa, Sue, Calima y varias depresiones como las de los Cunas y Providencia.

Tanto la temperatura, como la salinidad de esta gran masa marina presentan variaciones estacionales y espaciales: en febrero la salinidad en la superficie alcanza 36 ppm (ppm=partes por millón) y la temperatura 26 °C y en agosto la salinidad baja a 35 ppm y la temperatura sube a 28 °C. Se han detectado cinco tipos diferentes de aguas: las superficiales que van desde la superficie a los 50 m, con una temperatura media de 27 °C y salinidad de 35,5 ppm; las subsuperficiales intermedias, entre 70 y 100 m, con una temperatura de 23,5 °C y salinidad de 37,0 ppm; las intermedias, que se encuentran entre los 400 y 600 m, con una temperatura media de 15°C y salinidad de 34,5 ppm; las subantárticas intermedias, entre 700 y 800 m, con una temperatura media de 10 °C y salinidad de 35,3 ppm y las profundas del Atlántico Norte, que se encuentran debajo de los 1.000 m, con una temperatura de 4 °C y salinidad de 35 ppm.

En la cuenca se observa la presencia de dos corrientes superficiales: la corriente del Caribe, que corre frente a la plataforma continental de Colombia, durante casi todo el año de este a oeste y la contracorriente del Darién, que entra por Panamá y bordea de oeste a este las costas colombianas y su intensidad depende de los vientos alisios; en verano —diciembre a abril— son fuertes y la contracorriente apenas alcanza a estrellarse contra la plataforma de Isla Fuerte, mientras que en el período lluvioso —abril a julio o septiembre a noviembre— son débiles y la contracorriente puede alcanzar la península de La Guajira.

En el Caribe colombiano hay dos corrientes características de las aguas profundas; la que entra a través de la cordillera Beata y la cuenca del Ranchería, a una profundidad de 700 a 800 m, compuesta por aguas subantárticas intermedias, que hace una circulación sobre la cuenca de Colombia y se aleja por el norte; la otra corre por debajo de los 1.000 m y está compuesta por aguas del Atlántico Norte que penetran al Caribe a través del estrecho de Los Vientos, entre Cuba y Haití y entran por el noreste a la zona colombiana y colman todos los fondos marinos de la cuenca de Colombia.

Las mareas son irregulares a pesar de ser semidiurnas; sólo se presentan una pleamar y una bajamar, seguidas de un ascenso y un descenso leves del nivel de las aguas. La amplitud de marea media no supera los 30 cm, por lo que no tienen mucha importancia en el Caribe colombiano, donde la altura media anual de las olas es de 150 a 180 cm y la dirección predominante del oleaje es hacia el oeste, con oscilaciones entre los 7 y 8 segundos.

UNIDADES BIOLÓGICAS DEL CARIBE COLOMBIANO

Las islas de Providencia y Santa Catalina, que hacen parte del archipiélago de San Andrés y Providencia, se encuentran localizadas entre los 13° 19' a 13° 24' latitud norte y los 81° 21' a 81° 24' longitud oeste; son de origen volcánico con topografía escarpada, a excepción de una estrecha plataforma litoral de naturaleza coralina. El complejo arrecifal que allí se encuentra es el segundo en longitud del Caribe, con un total de 20 km y va desde 1 km al suroeste de Providencia, hasta cerca de 11 km al norte. La porción marina que forma parte de la plataforma continental contiene tres unidades geomorfológicas: una laguna arrecifal somera, la cresta o barrera arrecifal y la terraza antearrecifal.

El sustrato predominante en el sector de la laguna arrecifal está conformado por arena de origen coralino, derivada de la erosión del coral, de especies de algas calcáreas del género Halimeda y de excremento de peces loro; hacia el litoral y en lugares con influencia fluvial, el sustrato es de arena fina y fangoso. En la laguna se encuentra una extensa y bien conservada pradera del pasto marino, Thalassia testudinum, entremezclada con Siringodium filiforme y algas Penicillus capitatus, Udotea flabellum, Avrainvillea nigricans y Halimeda spp; sobre los fondos de arena coralina o en los parches aislados de coral se pueden observar colonias de las algas Dyctiota spp. y Turbinaria turbinata. La laguna presenta numerosos parches de coral, entre los que hay varios tipos: Millepora y Acropora palmata, localizados cerca a la cresta arrecifal, superficiales y expuestos al oleaje y Diploria strigosa, en aguas someras, generalmente en la terraza lagunar.

La barrera arrecifal es de dos tipos: una continua, cuya forma es la de una barrera maciza atravesada por surcos de disipación de energía y otra discontinua, formada por pináculos de aproximadamente 10 m de altura, separados por canales de arena. La terraza antearrecifal del lado del mar, se encuentra conformada por un plano rocoso suavemente inclinado que llega hasta donde se inicia el talud externo de la plataforma insular. En esta terraza se presentan principalmente los corales gorgonáceas y Acropora palmata, Montastrea annularis y Diploria strigosa.

Todo el complejo arrecifal permite la presencia de una gran variedad de especies de invertebrados que buscan refugio en las oquedades del arrecife, como esponjas incrustantes, poliquetos, moluscos, y crustáceos comestibles como la langosta, el cangrejo rey, el cangrejo del coral, las actinias y el erizo. Entre los vertebrados se destacan los peces arrecifales de gran colorido como cardenales, carajuelos o squirrelfish, chernas y meros o groupers, pargos o snappers, roncos o grunts, chubs, peces ángel o angelfish, loros o parrotfish, cirujanos o doctorfish y ballesta o old wife, entre otros. Se encuentran otras especies de carácter pelágico como la barracuda, los jureles o jacks y los tiburones de los géneros Carcharhinus y Negaprion. En el sector se encuentran cuatro especies de tortugas marinas Chelonia mydas, Caretta caretta, Eretmochelys imbricata y Dermochelys coriacea, las cuales se alimentan en las praderas submarinas.

Otra unidad biológica importante del Caribe colombiano se encuentra en las aguas tranquilas de la zona del litoral, hacia el este de Santa Marta, donde protegidos de los vientos, los arrecifes de coral y las praderas de fanerógamas se reparten el fondo marino y proporcionan sustento y refugio a multitud de seres vivos. La fascinante formación de corales, semejante en algunos casos a arbustos de huesos, juega un importante papel en el funcionamiento del mundo submarino, que en este sitio está representado por más de 50 especies. Allí, el coral Acropora palmata forma fuertes barreras para proteger vastas zonas del impacto de las olas y conforma lagunas someras donde se desarrollan algunos peces. Abunda también el coral de fuego, Millepora spp, que desempeña un papel importante como refugio de numerosas especies de peces.

Algunos invertebrados que sobresalen entre los arrecifes de coral por su abundancia y colorido son los gusanos sedentarios, Spirobranchus giganteus y Sabellastarte magnifica, que semejan flores, o los gusanos de fuego, Hermodice carunculata y el erizo negro Diadema antiilarum. También hay gran cantidad de anémonas o flores de mar y de caracoles, bivalvos, camarones, cangrejos, estrellas de mar y langostas. Entre los peces de zonas rocosas y coralinas abundan los pargos, los meros, las isabelitas, las morenas y los loros.

En las playas poco profundas se extienden apacibles praderas marinas de Thalassia testudinum, que se mezclan con corales como Manicina areolata o con el coral esférico rodante Siderastrea radians y con la Diploria clivosa que semeja un cerebro; algunas especies menos abundantes que se encuentran en forma aislada, son Porites spp. y Millepora spp.

Otro refugio de vida importante del Caribe se encuentra en los archipiélagos de San Bernardo y El Rosario, considerados como un complejo compuesto por arrecifes costeros, barras, atolones, islas, canales, manglares y ciénagas que pertenecen a la misma área sedimentológica. Los procesos geológicos más importantes de la región se iniciaron posiblemente hace 35 millones de años durante el Terciario, a partir del Oligoceno. Estos procesos fueron afectados por factores estructurales y climáticos que produjeron en el fondo del mar acumulación y compactación de detritus biótico, crecimiento de arrecifes, plegamientos de la corteza por tectónica reciente, levantamiento de islas y cambio del nivel medio del mar.

Las depresiones generadas entre los montículos arrecifales a causa de los descensos del nivel del mar, se convirtieron en las llamadas Ciénagas del Parque. Estos cuerpos de agua se encuentran generalmente encerrados por islas o dentro de algunas de éstas; sólo se comunican con el mar a través de pequeñas bocas por donde fluye y refluye la marea.

Las comunidades de praderas marinas presentan una compleja estructura física y altas tasas de producción primaria, lo cual las convierte en un base de subsistencia para diversas especies; sin embargo, muy pocas se alimentan directamente de los pastos marinos. Algunas se adhieren a sus hojas o raíces, otras colocan allí sus huevecillos que al desarrollarse producen larvas que crecen en ellas durante las primeras etapas de su vida y muchos peces, crustáceos y moluscos buscan allí su alimento. Por otra parte, estas plantas protegen la línea de costa contra la erosión marina, al disminuir la fuerza del oleaje y al capturar sedimentos en sus raíces.
Dentro de las comunidades de praderas marinas se desarrolla una gran variedad de algas —algunas de tamaño microscópico— en las que el depósito de carbonato de calcio es básico para el crecimiento de los arrecifes coralinos, porque a través de sus ciclos biológicos aportan la estructura y los materiales que los consolidan; entre estas algas sobresalen las verdes Penicillus sp., Halimeda sp. y Udotes sp.

Los arrecifes coralinos son morada de una gran diversidad de organismos que buscan refugio en ellos; son fuente de alimento y lugares de reproducción; entre los invertebrados se han determinado 135 especies de diatomeas y dinoflagelados —plancton—; 516 de foraminíferos que viven especialmente en el fondo marino; 27 de antozoarios e hidroides; 26 poliquetos como los gusanos de fuego; 72 de moluscos, entre los que sobresale el Strombus gigas o caracol pala, importante recurso pesquero; 50 de ostrácodos; 114 de decápodos y 24 de equinodermos. Los peces comprenden 300 especies dentro de las cuales se destaca el tiburón gato que se alimenta de crustáceos, moluscos y equinodermos; es un pez inofensivo que puede alcanzar los 4 m de longitud. El tiburón amarillo, otra de las especies frecuentes en el área, puede ser muy agresivo y al igual que el anterior sólo se alimenta de invertebrados y de algunos peces. Además, sobresalen en los arrecifes, por su vistoso colorido y diseño, numerosos peces como los de los géneros Chaetodon, Eupomacentrus, Chromis, Thalassoma, Scarus, Sparisoma y Balistes; otros vertebrados abundantes son el delfín y la tortuga carey.

EL OCÉANO PACÍFICO

El área del Pacífico que corresponde a Colombia hace parte de la gran cuenca de Panamá y comprende la plataforma continental del Chocó, el talud del Baudó, la gran fosa colombiana, la dorsal de Malpelo, la cordillera del mismo nombre y la de Yuruparí y las depresiones Omagua y Maquina.

En la zona hay varias placas tectónicas que presentan movimientos relativos entre sí: las placas de Nazca y Cocos se dividen a partir de una zona de generación de corteza oceánica, que se encuentra en los valles centrales de dos cordilleras sumergidas, que se denominan dorsal de las Galápagos y dorsal del Pacífico oriental; a lo largo de esta zona, los magmas provenientes del manto alcanzan el fondo marino, se enfrían y llegan a constituir las masas rocosas rígidas y móviles de la corteza oceánica de ambas placas. La placa de Cocos se desplaza hacia el nororeste, choca y se hunde bajo la placa Suramericana y la placa de Nazca se mueve hacia el este y también se hunde bajo la placa Suramericana, a lo largo de una franja oceánica profunda, conocida como fosa de subducción entre Chile y Perú; estos movimientos generan los esfuerzos responsables de los maremotos, a consecuencia de los cuales surgen los tsunamis, muy frecuentes en nuestras costas.

EL MAR DEL SUR

Las corrientes humanas migratorias que poblaron el continente suramericano, probablemente vinieron de Australia, a través de la Antártida y de Asia, cuando los melanesios, hábiles marinos que descubieron la mayoría de las islas del Pacífico, pudieron haber atravesado el océano hasta llegar a las costas de América del Sur.

A comienzos del siglo XVI, algunos españoles comenzaron a salir de la zona caribe, en busca de los países del oro de que hablaban las leyendas. Guiado por un indígena y después de andar durante muchas semanas por entre las selvas y pantanos de la región del Darién, Vasco Núñez de Balboa divisó desde una loma, en el istmo del actual Panamá, el océano que llamó Mar del Sur, el 25 de septiembre de 1513. A partir de ese momento la Corona comprendió totalmente la magnitud del continente descubierto por Colón y se abrió la ruta hacia el Imperio Incaico, que culminaría con la conquista del Perú.

EL PACÍFICO COLOMBIANO

Colombia ejerce soberanía sobre aguas del océano Pacífico en dos zonas: el mar territorial, un área aproximada de de 29.000 km2 que se extiende las primeras 12 millas a partir de la línea de costa y comprende la columna de aire, el agua, el suelo y subsuelo marino y la zona de uso económico exclusivo, que va hasta las 200 millas a partir del mar territorial y donde, por tratados internacionales, se excluye la columna de aire. La zona de uso económico exclusivo limita al sur con Ecuador, al oeste con aguas internacionales del Pacífico, al norte con Panamá y Costa Rica y al este con el litoral costero, formando un perímetro aproximado de 3.200 km —incluidos los 1.300 km de línea costera—. Este perímetro encierra una superficie aproximada de 339.500 km2 y si tenemos en cuenta que la profundidad media del Pacífico en la zona colombiana es de 3.125 m, el volumen de aguas marinas con las que cuenta el país para su uso exclusivo es de 1’060.000 km3.

El litoral en la parte norte del Pacífico colombiano, que va desde el límite con Panamá hasta Cabo Corrientes, está conformado por acantilados que hacen parte de la margen occidental de la serranía del Baudó. La parte sur, desde cabo Corrientes hasta la frontera con el Ecuador, está formada en su mayoría por planos aluviales, aunque también se observan algunos sustratos rocosos en cercanías de Tumaco, las bahías de Buenaventura y Málaga. La isla de Gorgona y la ensenada de Utría presentan pequeñas playas de arena blanca producidas por la erosión de los corales, mientras que los fondos marinos y el resto de las playas del Pacífico colombiano están constituidos en un 95% por sedimentos lodosos de origen terrígeno aportados por ríos; el restante 5% es producido por la erosión costera.

La plataforma continental no es muy ancha y alcanza su mayor extensión —50 km—, en la zona comprendida entre la población de El Choncho, cerca de bahía Málaga, hasta punta Guascama, cerca de la población de Mosquera en el departamento de Nariño.

El relieve del fondo marino del Pacífico colombiano se caracteriza por la presencia de la dorsal de Malpelo, una cordillera submarina ubicada en el centro de la zona colombiana, cuya máxima elevación es la isla de Malpelo, localizada a 330 km al frente del puerto de Buenaventura. Otras cordilleras, o tramos de éstas, como las de Cornegie, Cocos y Galápagos, también surcan el Pacífico colombiano, donde además se observan restos de una cuarta cordillera de los Andes, que por procesos de subducción se sumergió en el océano Pacífico y formó una extensa depresión donde se acumularon sedimentos durante un largo período; estos se plegaron por procesos de orogénesis y dieron lugar a dicha cordillera de 1.400 km, que va del golfo de Urabá al golfo de Guayaquil en Ecuador y de la cual quedan algunos vestigios como las islas de Gorgona, Gorgonilla y el Peñol del Viudo, la serranía de los Cuchillos al norte y posiblemente algo de la serranía del Baudó. La máxima profundidad que se observa en el Pacífico colombiano es una fosa con más de 6.000 m de profundidad, ubicada al frente a la isla Malpelo.

Las aguas del Pacífico colombiano son menos saladas que las del Caribe, debido a la influencia de un gran número de ríos cortos, pero de gran caudal que surcan la costa. Las masas de agua que se presentan en la zona son de cinco tipos: la superficial ecuatorial tropical oriental, que va de 0 a 45 m, tiene una salinidad de 31,5 a 32,5 partes por mil (ppm) y una temperatura de 27,4 a 26,5 °C; la subsuperficial subtropical y ecuatorial tropical, que va de 50 a 200 m, tiene una salinidad de 35 ppm y una temperatura de 26,5 a 16 °C; una capa de transición térmica o termoclina que se mueve influenciada por la corriente subsuperficial y se desplaza paralela a la corriente cálida ecuatorial, entre los 150 y 300 m; la de aguas del Pacífico ecuatorial, entre los 200 y 1.000 m, cuya salinidad es de 34,6 a 35 ppm y la temperatura de 16 a 4 °C; el comportamiento de esta masa, formada por las aguas subárticas, es muy uniforme; finalmente, una masa de aguas profundas procedentes del Antártico, que va de los 1.000 m en adelante; su salinidad es de 35 ppm y la temperatura es de 4 a 1 °C. En buena parte del Pacífico norte ocurre un fuerte afloramiento de aguas profundas, sobre todo de mayo a diciembre, con temperatura media de 20,5 °C y salinidad 33,2 ppm; en los meses de enero a abril este afloramiento se desplaza fuera de la ensenada de Panamá y disminuye el nivel de las aguas en la parte costera de Colombia.

Las corrientes superficiales dependen de los vientos que son determinados por el desplazamiento de la zona de convergencia intertropical; la corriente ecuatorial del norte se forma en la ensenada de Panamá y luego se desplaza rumbo al oeste, a lo largo del paralelo 12° norte; la contracorriente ecuatorial se origina en la parte central del océano Pacífico y se desplaza al este, entre los paralelos 5° y 7° norte, hasta llegar al meridiano 85° oeste, en donde integra sus aguas al sistema de circulación de la ensenada de Panamá y al de la corriente de Costa Rica; la corriente del golfo de Panamá es ciclónica y después de cruzar sobre la plataforma del Pacífico colombiano con dirección al sur, termina uniéndose en el oeste con la corriente ecuatorial del sur; la corriente de Humboldt o corriente del Perú, que recorre de sur a norte las costas de Chile, Perú y parte de Ecuador, gira al oeste para formar la corriente ecuatorial del sur y una rama continúa bordeando las costas de Ecuador y Colombia para formar, desde Cabo Manglares en límites con Ecuador, la corriente de Colombia, que llega hasta Punta Cocos con dirección predominante hacia el noreste.

En general, el Pacífico se caracteriza por la presencia de afloramientos de aguas ricas en nutrientes generados por la divergencia de corrientes; las mayores concentraciones de nutrientes se encuentran en proximidades de la isla Gorgona, en la zona costera del golfo de Panamá y en Cabo Marzo, pero estas condiciones son eventualmente alteradas por el fenómeno del Niño.

El oleaje tiene dirección predominante hacia el noreste y se inclina lentamente hacia al norte a medida que se adentra en aguas oceánicas; la altura media de las olas es de 150 cm en la plataforma continental y la zona costera y de 180 cm en las aguas oceánicas; el período del oleaje —tiempo entre dos crestas— aumenta a medida que se acerca a la costa y en general oscila entre 9 y 12 segundos. Las mareas de la costa Pacífica colombiana son regulares; se presentan dos pleamares y dos bajamares completas en un día. La amplitud media de la marea es de 2,95 m y puede llegar hasta los 5 m, variación que le confiere al litoral características que influyen directamente sobre los ecosistemas costeros.

UNIDADES BIOLÓGICAS DEL PACÍFICO COLOMBIANO

Entre los accidentes y las unidades ecológicas más importantes del Pacífico están las islas continentales de Gorgona, Gorgonilla y la isla de tipo volcánico de Malpelo.

Las islas continentales constan esencialmente de rocas básicas volcánicas —basaltos y gabros—, sobre las cuales existen depósitos sedimentarios plegados, de edad terciaria. Dentro de los ambientes marinos sobresalen los ecosistemas coralinos, con bancos dominantes, en un 75% del género Pocillopora, con seis especies; el límite occidental de distribución actual de estos corales, que existen desde el mar Rojo, el océano Pacífico y el Índico, está en Gorgona. Además, se encuentran otras siete especies de corales masivos de los géneros Gardineroseris, Porites y Pavona, que predominan en profundidades de 6 m y tienen un crecimiento más lento.

Existen no menos de 237 especies de moluscos marinos —161 caracoles o gasterópodos y 76 bivalvos— y 46 especies de gusanos marinos del grupo de los anélidos poliquetos; dos de ellos son especies endémicas: Nothria gorgonensis y Maldane gorgonensis. Los crustáceos decápodos y macruros están representados por cinco especies y los braquiuros por 70.

Las aguas que circundan Gorgona son frecuentadas por delfines, marsopas, cachalotes o calderones, además de la ballena conocida como yubarta o ballena de gibas. Se han observado también lobos marinos que probablemente sean Arctocephatus australis galapagoensis, cuya área de reproducción corresponde al archipiélago de Galápagos. No menos singulares resultan los pingüinos que llegan del sur, seguramente por corrientes frías, en algunas épocas del año. Los tiburones encuentran en las aguas de la Gorgona un hábitat propicio. Se han registrado una decena de especies pertenecientes a tres familias.

Malpelo es una isla localizada a los 3° 51’ 07” N y 81° 35’ 40” W, que constituye la posición más occidental de Colombia. Se encuentra ubicada sobre la Dorsal de Malpelo, que se eleva cerca de 4.000 m desde fondos abisales y tiene un área de 3,5 km2; está conformada por una isla principal y cerca de diez islotes y pequeñas rocas distribuidas en una extensión cercana a los 2,5 km. La isla es un hito aislado de tipo volcánico, perteneciente a una formación volcánica submarina que se estabilizó en el Mioceno, hace unos 20 millones de años ; tiene pendientes pronunciadas y presenta tres picos entre los cuales el más alto alcanza 390 msnm. En su perímetro se forman cavernas moldeadas y erosionadas por la acción de las olas. La separan de América Central enormes profundidades y nunca ha estado conectada con el continente.

La profundidad desciende abruptamente hasta cerca de los 120 m, donde parece haber una meseta formada durante el Pleistoceno, un millón de años atrás; allí aparecen nuevamente acantilados que se extienden hasta los 4.800 m de profundidad.

En la zona somera hasta cerca de los 6 m, las paredes rocosas están habitadas por Balanus peninsularis, Tetraclita stalactifera, el erizo perforador Echinometra vanbrunti, y esponjas del género Polyfibrospongia acompañadas de algas pardas del género Lobophora. A una profundidad que está entre los 6 y 23 m se encuentran abundantes algas coralinas incrustantes, corales y octocorales de varios géneros, como Pacifigorgia y Lophogorgia. Si bien, los corales hermatípicos no alcanzan a formar estructuras arrecifales por las altas pendientes, presentan una adaptación de crecimiento en forma de tejas, que le dan una apariencia especial al paisaje marino. Las comunidades coralinas presentan una zonificación acorde con la profundidad; en aguas someras hasta los 9 m, se encuentra el género Pocillopora, de ahí hasta cerca de los 20 m, los géneros Pavona y Porites y a mayores profundidades el género Gardineroseris. De este punto hacia abajo, se encuentran algas filamentosas, pequeñas esponjas incrustantes, ostras del género Ostrea y el hidrocoral ramificado Errinopora pourtalessi.

Son abundantes los tiburones martillo, los toyos del género Carcharinus y Mustelus, el espectacular tiburón ballena que alcanza longitudes hasta de 15 m y el pez diablo. Hay gran cantidad de cardúmenes de jureles, pargos, meros, chernas y atunes, de extraordinarias dimensiones.

Igualmente se encuentran grandes cantidades de esponjas, briozoos y ascidias. Dentro de los moluscos resaltan, Cypraea albuginosa, C. isabellamexicana, C. cervinetta y C. teres, entre otras especies y caracoles del género Conus. Los crustáceos están representados por la familia Palaeomonidae; los camarones por las familias Gnathophillidae y Alpheidae, entre otras. Hay además cangrejos del género Lismata, la langosta espinosa y finalmente otros cangrejos de las familias Xanthidae y Majidae.

 
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